Isak en el bar gay. (Eskild+Isak)

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Es una de esas típicas noches oscuras en las que no hace ni frio ni calor y las calles están igual de desiertas que el Sahara. Como si ningún ser habitara en la ciudad.

Las calles están llenas de botellas rotas hechas añicos, vasos de plástico y colillas de cigarrillos, algo habitual de los viernes a partir de las ocho de la tarde: Empiezan las pre fiestas y luego los jóvenes salen a la calle a demostrarle al mundo que tan borrachos o colocados pueden llegar a  estar.

Esa misma noche Isak había planeado una de esas pre fiestas que tanto les gustan a los adolescentes de hoy en día con Jonas en la casa del moreno, con la excusa de que tenía que presentarle a alguien nuevo. Desde su ruptura con Eva no había parado de reprocharle que por culpa suya, ellos no habían tenido la oportunidad de socializar con nadie y por eso mismo solo se tenían el uno al otro.

Pero, mientras Isak se preparaba para la noche, en un momento todo se torció.

—¡ISAK!—Lo llamó su padre a gritos. Su voz le había sonado muy autoritaria. Demasiado para ser él.

—¡VOY! ¡UN SEGUNDO!—Se sienta en la cama y cierra todas las ventanas que tenía abiertas en su portátil con contenido que no debería de constarle a nadie.

Baja las escaleras saltando los escalones de dos en dos y se encuentra con la siguiente escena en la cocina: a su madre tirada en el suelo, un cuchillo tirado en la pila y a su lado, una botella de cristal rota con los añicos esparzidos por todo el solar. Su madre agarraba con fuerza un bote  de pastillas ahora inconsciente.

Ya se imaginaba que es lo que había pasado.

—¿Que...que...—No es capaz de terminar. Le tiembla la voz porque sabe que es lo que se avecina.

Esa cachetada tan brusca que acaba de recibir en la mejilla, eso a lo que tanto teme que llegue la ira de su padre. A su fase violenta.

—¡Te dije que me iba un segundo! ¡que estuvieras atento a tu madre!—Grita en su misma oreja. Instintivamente Isak cierra los ojos como si así su calvario fuera a acabar.

Ya acostumbrado a los sermones de su padre todo aquello que le dice, empiezan a ser palabras monótonas sin significado alguno. Isak solo quiere que su padre deje de hablar, pues no quiere escuchar sus reproches que directamente lo acusan a él de lo que sea cuando, si él se ha ido, ha sido para fumarse un puro afuera y no para hacer algo importante.

Que él tiene todo el derecho a estar estresado por lo su madre, al igual que él y todo su entorno, solo que él no puede huir y aquello que se hacía llamar familia se va haciendo más pequeñito conforme la enfermedad avanza.

Ahora solo quedan él y su padre que está cuando no tiene viaje de negocios o cuando no está fumando o bebiendo con los amigos.

—Estaba vistiendome, he quedado con Jonas para...

—¿Y tu madre con quien se queda si sales tú?—Inquiere con su habitual tono de repelente.—Yo tengo cena de negocios.

—¿Una necesaria?—Dice con segundas.

La última vez que su padre tuvo cena de negocios él estaba en un bar bebiendo copas con sus amigos mientras una prostituta le bailaba a su compañero de mesa.

—Una muy necesaria.—Sale de la cocina. Isak se asoma por la puerta y ve a su padre rebuscar entre un montón de papeles dentro del desorden que hay en la mesa de café.—Tenemos pensado lanzar una campaña de mochilas para la próxima temporada que promete y mucho.—Vuelve hacia el salón.—Y tú, hijo mío, podrías ayudarme.

—No estoy interesado en la publicidad.—Le repite una vez más como si no se las hubiera dicho otras mil antes que esta última.

—Solo sería posar para un par de fotos. Nos harías un buen favor. Ahorraríamos dinero.

One-shots-Evak/Skam.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora