Prólogo.

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— Entonces vas a desaparecer — John lo observa acusador y Harry solo puede morder su labio y tamborilear sus dedos contra el escritorio de madera, observa atento los discos de oro que John tiene a sus espaldas y mira atento la portada de su último álbum, es roja y solo contiene una rosa negra en el centro, él no está seguro de en qué momento John lanzará eso por la ventana y comenzará a soltar insultos sobre Harry — me parece perfecto — el hombre de ojos color café y cabello canoso casi inexistente le sonríe con sus delgados labios y dientes amarillentos por el cigarrillo; cigarrillo, Harry necesita uno de esos justo ahora, su atado quema en el bolsillo de su saco rosa pálido, pero no va a fumar, él ya lo dejo ¿cierto? Esto es solo una crisis, es por eso que los tomo del fondo de su cajón antes de tener esta reunión.

— ¿En serio? — Harry no quiere admitir que está sorprendido pero lo hará de todas formas, Jonh puede notarlo en su rostro, él realmente está sorprendido, sus dedos se detienen del insistente repiqueteo que provocaban en la caoba del lujoso escritorio y carraspea antes de reacomodarse en el asiento de madera y terciopelo acolchado.

— Claro, eres joven y aún no tienes la energía de los grandes, puedes tomarte un descanso — el hombre lo observa como si no fuera nada dejar que Harry desaparezca del mapa pero ¡oh! Está intentando engatusarlo, no funcionará porque Harry prefiere mentir sobre necesitar descansar antes de confesarle a este hombre que no ha podido escribir una jodida canción es más de cinco meses, simplemente nada, todas las palabras se quedan atoradas en su cabeza y se niegan a salir cuando Harry se dispone a componer.

— Gracias — es todo lo que murmura y hace como que no ve la cara de sorpresa de Jonh, sale de la oficina huyendo de las preguntas y se precipita a la salida del estudio, respira antes de caminar a su auto y comenzar a conducir.

«»

Harry está consiente de que si quiere huir debe hacerlo bien, así  que no duda en tomar su valija y correr hacia el otro lado del continente, es un lugar frío  y lleno de humedad y un ambiente salado, pero es tranquilo y nadie parece exaltarse por su llegada, salvo unas cuantas personas que logran reconocerlo. Harry es invisible en la casa que rento, es sólo él y su equipo de confianza como era al principio, sin presiones y fans amontonados en el estudio.

Es un viernes por la noche cuando Harry se resigna, no puede escribir de igual manera y en serio necesita un par de tragos pero él no quiere solo vaciar el mini bar así que huye sin decirle a nadie a dónde va, se cuela en un pequeño bar donde hay un montón de gente bailando y presumiendo sus mejores pasos, lindas chicas le sonríen y algunos guapos descarados le guiñan un ojo o incluso se atreven a rozar su mano cerca de él, como invitándolo a lo que sea que Harry esté dispuesto a aceptar.

Harry se sienta en un banco frente a la barra y está a punto de pedir cuando una aguda voz a su lado se adelanta.

— Martini seco, quiero mucha aceitunas en un vaso y un vodka — las uñas pintadas son lo primero que Harry nota, es un rojo fuerte, los finos dedos de una bronceada y brillosa mano, como si tuviese rocío en la piel, hay una pulsera de colores llamativos y luego la manga de una chaqueta de cuero, Harry observa más arriba y una sonrisa de un millón de dólares lo resive, la chica tiene labios delineados de rojo cereza y la diversión baila en las comisuras de su rojiza boca sabionda.

— Llegue primero — hay unos lentes rosados de marco de corazón que le impiden ver más allá pero pronto son levantados a un esponjado peinado de caireles castaños como el caramelo y unas orbes zafiro brillantes lo observan con diversión, el rímel resalta la viva llama que baila en ellos y Harry está seguro de que ha conocido una sirena.

— No me importa si llegaste primero, yo siempre voy a ganarte cariño — el rizado sonríe acomodando su cabello y alzando una ceja, la chica tiene un extraño acento que suena inglés en el fondo pero que se ha mezclado con el tono irlandés, Harry decide que le gusta.

— Deja de ser presumida, las chicas así no llegan a nada bueno — el chico detrás de la barra llega con su pedido y la castaña sonríe antes de beber el vodka y llevarse una aceituna a la boca de forma lenta.

— Las chicas así presumimos porque somos unas perras — se encoge de hombros antes de tomar su martini y el vaso lleno de aceitunas y señalar a Harry — el chico guapo paga — desaparece en la multitud antes de que Harry pueda decir lo contrario. Pero olvida el reclamo cuando observa sus finas y voluminosas caderas contonearse y piernas bien formadas caminar sobre delicados zapatos rojos  de fino tacón, el cuero negro del pantalón se asienta en las piernas largas y el trasero redondo y abundante se ve exquisito. 

— Pagaré lo que quieras si me dices el nombre de esa chica.

— Tú no querrás recordarlo, créeme — el chico detrás de la barra le da una mirada que Harry no alcanza a entender pero lo pasa por alto.

***

Cuando Louis era apenas un adolescente entendió que la ropa de chico no le iba, no es que él pusiera especial etiqueta a tales cosas pero al parecer debía importarle que así fuera, recuerda bien ese primer momento, cuando su hermana lo descubrió usando una de sus faldas, ella se rió y negó, Louis estaba seguro que ella lo acusaría o le diría marica, pero ella entró en su habitación y camino hacia su armario, sacó una falda de talle bajo color azul y se la tendió a Louis, ella simplemente le miro y Louis entendió que se reía porque se veía horrible con la falda que había escogido robar de su armario.

Louis tiene recuerdos borrosos después de eso, después de esa primera falda, recuerda a sus padres gritar, recuerda a su hermana defenderlo y después todo es un borrón oscuro, no es que Louis no pueda recordar, es que él no quiere hacerlo, no quiere llorar, no quiere ver su maquillaje correrse por sus mejillas rojizas por el colorete o tener que retirar la fina capa de base que se colocó en la mañana, Louis no es bueno con las lágrimas.

Él decidió que tenía una nueva oportunidad, porque es lo bueno de tener opciones ¿no? Era como una obra de teatro, detrás de bambalinas Louis lloraría sin figurillas pero arriba, donde los reflectores podían alumbrarlo y la audiencia podía reírse de él o señalarlo, Louis debía ser fuerte. Carolina debía tener el control.

Carolina •LS•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora