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MARZO

Hoy vendrían todas las chicas a dormir a casa. Nos volveríamos a juntar como antes, pero esta vez haríamos una pijamada. La realidad era que Christopher debía viajar a Nueva York por una reunión otra vez y se me ocurrió que esta vez podríamos tener más compañía.

Invité a Ireland, Dallas, Tay, Kleo, Kate y Emily.

Hunter ya tenía tres meses de edad, había superado los cólicos y, aunque a veces era algo histérico, era bebé más simpático y de esos que podían dormir durante un concierto de heavy metal. Sus ojos seguían claros, de ese color incierto que tienen los recién nacidos, y su cabello era oscuro como el de su padre y hermano.

Christopher estábamos mejor que nunca. A veces no teníamos oportunidad de tener relaciones, pues algunas noches Harry terminaba durmiendo en el medio, pero todo era diferente entre nosotros. Mejor. Nuestro lazo era mucho más fuerte ahora que había confianza entre nosotros.

Ahora él preparaba su bolso mientras yo caminaba por la habitación con Hunter sobre mi pecho son su barbilla sobre una toalla que tenía en mi hombro, dándole pequeños golpecitos en la espalda. Yo seguía en pijama y el bebé solo vestía el pañal recién cambiado, una ranita roja de mangas largas y medias. Eran las 7AM.

—¿Estás segura de que no tienes problema en que vaya? Puedo enviar a alguien en mi lugar si prefieres que me quede.

Sonreí mientras él metía dos pares extra de ropa interior.

—Está bien, ve. Mañana a la noche estás de vuelta. Aunque te vamos a extrañar.

Me lanzó una sonrisa.

—Yo también los voy a extrañar. Ojalá no tuviera que ir.

—Yo invité a las chicas a que pasaran la noche.

Christopher alzó las cejas.

—¿En serio? Eso es un alivio, no estarás sola.

Largué una risita.

—Me alegra que te preocupes por mí, pero quedarme sola no es un problema.

Él suspiró y metió dos pares de medias.

—Lo sé, pero me pone nervioso igual que estés sola en la noche. Si pasa algo no hay nadie para protegerte.

Me acerqué a él y besé su mejilla.

—Si te hace sentir mejor, Harry y Hunter dormirán conmigo en nuestra cama y cerraré todas las puertas con llave y trabaré las ventanas.

Aunque fuera ridículo, porque no nos pasaría nada aquí, pero lo haría si eso hacía que Christopher no faltara al trabajo por ese miedo.

Lució como que lo estaba considerando. Luego negó con la cabeza.

—No, no, eso es absurdo. Por supuesto que estarán bien.

Besé sus labios y dejé que siguiera con su bolso. Bajé hacia la cocina y prendí la cafetera. Luego tomé rodajas de pan y las metí en la tostadora. Esperaría a que Hunter hiciera provechito para hacer lo demás.

Lo observé apoyado sobre mi hombro. Sus ojos de bebé miraban todo con curiosidad, o lo poco que podía ver con su corta edad, y había baba cayendo por su labio inferior y barbilla. Lo limpié y besé su nariz. Él me miró a los ojos y sonrió.

Se me paró el corazón.

Hunter sonrió.

Por supuesto que los ojos se me llenaron de lágrimas y le besé la nariz otra vez, robándole otra sonrisa de manera satisfactoria. Largué una carcajada suave de incredulidad y esta vez besé su mejilla y su frente y su pequeño cuello.

Lazos irreversibles (Lazos I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora