Me enamoro de un dios

Capitulo 3

-¿Podrían dejarnos a solas?-preguntó el dios

-N-no creo que sea necesario-insistí

-Claro-respondía mi madre con una gran sonrisa pintada en el rostro, hacia mucho que no la veía tan contenta-no hay problema, vamos nos niños, dejemos a su hermana

-Pero madre-interrumpió Paris,al verme con un rostro de NO ME DEJES SOLA CON ÉL-no veo el problema de quedarnos aquí

-Paris tiene razón querid-mi padre no pudo terminar su frase, en cuanto giró la vista hacia ella, encontrándose con una de sus famosas miradas asesinas –Ya escucharon a su madre ,marchémonos

Al oírlo, todos hicieron caso sumiso, inclusive Briseida.En segundos, el salón quedó completamente vacio, dejando a mi padre como ultimo en irse

-Papá-logré suplicar en silencio, pero no se inmutó y terminó haciendo lo mismo que los demás presentes

En cuanto las puertas se serraron, empecé a sentir un nudo en el estómago. Había llegado la hora de hacerle frente a la situación, no iba a dejar que su seductiva e irresistible mirada me hiciera cambiar de idea acerca del trato que debía hacer ,además de evitar ponerme como una quinceañera adolecente.

-Al fin solos

*Vamos Cassandra,ponte firme-D-disculpe, acerca de su obsequio

-Sabia que lo aceptarías-este tipo si que hace que tus ojos se quemen tan solo sonreír

-N-no es eso

-Explícate mortal

*¿Mortal?¿ Quién diablos se cree?*

-Le agradezco mucho su oferta...pero no puedo aceptarlo

-¿A qué te refieres con que "no puedes aceptarlo"?

*Okey, hace segundos sonreirá y ahora me gustaría tener aunque sea una espada, por si la situación se torna...desagradable*

-Lo que quiero decir...es que no es algo que requiera con urgencia o deseé, simplemente no lo quiero

-Todos los humanos son iguales de ingratos, les ofrecemos todo y ustedes solo lo desprecian

-Oiga un momento-

-Desconsiderados, eso es lo que son

Ya empezaba a enfadarme

-Son demasiados orgullosos, hasta nos hacen sentir vergüenza

-¡¡Ya basta!! ¡Nosotros somos los que deberíamos sentirnos avergonzados por servirlos a ustedes, los seres divinos, que lo único que hacen es echarnos la culpa de todos sus errores y castigarnos sin ninguna razón!

-¿Cómo te atreves a faltarnos el respeto y despreciarnos?

-¡Ustedes son los que nos desprecian a nosotros!¡Nos la pasamos obedeciendo a sus caprichos o de lo contrario nos hacen la vida imposible!.No tienen corazón, ni tu ni los demás corruptos a los que llamamos dioses

-Tu comportamiento es inaceptable

-Yo debería decir lo mismo de ti, Apollo

-¿?

-Estas tan acostumbrado a ver que la gente actué a tu antojo que un solo NO te hace comportar de una manera infantil, como un niño caprichoso y malcriado. Me ha humillado de la peor manera posible, le pido que se retire en este preciso instante

-Nunca he sido tratado de tal manera-exclamó de una manera demasiado irritada como para querer cruzarse en su camino-Pero antes de irme...

Se volvió hacia mi-Se te otorgará el don de la profecía, pero...a aquel a quien se la dirijas no te creerá, serás vista como la delirante princesa de Troya. Te convertirás en una deshonra para tus padres a quienes se limitarán a encerrar y apartar a su preciada hija de sus vidas, cuyo juicio ha desaparecido. Yo, Apollo, dios de la profecía y la medicina, te condeno a ti Cassandra, princesa de Troya, hija de Príamo y , a una vida de sufrimiento y soledad, de locura y delirio. A partir de este momento...estas condenada.-Y poof...se desvaneció como la vez anterior, en un polvo dorado.

No lo podía creer... ¿estaba maldita? Esto era injusto ¿Solo por negarme a su capricho planeaba hacerme de mi vida un infierno?

En segundos, las inmensas puertas se abrieron de par en par, pero solo encontrándome sola, con una expresión de angustia que era inapropiada de mí, sentía como brotaban de mis oscuros ojos una profusa cantidad de lágrimas. Sentía rabia y decepción, no podía creer que pude haberme sentido atraída por él, un ser sin corazón. Ilusa de mí por haber pensado que era diferente a los demás dioses.

-Hija...¿qué ha sucedido aquí?

-¿Y Apollo?

-Se ha ido