Nueve de la mañana, Manu acaba de quedarse dormido después de estar toda la noche sin decirnos nada. Lo miro y parece un chico pequeño. Un chico pequeño metido en un cuerpo adulto. Me siento en la cama y le acaricio el pelo.
-Ojalá no tuvieras que irte a Italia. -Le susurro.
Observo su habitación. Para ser él la tiene bastante ordenada, menos por nuestra ropa tirada por todos lados. Me levanto y busco el resto de la mía por toda la casa. He de irme a ayudar a mi padre a recoger la casa y a cocinar, hoy viene el abuelo y tiene que estar todo perfecto. Me gustaría quedarme aquí con él, aunque ni siquiera hablemos. Estar con él así me reconforta.
Recojo el resto de mi ropa que estaba en el salón y paso al baño a lavarme la cara y peinarme. Todavía guarda mis horquillas y mi cepillo en uno de los cajones, un detalle importante para mí aunque sea pequeño. Vuelvo al salón y cojo un boli y papel para escribirle que no puedo quedarme pero que intentaré venir esta tarde otra vez.
Paso de nuevo a su habitación, le doy un pequeño beso en la cabeza y salgo de su casa. La mía queda un poco lejos de aquí pero me vendrá bien despejarme, estoy muy agobiada. Cuando salgo del portal el aire choca contra mi cara, hace un poco de frío pero se está bien.
Tras un largo paseo, llego a casa y veo por la ventana que están todos despiertos. ¿En serio? Me pego una palmada en la frente y abro la verja de la entrada, cruzo el porche y justo cuando estoy a punto de entrar, la puerta se abre y aparece Katia con muy mala cara.
-¿Qué ha pasado? -Pregunto asustada.
-Tu hermano me ha dicho que cree que deberíamos dejarlo. -Confiesa cerrando la puerta enfadada y comienza a andar por el jardín de la entrada.
-¿Qué? -Pregunto confusa. -Pero eso no puede ser, si estáis genial. Sois la única pareja que conozco que apenas discute y ya lleváis año y medio saliendo.
Katia no contesta. Creo que no termina de creérselo.
-Espera aquí. -Le digo mientras entro a casa.
-Hola Carlota. ¿dónde estabas? -Me dice mi padre al cruzar el salón.
-Ahora no papá, después hablamos.
Abro la puerta de Aitor enfadada y me encuentro a mi hermano tirado en la cama con todo apagado y la persiana bajada.
-¿Te has vuelto loco? -Le digo. Él no me mira. -Aitor, ¿me puedes explicar qué ha pasado?
Mi hermano se levanta, sube la persiana de su habitación y se sienta en la cama. Mete la cabeza entre sus brazos y empieza a llorar de repente. Me siento culpable por haberle presionado a hablar y corro a abrazarle.
-No puedo Carlota. No puedo seguir con ella estando a tantos kilómetros de aquí. No voy a saber llevarlo, no puedo tenerla tan lejos de mí.
-Aitor, la distancia no importa y lo sabes. Puedes ir a verla en vacaciones o ella a ti.
-¿Tú estás dispuesta a no ver a Manu en meses o incluso en algún año? Porque Katia es tu amiga y ya estuviste tiempo sin verla cuando estuvo estudiando un año en Los Ángeles, pero la amistad no es lo mismo que una relación. -Me pregunta.
Me quedo callada. Por un momento no había pensado en ello. No sé si quiero pasar tanto tiempo sin verlo. Sé que en ocasiones hemos estado tiempo sin hablar y sin vernos, pero era diferente. En el fondo los dos sabíamos que alguna vez volveríamos a hablar.
-No. No estoy dispuesta Aitor, pero no podemos hacer nada.
-¿Ahora me entiendes?
-Sí, claro que te entiendo pero no puedes tirar tu relación a la mierda después de todo. Tienes que luchar por ello.
Mi hermano se levanta, sale de la habitación y se dirige a la calle. Espero haber ayudado a mejorar las cosas. Salgo también y me dirijo al salón donde mi padre y mi hermano Álex están limpiando. Le doy un beso al pequeño y me pongo a ayudarles.
-¿Qué os pasa a todos hoy? Estáis un poco revolucionados. -Pregunta mi padre pasando un trapo por la tele. Suspiro.
-Katia y Manu se mudan mañana lejos de aquí.
-Oh. Bueno siempre podéis ir a visitarlos tu hermano y tú. -Me dice con una sonrisa. Se me ilumina la cara y me siento en el sofá. -¿Dónde se mudan?
-A Italia... -Contesto cabizbaja. Mi padre se queda sorprendido.
-Bueno... -Empieza a decir -Eso está muy muy lejos, pero no veo ningún inconveniente en que vayáis a visitarlos siempre y cuando encontréis vuelos baratos..
Admiro a mi padre. Siempre mira por nuestros gustos y sentimientos antes que los suyos. La marcha de mi madre le hizo ver las cosas de otra manera y creo que eso ha hecho que estemos más unidos a él. Me levanto y le abrazo.
-Gracias papá.
Después de la conversación, decidí poner música en el reproductor del salón, fui a despertar a mi hermana y los cuatro nos pusimos a limpiar la casa. Durante la mañana pude observar a Katia y Aitor discutir y abrazarse en el jardín numerosas veces. Lo que ellos tienen es diferente al resto. En realidad los envidio en muchos aspectos, son perfectos a simple vista.
-Tata, ¿qué te pasa? -Me pregunta mi hermano. Vaya, me ha pillado observándolos por la ventana.
Al ver que no le contesto se me tira encima y me llena de besos. Álex es tan dulce, ojalá no creciera nunca. Sé que cuando sea más mayor no me dará besos sin que se los pida.
-¿Estás triste porque tus amigos se van a Italia?
-Sí corazón, es por eso. A lo mejor ya no los veo nunca más.
Mi hermano de repente pega un salto y empieza a darme muchas palmaditas en el hombro. Está emocionado.
-¡Tata! ¿Y por qué no los invitas hoy a comer?
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Toxic life
Teen FictionCreía que mi vida era perfecta. Por lo menos lo estaba siendo hasta aquel día. Ese maldito día que le dio la vuelta a todo lo que creía que podía estar bien durante mucho tiempo.