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Allison se sentó en la única cama que había en la habitación, dejo su arco a su lado y junto sus manos para luego observar el lugar donde estaba. Era una habitación sencilla, pintada de gris. No habían muchas cosas, como si esa habitación se hubiera empezado a usar hace poco.
Observó la ventana y se acercó tranquila a ella, podía ver algo de la ciudad desde ahí, los edificios a lo lejos, los árboles...
Un ruido corto el hilo de pensamientos de Allison, esta volteo ligeramente la cabeza y pudo ver como la puerta se abría dejando pasar a la que supuso era la dueña de la habitación. Miro de arriba a abajo a la chica que acababa de entrar, era castaña, tenía una estatura normal y unos preciosos ojos verdes pero eso no fue lo que le llamó la atención a Allison, no, lo que le llamó la atención fue su rostro demacrado, como lucia más delgada de lo que debería y la infinita tristeza que adornaba sus ojos y parecía consumirla.
Ella parecía no haberla visto ya que se acercó a su cama y se dejó caer. Sus ojos se cerraron y soltó un suspiro lentamente, la cazadora observó entonces su vestimenta y vio que llevaba ropa deportiva, claro indicio de que estaba entrenando aparte claro del sudor que presentaba.
Frunciendo el ceño tosío lo suficientemente alto para ver si la podía escuchar.
—Vis, ya te dije que no entraras sin permiso— dijo todavía con los ojos cerrados.
—No soy "Vis" — su voz sonó rara debido a la risa silenciosa que soltó mientras hacía comillas al decir el que suponía era un sobrenombre.
La chica abrió los ojos rápidamente y se incorporó en la cama, observó toda la habitación hasta dar con ella. Vio como su ceño se fruncía y sus ojos se ponían rojos. Se levanto con cuidado de la cama y camino lentamente hacia la castaña. Una masa de energía roja apareció en sus manos.
—¿Quién eres?— un fuerte acento se hizo presente cuando hablo—. Habla— gruñó.
Allison se separó de la ventana y se acercó lentamente a ella, la castaña tuvo que mirar hacia arriba para verla bien ya que la cazadora era más alta por varios centímetros. La chica sonrió tranquilamente al ver como el enojo se hacía presente en sus facciones.
—No tienes porque tener miedo— si era posible sus ojos se pusieron más rojos—. Mi nombre es Allison, Allison Argent.
