Primer Libro, pt. 2

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Los polícias le preguntaron si reconocían a este hombre.

  El monseñor admitió que si,
y le dijo:
 
  -Querido hijo, saliste tan de-
prisa por la noche, que olvi-daste que además de los cu-
biertos que te regalé, también te di estos candela-
bros.

Y el monseñor le dio en sus manos dos candelabros de plata.

Juan Valjean estaba sorpren-
dido, tanto como los policías que no creían en las palabras del monseñor, sin embargo, coincidía con la historia de Valjean y no tuvieron más que dejarlo libre.
Cuando se fueron los policías el monseñor le dijo:

       -Ahora usa el dinero que ganes vendiendo la plata, pa-
ra volverte un hombre de bien, tal como me lo prome-
tiste.

    Juan no recordaba haberle
hecho ninguna promesa al hombre, y tras años de abu-
sos y de injusticias, había ol-
vidado que los seres huma- nos también tienen bondad dentro y que pueden hacer actos amables y sin egoísmo, y así, partió sin rumbo.

Un día por la calle, descubrió a un pequeño que cantaba con una gaita y que tenía una cajita de monedas. Las tomaba y las aventaba al cie- lo y las atrapaba de nuevo, sin cesar.

   Juan observó que tenía una moneda de plata que si era valiosa, y en ese momento el niño la aventó y no la atrapó, la moneda rodó hasta Juan que la cubrió con el zapato. El niño se acercó para pedírsela, pero Valjean le preguntó su nombre nada más. Gervasillo, dijo el niño. Valjean lo obligó a huir a pe-
sar de que el niño le rogó que le devolviera su moneda. Cuando el niño desapareció, Valjean tomó la moneda y entonces recordó lo que el monseñor había hecho por él, y después de buscar al niño como loco para regresarle su moneda, se dio cuenta que había actuado mal y finalmente después de muchos años, entendió la importancia de aprender a dar, y se echó a llorar.

En 1817, ya lejos de las histo- rias de esa vieja cuidad, ahora estamos en París, y junto con sus hermosos jardi-
nes y flores, encontramos a cuatro hermosas jovencitas. La más joven de ellas se llamaba Fantina, y estaba muy enamorada de Tholomyes, un muchacho ri-
co y desobligado que se abu-
rrió de ella al poco tiempo y la dejo abandonada, sin saber que Fantina estaba es-
perando un hijo fruto de su amor.

Pasaron tres años y Fantina se había quedado sola, sin su amor, sin sus amigas y con la pequeña Coseta creciendo día a día. Fantina no sabía qué hacer para mantenerla y desesperada se inscribió en una fábrica para trabajar como obrera en su pueblo natal. Cuando la aceptaron, se dio cuenta que no la deja- rían trabajar si tenía una hija sin padre, por lo que entró a una posada donde atendían dos viejos horribles, y con mucha pena les pidió que cuidaran de la pequeña Cose-
ta mientras ella trabajaba en la fábrica, y que ya vería las forma para volver a reunirse con su pequeña. La pareja Thenardier aceptó cuidar a la niña a cambio de una buena cantidad de dinero, y así, Fantina pasó la noche al lado de su pequeña y por la mañana se despidió sin saber el terrible destino que tendrían.

Poco tiempo antes de que Fantina dejara a Coseta, Juan Valjean llegó al pueblo natal de Fantina. Valjean volvía re-
signado a enfrentarse a lo que el terrible papel amarillo le depararía, o sea, rechazo y tristezas, sin embargo, suce-
dió que mientras llegaba al pueblo, encontró una casa en llamas y sin dudarlo se introdujo ahí para salvar a quien estuviera dentro. Juan Valjean salvó a los hijos del capitán de guardia, pues era su casa la que se quemaba, y gracias a eso, no se le pidió su pasaporte amarillo y cuando preguntaron su nom-
bre, se lo cambio por el Tío Magdalena. Gracias a eso, consiguió un trabajo en una fábrica donde produjo una resina para abaratar el proceso de la fábrica y así, generar más dinero, y en po- co tiempo se volvió un hom-
bre rico y respetado por la comunidad. Nadie conocía su pasado, sólo se sabía que ha-
bía llegado un buen día con las bolsas llenas de dinero.

Cuando Fantina llegó al pueblo, justamente empezó a trabajar en la fábrica del Tío Magdalena, quien se había dedicado a distribuir el dine-
ro entre los empleados de manera igual. Era un hombre justo, un hombre honesto y siempre estaba ayudando con su fortuna para obras de beneficio social.

Los MiserablesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora