Desde que los huracanes son poéticos.

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Si los vórtices tuviesen un color sería morado. Un color intenso, real y de linaje. Serían de un tono púrpura resplandeciente. Una mezcla de rojos llameantes y azules ardientes.

Se define como vórtice al centro de un torbellino, el ojo de un huracán. La ironía está impresa en esto por todas partes, ciertamente. Pero mi lenguaje no va más allá de engañosas jugarretas. Un ir y venir de palabras en un mar de sarcasmos bien estructurados.

Pero venía hablando de los vórtices. Del terrible ojo huracanado. De un vacío inmenso... De un sentimiento revuelto.

"Le gustaba porque yo era azul y él de un rojo intenso, al tocarme todo dentro de mí se volvió un cielo lila."

Cuando nos remontamos a la literatura, el escritor suele pintarnos un paisaje completo sobre la historia romántica que enlaza a sus personajes. Nos da un inicio y un desarrollo llenos de la fragilidad de las alas de una mariposa. Conforme nos vamos adelantando en la trama encontramos celos, traiciones, peleas pasionales, cariño, despedidas y en algunos casos un funesto final para los amantes o algún miembro cercano a ellos.

Seamos realistas.

El amor es un vórtice.

En un sentido figurado nos traga. Nos encontramos entonces en el mismísimo centro del infierno, el epicentro de toda desgracia y toda bendición conocida por el ser humano. Todo es posible, si el amor es correspondido, el amante será entonces recompensado, a veces por un tiempo eternamente breve y otras veces de forma efímera. Solo aquellos verdaderamente afortunados son los que conocen las mieles del Universo.

Sin embargo existen otros cuantos desdichados, pobres almas que son tragadas por el vórtice en solitario, hablamos de aquellos que, movidos por las flechas de Cupido, aman a quienes no les aman, esos que mueren día a día sin un pedazo de felicidad en sus cuerpos y se desviven por ver a otro, que ajeno a su sentir, se maneja por la Tierra como dueño de su propio destino.

Es probable que después de tantos siglos al Dios del amor le divierta observar a los mortales correr unos tras de otros enloquecidos y delirantes. ¿Es divertido? No me compete a mí el decirlo. Porque solo soy otra de las muchas personas que han sido atrapadas por el vórtice.

No es algo planeado, ni agradable. El enamorarse puede entrar en comparativa con el choque del Titanic en 1912. Es totalmente inesperado e incluso catastrófico, es como caer en el agua helada condenado a morir a menos que la otra persona decida que vale la pena ahogarse contigo. Desafortunadamente, existen casos en que la persona con tal de mantenerse a flote intentará hundirte. Pregunta ¿Vale la pena todo esto? Respuesta: estas enamorado, no importa.

Nos volvemos ciegos por completo, azotados por las olas. Nos tragamos el orgullo como el agua de mar. Y cuando el otro se nos presenta ajeno, lloramos, y el mar enjuaga nuestras lágrimas.

Sin duda alguna el amor no es un buen negocio para todos. Muchos son los que sufren, y sin embargo nos inclinamos hacia él, es nuestra naturaleza. Nos permite dar a la vida un sentido místico y nos da razones: De luchar, de hacer, de crear, de sentir, de seguir respirando. Da pauta para despertar un Lunes por la mañana, acudir al trabajo y aguardar un mínimo de ocho horas como jornada obligatoria para que al volver al lugar que llamamos casa las cuentas no estén tan apretadas y vemos a aquella persona sonreír un poco más que ayer.

Una maravilla sin duda, es este sentimiento primitivo que nos maneja a todos. Somos títeres del amor.

Luchamos por él, rogamos por entrar en la vida de otros. Nuestras emociones, como un software integrado, comienzan a derribar el sistema, se rompen lazos y derrumban paredes. Construimos puentes y caminos. Nos empecinamos en lograr nuestro cometido... Y suspiramos. Miramos la Luna, a veces como consuelo, de que esta es nuestra confidente. Ella sabe, con cuanta intensidad amamos.

Nos cubrimos de seda en tonos cálidos. En púrpura. Y brilla todo a nuestro alrededor, nos volvemos poetas.

El mundo se torna una caja de colores a nuestro alrededor, la brisa es más fresca, el Sol es cálido, los tonos vibrantes, la música más melodiosa. Y por un precioso instante nos olvidamos de que estamos en el ojo del huracán en el nacimiento del vórtice mismo. Nos hemos entregado total e irrevocablemente, como solo pasa una vez en la vida de cada ser humano que haya osado pisar la Tierra.

Y así, aquellos que desconocen temen el amor. No es un monstruo temible que te acecha sin descanso, o al menos no en todos los casos. En una especie de caída inevitable; es sentarse en la hierba a contemplar el cielo, es disfrutar de un chocolate caliente a mitad del invierno, son los sonidos amables de la infancia, son las voces de aquellos a quienes amamos, es el olor de la hierba recién cortada o la tierra mojada, el sabor de las hojas de menta, el retumbar de los relámpagos a mitad de una tormenta, el mar agitado, el canto alegre de un ave, la explosión de fuegos artificiales...

Es despertar por la mañana y saber que no todo será perfecto, pero no importa. Porque la única cosa que tenemos asegurada al final del día es que todos y cada uno de nosotros morimos lentamente. Y por eso me he desecho de las líneas de salida perfectas, de los temores de la mente, del miedo al rechazo y la insensibilidad humana, me encuentro enferma de toda aquella falta de sinceridad. Eh, y no sin esfuerzo y un corazón tembloroso, de dejar que fluyan por entre mis manos todos aquellos miedos. Y decirte al oído cada uno de mis secretos sin esperar nada a cambio.

"Hasta las estrellas arden y algunas incluso caen a la Tierra."



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Nota de la Autora: Bueno, este proyecto esta a punto de arrancar y espero que disfruten con su lectura, confio en más adelante tener contactos disponibles en mi perfil. Mientras tanto mi buzón de Wattpad estará abierto a todos ustedes. 

Muac,

Marity.

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⏰ Last updated: Jul 16, 2017 ⏰

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