capítulo 3

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Me desperté con el golpeo de los caballos, me levanté rápidamente y miré por la ventana, vi la carroza real de mi familia acercarse a la entrada del castillo, ya en la entrada mi padre bajó de la carroza y Lord Albert lo esperaba en las puertas. En el instante en que perdí de vista a mi padre Sir Henry entró en mi habitación.

— El rey me pidió antes de irse que la llamara con urgencia en su regreso. — me dijo.

— ¿Y sabes que querrá? — pregunté.

— Al parecer no es de mi incumbencia ya que no me ha comentado nada. —

— ¿Y pretendes que vaya en camisón? — pregunté graciosa.

— Siendo sincero ese camisón resalta sus ojos. — respondió. Yo solo me heche a reír.

Después de que me cambiara y me pusiera un atuendo casual y sin muchos detalles a mi petición, me acompañó hasta la sala del trono, porque al parecer era un anunció importante. Llegamos y mi padre comenzó a caminar hasta el trono, todos hicieron una leve reverencia incluyendome, el se sentó y comenzó a hablar.

— Querida familia, he enviado a tres mensajeros 2 por tierra y uno por mar para para que invite a los 13 reinos de Galmor para que vengan a la fiesta de gala que organizaremos dentro de dos semana, con el fin de que mi hija conozca a cada príncipe de los 13 reinos . Y así escoja a su pretendiente para su décimo quinto cumpleaños. — hizo una pausa y luego continuó — por esto necesario que el personal del castillo haga los preparativos, para que sea del disfrute de todos. — todos aplaudieron ante la noticia. Yo me sentí aliviada de que mi padre hallara otra manera de conseguirme un esposo. Los sirvientes comenzaron a hacer los preparativos para no perder nada de tiempo. Me acerqué a mi padre y lo abracé y le agradecí por darme la oportunidad de escoger mejor a mi esposo. El día pasó volando, yo ayudé en lo que podía bordando manteles y barriendo las habitaciones. Llegó la hora de la cena y entré en el comedor, solo estaban mis hermanos mayores y mi madre. Sir henry abrió la silla y yo me senté.

— ¡Felicidades la tercera en nacer y a la que le hacen una fiesta solo para conocer al amor de su vida! — escuché decir a Michell antes de que me metiera una cucharada de sopa a la boca.

— Estamos comiendo, no empieces una pelea. — dijo Nicolás.

— Pero es injusto, a ella le hacen una fiesta para que escoja libremente a un príncipe para casarse con el. Y en cambio yo estoy siendo forzada a casarme dentro de año un año con un príncipe que le hace ojitos hasta a la pueblerina con mas suciedad en las uñas y para compensar cree que me voy a enamorar solo porque tiene toneladas de oro. —

— Hija, Nicolás tampoco tuvo la oportunidad de escoger a su esposa, se que es difícil pero hay que hacer sacrificios por la familia. El que ustedes se casen es muy significativo para mantener la paz en los 14 reinos —

—Deberías de casarte con tu mayordomo, ya que se llevan tan bien, son como maridos. —

—¡Michell ni una palabra más! —  gritó mi madre golpeando la mesa.

Michell bufó y se levanto para retirarse. Yo terminé de comer y me retiré a mi recamara

Al llegar solo me sente en mi ventana y abrace una almohada, las lágrimas querían escapar pero justo entro Sir Henry y cuando me vio fue corriendo a abrazarme

—no se por que me odia tanto — dije mientras las lágrimas se escapaban.

—te tiene envidia eso es todo — dijo secando mis lágrimas delicadamente con sus manos —ven, tenemos que cambiarte —

Yo solo asentí con la cabeza y nos dirigimos al baño, al terminar me acosté en mi cama y abracé una almohada.

—Descansa querida, será una larga semana — besó mi frente y se retiró

Estando sola, pude llorar en silencio, no sabía que había hecho para que me odiara tanto.

—¿Por que lloras pequeña? — Agradezco a silueta que me visita todas las noches entrando por la ventana, me mataba de curiosidad saber quien era y tambien me acompañaba en los momentos duros.

—Mi hermana me odia — lo abracé.

—Si quieres, puedo matarla — dijo con un tono de locura mientras acariciaba mi cabello, me alejé un poco asustada por sus palabras — Y así no volverá a hacerte llorar — yo lo miré aun mas asustada —¿No sería magnífico? — dijo con voz ronca en mi oído.

—¡No! — dije alzando la voz y separándome de el. — Agradezco tu ayuda, pero no me gusta lo que acabas de decir — intenté mirarlo a los ojos pero solamente veía una sombra negra.

— bueno quieras o no la mataré — dijo riéndose. Lo agarré por el brazo un tanto asustada.

—¡Ni se te ocurra hacer eso! — dije.

—¿o que? — hizo un movimiento con su brazo y se soltó de mi agarre, pero le alcancé la otra mano —¿que puede hacer una princesa niñita de papá para detener a un asesinó como yo? —

Me quede en blanco...tenía toda la razón ¿qué podía hacer yo? Solo rogar. —por favor te lo pido no mates a mi hermana— el intentó nuevamente soltarse de mi agarre pero no lo consiguió —por favor — dije al borde de romper en llanto

—¿Por qué la defiendes tanto? Ella te odia, es mejor quitarse ese peso de encima —

—¡NO! Ella es mi hermana y aunque me odie, yo la quiero a ella. —

— Qué tonta — por fin logró safarse de mi agarre —¿crees que va a cambiar? — Se dio media vuelta y se acercó a la ventana para irse. —Mejor espera sentada y tranquila, no la mataré — saltó por la ventana y se fue, me sentí un poco mas aliviada.
Yo volví a acostarme, pero no logré conciliar el sueño.

Una historia másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora