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¿Qué es perder a alguien?
Esa es una pregunta que muchas personas se hacen. ¿Qué es perder a alguien que está a tu lado todo el tiempo? ¿Qué es perder a alguien que amas más que a tu vida propia? ¿Qué es perder a alguien que te conoce mejor que nadie? ¿Qué se siente saber que nunca más lo verás? ¿Qué se siente saber que nunca más lo escucharás reír, hablar o llorar? ¿Qué se siente saber que nunca más le podrás dar un abrazo? Antes de que todo sucediera, yo me hacía las mismas preguntas.
Nunca pensé que iba a tener que contestar a todo eso tan joven y peor aún, nunca pensé que tendría que seguir con mi vida sin mi amado gemelo, Pietro.
Recuerdo el momento exacto en que sentí que su vida se iba, recuerdo sentir cuando dio su último aliento y sobretodo recuerdo cuando mi corazón se hizo pedazos.
Desde entonces parezco una muerta en vida, no puedo sonreír, tengo pesadillas todas las noches, me cuesta comer y siento que la vida no tiene sentido.
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Mis ojos se abrieron de golpe, pude sentir como mis labios se separaban y aspiraban aire. Giré mi cabeza y pude ver que estaba en una habitación, estaba parcialmente a oscuras por lo que no podía ver mucho.
Mis ojos vagaron por mi cuerpo y pude notar que tenía puesta la misma ropa que llevaba el día en que mi vida llegó a su fin. Sentí algo en mi espalda y al mover mi cabeza pude reconocer que eran mis flechas lo que me llevo a darme cuenta que en mi mano derecha tenía a mi arco.
Mis sentimientos eran confusos, realmente no sabía que hacía acá, es decir, ¡estaba muerta! No debería estar en este lugar. Traté de encontrar una explicación a lo que estaba pasando, algo que me indicara el porque de esto, pero cuando quise recordar, lo único que se me vino a la mente fue un nombre.
