Capítulo 3

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Me quedo plantada donde estoy, observándolo. ¿Qué le pasa? Tiene cara como de asustado.

-¿Estás bien Manu?

-No. -Me contesta dejando su cerveza encima de la nevera. -Carlota, supongo que mi hermana ya ha hablado contigo y sabes que mi familia se va a Italia.

No contesto. Solo puedo mirar su cara a punto de derrumbarse. Ni siquiera había caído en que él podía irse también. Vuelvo a dejar los hielos en la nevera. Al parecer vamos a hablar sí o sí.

-¿Tú también te vas? -Le pregunto con miedo a su respuesta. No quiero imaginármelo. Ahora no estamos juntos, y no sé lo que puede pasar más adelante, pero no quiero que se vaya. Manu ha significado mucho para mí en todos estos años.

No dice nada. Se queda paralizado ante mí a tan solo unos centímetros. Me mira atentamente  y se abalanza sobre mí. Es un abrazo profundo de sentimientos llenos de ira y tristeza por no estar juntos y alivio por volver a sentirnos tan cerca el uno del otro.

-Manu, ¿te vas a Italia? -Le pregunto al oído pasados unos minutos.

Él asiente con la cabeza y ahora la que se derrumba soy yo. No puede ser. Otra despedida más en mi vida. Y va a ser muy difícil de asimilar. Me separo lentamente de él y observo sus ojos vidriosos. Parece que no lo está pasando bien. Justo cuando le cojo la mano a mi exnovio aparece Max con cara de sorprendido.

-Carlota nos hemos quedado sin hielos... -Me comenta en voz baja como si tuviera la certeza de que está interrumpiendo una conversación importante.

-Voy ahora mismo. -Digo algo distraída cogiendo de nuevo los hielos. Manu coge su cerveza y sale del almacén. Volveremos a hablar más tarde.

Vuelvo a mi trabajo y no paro hasta las tres de la mañana. Max se fue hace dos horas, los viernes solo trabaja hasta la una, ya que él estará trabajando el resto de la semana. Menos mal que yo solo trabajo los fines de semana, creo que no aguantaría tanto tiempo aquí metida.

Aitor ha decidido ayudarme a atender la barra porque hay mucha gente. ¿Qué haría yo sin mi hermano? Mi hermana está bailando con Katia y a Manu no lo veo desde hace ya una hora o algo más así que decido preguntarle a Aitor.

-Creo que salió fuera a tomar el aire con alguien. -Me dice mientras sirve un malibú con piña a una chica bastante guapa de la barra.

Decido tomarme un pequeño descanso y salir a buscarlo para asegurarme de que está bien. Abro la pesada puerta del local y salgo fuera. Una ráfaga de viento invade mi cuerpo. Para estar a 1 de julio no es que haga mucho calor. Más bien diría que hace frío. Menudo tiempo más raro. Busco a Manu por toda la calle pero no lo veo. Puede que esté en otra discoteca, hay varias en esta zona. Empiezo a buscarlo por las que están más cerca pero no está en ninguna de ellas así que decido ir un poco más lejos, aún tengo veinte minutos de descanso. Empiezo a subir unas escaleras cuando un brazo tira de mí.

-¡Manu! Estaba preocupada por tí. ¿Qué haces aquí? 

-He visto algo raro en la discoteca y he salido a ver qué pasaba pero nada grave.

-¿Seguro? ¿estás bien?  Me han dicho que llevas aquí una hora. ¿Tiene que ver con lo de Italia?

-Sí, estoy bien. Solo es que no quiero irme de aquí.

-Pero Manu tienes 23 años, creo que tus padres entenderían que quisieras quedarte aquí. Estás terminando la carrera aquí, tienes todo aquí. Incluso tu hermana también debería quedarse ahora que va a empezar la Universidad. Allí tendríais que empezar de cero.

-Lo sé, pero mi abuelo está muy mal y necesita que le ayudemos. Tengo que irme Carlota. -Dice agachando la cabeza mientras me coge las manos. Tiemblo. No puede irse ahora. Ni siquiera sé si quiero estar con él pero no quiero que se vaya. No sé qué decirle. 

-¿Cuándo te vas? -Trago saliva, temo su respuesta.

-Este domingo. -Me aclara apartando la mirada. 

Lo abrazo y no puedo evitar que me resbale alguna lágrima.  Hace mucho que construí un muro ante mí y pocas veces alguien ha visto como soy de verdad, pero situaciones así me pueden.

-Todo irá bien, estoy segura. -Le susurro al oído.

Decidimos sentarnos en las escaleras y hablar de todo lo que ha pasado en nuestras vidas a lo largo de estos tres meses y medio que hemos estado sin saber del otro. Él me cuenta cosas como que tuvo un accidente jugando al baloncesto y tuvo que ir al hospital a que le escayolaran el brazo (algo que ya sabía porque me lo contó su hermana pero dejo que lo cuente hasta el final), también me cuenta que lo estuvo intentando con una chica, pero que no salió bien porque era algo inmadura y solo llegaron a la segunda cita.

Hablamos los veinte minutos que me quedaban de descanso hasta que decide acompañarme de nuevo a trabajar. Se para en la puerta y me da un beso en la frente. Sabe que esos son los besos que más me gustan porque para mí significan ternura.

-Carlota. -Me dice antes de que me vaya. -Te recojo cuando salgas de trabajar. Tengo que hablar contigo.

-Pero hasta las 5 no salgo. ¿Vas a estar esperando una hora  y media? -Pregunto incrédula.

-Sí. Es importante. Te veo a las 5. 

Y tras decir eso desaparece de mi vista. Entro de nuevo a trabajar y me doy cuenta de que ahora hay más gente que antes. Me queda una larga hora y media.

La noche marcha bien a pesar de algún baboso que me ha tirado los trastos. Sinceramente, me da mucho asco la gente así, pero supongo que a estas horas la gente no va del todo bien.

Mi hermana Susana ya no aguantaba más aquí y Aitor y Katia la han acompañado a casa. Es normal, acaba de cumplir 16 años, de hecho no le habrían dejado entrar si no fuera por mí o porque va acompañada de mi hermano. 

Solo queda media hora para las 5 cuando se me acerca un conocido rostro a la barra.


Toxic lifeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora