Capítulo 1

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Sana lloraba mucho cuando era niña.

Ella culpa a sus padres. Son del tipo de "ir con la corriente", siempre diciéndole a Sana que se expresara, que está bien llorar.

Sin embargo, nunca le enseñaron como detenerlo.

Ella se sienta en la caja de arena, quejándose porque ninguno de los otros niños quiere jugar con ella y seguro, el hecho de que prácticamente está berreando probablemente solo sirva para mantener alejados a los otros niños, pero no puede evitarlo; es como un interruptor que, una vez presionado, no sabe cómo apagarlo.

Normalmente sólo termina llorando hasta que se queda dormida – pero la última vez que se durmió en la caja de arena, despertó con arena en su pelo, sus ojos, su boca, y ese era un error que no tenía intención de cometer otra vez.

El personal prácticamente había renunciado a ella también. Cuando la calma se rompe y las lágrimas caen, pretenden estar demasiado preocupados con los otros niños. (En retrospectiva, Sana está bastante segura de que hay un caso seguro por abandono del deber o la falta de cuidado o algo).

Ella no sabe qué le pasa –aparte del llanto– que la hace tan poco atractiva para todos los demás chicos, por qué es que ella es la única sin amigos.

Pero no lo es.

Sana, a través de sus lágrimas, divisa una figura pequeña que se asoma a través de la habitación. Al principio, asume que esta chica debe ser nueva, ya que Sana no reconoce su rostro –pero luego ve a esas zapatillas deportivas de Barbie, y Sana sabe exactamente quién es.

La Barbie de zapatillas deportivas podía ser constantemente encontrada en la esquina, profundamente dormida debajo de una montaña de peluches, la única parte visible de ella son los zapatos rosados ​​brillantes que sobresalían de entre los juguetes de felpa.

La Barbie de zapatillas deportivas la mira a los ojos, curiosa. Su mano está ahuecada, sosteniendo un recipiente de pegamento que había estado levantando hacia su boca, pero se queda inmóvil cuando ve a Sana, que todavía está llorando.

Aparentemente sin pensarlo dos veces, zapatillas deportivas de Barbie deja caer los brazos a su costado –el pegamento salpicando hasta el suelo entre sus pies– y ella se mueve despacio, haciendo sonidos ahogados a cada paso, hasta que se sienta con poca gracia en la arena con un ruido sordo.

Hay un silencio que dura casi treinta segundos, en el que la niña simplemente observa a Sana, y luego:

"Estás llorando", señala a Sana con manos pegajosas.

"Lo sé", es todo lo que Sana realmente logra decir, haciendo su mejor esfuerzo para contener sus lágrimas, pero sin tener idea de cómo.

La niña con las zapatillas deportivas de Barbie inclina la cabeza, parpadea un par de veces y pregunta: "¿Estás triste?"

Sana sorbe su nariz un par de veces, tratando de obtener la suficiente compostura para responder, pero luego descubre a un grupo de otros niños riéndose de ella, y sólo consigue llorar más fuerte otra vez, con lágrimas derramándose por sus mejillas.

La otra niña, que había estado momentáneamente ocupada frunciendo el ceño a los niños burlones, mira hacia atrás y gimotea, "Nooo", a la vista de las lágrimas. Avanza hacia adelante, arrastrándose a través de la arena, hasta que se encuentra rodilla a rodilla con Sana y, aparentemente por instinto, toma las mejillas de Sana, como una manera de bloquear la salida de las lágrimas.

Desafortunadamente, parecen olvidarse de los dedos pegajosos de la niña hasta que es demasiado tarde.

En retrospectiva, es una manera única de conocer a alguien – estar pegadas en el más literal de los sentidos.

fool's gold; samo | namoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora