En lecho de seda humeda carne que frota alma con alma; carne con carne. Hasta que lo mas pequeño se vuelva enorme y retumbe el sonido de un bombo en el aire no habra salida para la copa de vino que reposa en tensa cuerda.
Una botella que cae tendida en el piso como esperando explotar y gira en circulos hasta que el piso tiembla. Apunta hacia el cosmos, iluminada por la luna que brilla, reflector de los pecadores. El que peca es amante de la noche de la vida y de la luz. Abstrayendose hasta ser linea inquieta insoportable cautiva prisionera esclava. Las rejas electrificadas de la carcel, las llaves no encajan pero en la desesperacion no importa si nunca se cerro la entrada a intruso bandido mientras sea buen pecador.
El pecador ora de rodillas y la redencion es maravillosa, tanto que sostener la cordura resultaria sacrificio sagrado. Rito de espera ante la misma horca que con su filo separa la cabeza del cuerpo y deja que esta ruede por el suelo. Cabellos barren alfombra y vuelan flechas: cruzan el cielo estrellado prendidas fuego.
Aguarda la copa que rebalsa en amargo y sabroso vino llenando la seda de violaceo bordo junto a la carne en trozos, dividida por el bombeante organo escondido entre las sabanas.
