Si tan solo...

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Era un triste atardecer en las calles de la ciudad de Hillwood, con las calles vacías, un cielo nublado, a punto de llover, y un halo de suma tristeza; o al menos así lucía para cierta chica de rubias coletas y rosado moño que caminaba sin rumbo aparente por los rincones de la solitaria ciudad.

-Estúpido cabeza de balón -Decía para sí misma la joven de 12 años -¿Por qué siempre tienes que ser tan obstinado y necio en todo?

La pobre niña no podía dejar de pensar en él. Generalmente solía imaginarlo en fantasías felices, donde su eterno e incondicional amor sería lo que curara todas las heridas provocadas a lo largo de su vida. Pero hoy no. Esta vez no podía quitarse esas ganas de querer ahogar sus penas en lágrimas por su adorado amor.

Paró justo en una banca, frente al restaurante Chez Paris, haciendo inevitable el ver tras esa ventana a dos inocentes niños disfrutando de una peculiar y romántica velada que ninguno de ellos podía olvidar.

"Si tan solo no fuera siempre tan cruel y cobarde contigo..." Pensó la rubia, sentándose en aquella banca y sacando el relicario que representaba el mejor recuerdo de su tan adorado chico de cabellos dorados.

-¿Por qué siempre tienes que ser tan positivo, tan bueno, tan iluso... -Suspiró tristemente, tocando con su mano derecha uno de los bordes de la foto de su amado -tan perfecto e inalcanzable para mí...?

Pronto inició su leve descenso una cristalina lágrima por la mejilla izquierda de la jovencita, reflejando un mayor dolor al recordar lo acontecido horas atrás en el campo Gerald.

*****FLASHBACK*****

-¡Helga, espera! -Gritaba el rubio, tratando de alcanzarla.

-¿Qué es lo que quieres, cabeza de balón? -Preguntó ella en tono molesto. - ¿Acaso necesitas que te lo digan Betsy y los 5 Vengadores?

-Se que suena imposible, pero si hubiera una mínima posibilidad... -Insistió Arnold ignorando la amenaza previa.

-¿Sigues con lo mismo? Arnoldo, sé realista por una vez en tu vida -Decía ella acompañando sus palabras con los ademanes de sus manos- Solo somos dos simples niños. No sabemos donde queda esa selva de la que hablas, ni como llegar a ella... ¡Ni siquiera sabemos como salir de esta maldita ciudad! ¿Y tú crees que podemos lograrlo armados solo con un estúpido mapa que encontraste en un viejo diario?

-Intenta comprenderme, Helga. Las posibilidades son nulas, lo sé, pero, ¿si aún están con vida...? San Lorenzo es muy grande y casi inexplorado por el hombre. Mis padres podrían estar en alguna parte de ese lugar... -Insistió Arnold, más para convencerse a sí mismo que a Helga

-¡¿Acaso estás loco?! ¿Siquiera entiendes lo que se necesita para lograrlo...?

Helga detuvo su hablar en seco. Notó entonces la mirada del chico, la cual parecía no pedirle, sino implorarle que no matará la única pizca de esperanza que con mucho esfuerzo había conseguido. Ella tomó un respiro, tratando de calmarse.

-Escucha Arnold -Decía la rubia, tratando, aún, de relajarse -Sé lo importante que es para ti ese viaje, y más aún encontrar a tus padres, pero debes pensar más allá de lo que ves. Tan solo piensa en tus abuelos, ¿Qué sería de ellos si sufres el mismo destino que tus padres...?

-B-bueno... yo... -Respondió titubeante el chico -Sé muy bien lo que represento para mis abuelos, pero ellos, mejor que nadie, comprenden ese deseo que tengo de encontrar a mis padres. Así que no lo hago solo por mí, sino también por ellos...

-¿Pero también has pensado en nosotros... tus amigos? -Preguntó velozmente la rubia, tratando de ocultar la verdad tras sus palabras -¿Qué diría el cabeza de cepillo de todo esto?

Si tan solo (Hey Arnold!)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora