No, no soy el recuerdo ni soy el olvido. Soy lo que tallan las sombras de tu caminar por las calles desnudas en la noche. Aunque me intentes pisar en cada paso, esquivar. Soy lo que te persigue en forma de aurora, por la luz que alumbra el poste en tú camino, al final. Soy lo que callarás toda tú vida como único episodio sombrío, y no me oculto nunca ante tus verdades. Porque me llevas contigo en cada sueño sin saber que todavía vivo, escondida tras tu nombre. Y como te llamas, para siempre... y lo que secunda tu apellido. Soy aún, lo que no has sido. El parasiempre de un te amo que nunca tuvo sentido, pero te amo para siempre, amor mío. Sonaba en las sinfonías de Mischa Maisky, cuando el preludio de tu cobardía rompió las escalas del cello, ay "mi cielo", qué aire profundo respiro sin ti, pensando en el mar y me fui a flotar en las nubes de mis anhelos, que besaban los espacios de todas las mañanas irreversibles que te veía en mi cama al despertar. No soy tú recuerdo, no soy tú olvido. Soy lo que sentiste en el instante que te percataste, aquella luz en la habitación que dentro de ti, nunca habías sentido.