Capitulo 2.

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Ariel. 

No podía escuchar nada más que lo latidos de mi corazón, el cual latía tan rápido que podría decir que se iba a salir. Tomo una gran bocanada de aire antes de empezar a ingresar lentamente a la habitación donde se encontraba la persona que en tan poco tiempo hizo parte de la "Asociación para joderle la puta vida a Ariel". Me regaño mentalmente por estar haciendo esa clase bromas estúpidas en este momento tan decisivo de mi vida.

Ingreso a la habitación con la vista clavada al piso sin mirar a absolutamente nada mas que mis pies y los del hombre que me acompaña moviéndose sobre aquel piso limpio y extremadamente brillante.

— Marcus, espera afuera — escucho decir a aquella voz profunda e hipnotizante haciendo que mi piel se erizara.

De un momento a otro los zapatos frente a mi se dan la vuelta y empieza a devolverse por donde venimos antes. cuando escucho la puerta cerrarse empiezo a temblar notoriamente. Seguía rehusandome a levantar el rostro, seguramente frente a mi se encontraba un señor de edad, y aunque curiosamente su voz no sonaba tan madura, no creo que su gran"prestigio" lo tenga alguien joven. Duro algunos minutos sin decir absolutamente nada — los cuales para mi eran una eternidad — logrando ponerme aún mas nerviosa de lo que estaba.

— Acércate — dice lentamente rompiendo aquel silencio desesperante. Empiezo a caminar a pasos torpes hacia él. Una vez choco con su escritorio levanto el rostro lentamente para terminar encontrándome con un par de zafiros los cuales pertenecían al que muy seguramente es el hombre más hermoso que he visto en toda mi muy desgraciada vida.

— ¿Que va a pasar conmigo? — me armo de valor y hago aquella pegunta que me estaba carcomiendo por completo. Lo escucho soltar una estruendosa carcajada que mas que dar gracia, daba aún mas miedo de lo que creí...

— Por el momento nada — menciona el hombre intentando calmar su tenebrosa risa — me sirves para algo. Así que hasta que no culmines el propósito que tengo para ti, no te haré nada.

Tenia una duda que quería sacar hace rato pero sinceramente sabia que hacerla me podría causar problemas con la persona que literalmente tiene mi vida en sus manos.

No lo digas...

No lo digas...

No lo digas...

— Entonces...¿Ya atraparon al hijo de puta que me metió en esta mierda? — pregunto para acto seguido taparme la boca por haber dicho aquella estupidez. Para mi sorpresa el en vez de molestarse, soltó una estruendosa carcajada logrando que levantara rápidamente el rosto para comprobar que mis oídos no se equivocaban, y efectivamente no lo estaban.

Lentamente el hombre frente a mí se levanta enseñando un cuerpo más que prefecto el cual poseía sobre el un traje echo a la medidas el cual lucia demasiado costoso. salió de atrás del escritorio y empezó caminar hasta estar a mi lado, agaché la cabeza sin pensarlo por instinto logrando que el corazón me empezara a palpitar de manera muy rápida. Este hombre si que me ponía nerviosa, y no me malinterpreten ya que aunque este hombre es muy hermoso, no era su belleza la que intimidaba, era el aura de peligro que emanaba en todo su ser... y tal vez el hecho de que podía matarme en cualquier momento también influía.

— De mi nadie escapa — me había quedado tan absorta en mis pensamientos que no noté en que momento se había acercado a mi oído y había pronunciado aquellas palabras, que mandaron escalofríos a todo mi cuerpo.

— ¿Si lo atraparon? — pregunto mirando aquellos zafiros bastante peculiares. El asiente igual de serio dándome respuesta de lo antes preguntado — Entonces...¿Por qué me tiene aquí? — me atreví a preguntar. Él se aleja de mí para acto seguido medio apoyarse en el escritorio.

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