2. Café de las mañanas

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-Sara - me llamó el Dr. Álvaro cuando acabó la charla. Sí. Había venido a la segunda cita de Alcohólicos Anónimos. Algo muy raro en mí. No solía repetir citas. Y odiaba estas charlas. 

Ésta había sido de lo más aburrida. Todos explicamos el motivo principal, o motivos, por el cual empezó nuestra adicción a las drogas.

PORQUE SÍ: el alcohol es una droga. LEGAL. Pero es  una sustancia que se utiliza con la intención de actuar sobre el sistema nervioso con el fin de potenciar el desarrollo físico o intelectual, de alterar el estado de ánimo o de experimentar nuevas sensaciones, y cuyo consumo reiterado puede crear dependencia o puede tener efectos secundarios indeseados  (Señores, definición de médico, no me la invento). Pues eso, que crea adicción. Sino preguntádmelo a mí. 

En fin... a lo que iba. Me "obligaron" a explicar ( con detalles ) qué pasó aquel dieciocho de agosto del año pasado. Y, conociéndome ya un poco, ¿Sabéis lo que les contesté? Os lo diré:

-Pues pasó que en pleno agosto, en época de sol, calor, sudor,... Todos los días a 30º ... Y decidió llover el único día que tuve que coger el volante, porque mi ex-marido quería disfrutar, pasárselo bien en la boda de mi hermano, BEBIENDO - hice una pequeña pausa para observar las caras de mis compañeros - Y... ¡ZAS! - dije chocando mis manos en una sonora palmada ( partiéndome de risa por dentro (jeje) más de uno se asustó ) - Accidente - finalicé. 

Una se atrevió a preguntarme si mi "marido" murió...

-No. Mi EX-MARIDO - remarqué - está vivito y coleando. La que murió, o asesiné, como más os guste, fue mi hija.

-JOOOODER.... Para qué mierdas fui sincera. Todo el mundo me miraba como si estuviera loca. Pero vosotros me entendéis ¿verdad? No es fácil vivir sabiendo que tu hija de cuatro años ha muerto por tu culpa.

Bueno, como os estaba contando. Me acerqué al psicólogo - que era el único de la sala que no me miraba con miedo. No me juzgaba.

- Bien, has estado... - dijo pensando las palabras adecuadas.

-¿Muy brusca? - le contesté.

-Eh... no. Muy sincera - sentenció - y eso está bien. Pero quiero que seas sincera explicando los hechos, no argumentando tus pensamientos. Se trata de compartir tus problemas con otras personas que te comprenden y te pueden ayudar. No puedes venir aquí y asustar a los demás con la mierda de tus absurdos pensamientos. ¿Lo entiendes?

Vaya con el doctor de los huevos... Y yo pensando que era un mindungui ¿De dónde ha sacado la mala hostia? 

-Te estoy hablando, Sara - me dio cogiéndome del brazo suavemente. Me aparté rápido. Le miré asustada - Tranquila, no te voy a hacer nada - ¿Me lee la mente?

-Lo.. lo siento. Me tengo que ir.

-Espera - se volvió a acercar - No me tengas miedo, estoy para ayudarte ¿Alguien te pegaba?

-No - susurré mirando al suelo.

-¿Sabes? Yo tengo que irme a casa ya, te acompaño - me comentó cogiendo su chaqueta. ¿Siente pena por mí? ¿Tan bajo he llegado?

-No, gracias. Vivo lejos.

-Yo también.

-No necesito tu ayuda.

-Necesitas ayuda, Sara. Todos tenemos problemas - me dijo abriendo la puerta - A veces va bien contarle a un desconocido esos problemas y desahogarse. Y has venido a mí.

-Yo no he venido a ti.

-Entonces, ¿Por qué vienes? 

-No lo sé - contesté finalmente derrumbándome en el suelo, llorando.

-Ey, Sara, ya está. Tranquila - dijo abrazándome - Yo te voy a ayudar.

-No. Nadie puede ayudarme. Nadie puede devolverme a mi hija. Nadie - lloraba. Nunca había llorado delante de nadie después del accidente. Y no sabéis lo bien que me sentí en sus brazos. Soltando todas las lágrimas que no le pude soltar a nadie en un año.

Porque estaba sola. 

Porque tenía mucho orgullo. Pero los orgullosos también sufrimos.

-Vamos a tomar un café - me animó cuando ya estaba más calmada.

-Yo solo tomo café por las mañanas - contesté.

-Bueno, pues a partir de hoy vas a cambiar el café de las mañanas por el café de las tardes - me sonrió.

Ale. Pues café gratis ( porque me invitó ). Fue una tarde muy agradable, diferente. Animada.

Y tengo que decir que, lo que sentí esa tarde, no lo había sentido en mucho tiempo. Me sentí atendida, cuidada, ... sentía que me entendía. 

Y,  sentí algo que pensaba que ya no sentiría nunca. Compañía. 

-Gracias - me despedí.

-Por nada. Nos vemos el jueves - y se fue.

Y yo me fui a casa. Otra vez. SOLA.

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⏰ Última actualización: Apr 08, 2019 ⏰

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