Carolina •LS•

2.

Hay un chico de ojos azules en la esquina, su sonrisa es enorme y brillante, la música retumba en la sala y lo hace querer bailar, mira a su hermana, sus largas piernas que se muestran gracias al corto short a cuadros, pañuelo en su cuello y sus rizos alborotados que se mueven y brincan al ritmo de rock n' roll, es un Louis más joven, más feliz, un Louis libre que no sabe lo que le espera.

Aún recuerda las estruendosas risas de aquella noche, cuando Donna Jhonson comenzó a coquetear con él, sus miradas tímidas que le entregaba hasta que lo vio, entró en el lugar como el jodido dios del mundo, labios rojos cereza y ojos del color de la miel derretida.

Fue la primera vez que beso a alguien, en el callejón trasero de su cafetería preferida, con boca temblorosa y manos que apretaban fuertemente la chaqueta de cuero negro, con una mano en su trasero que lo empujaba insistente contra el duro pecho del chico. "No soy marica" fue lo que escucho cuando un bulto comenzó a apretarse contra su estómago, quizo reírse porque eso definitivamente no era lo que su cuerpo decía, Louis sabía lo que tenía, lo beso de nuevo y soltó una carcajada que pretendía sonar pretensiosa pero estaba envuelta de nerviosismo. "Yo tampoco lo soy" fue lo que contestó y no era mentira, no se sentía como malo, no sentía como estar siendo marica o otra mierda parecida, se sentía como libertad, como un día soleado y miel derritiéndose en su interior, con ese extraño que apretaba su cintura y lo besaba mientras juramentos salían de su boca entre beso y beso, se sentía como la verdad.

Carson era su nombre, lo recuerda, recuerda haberlo gemido un par de meses después, cuando el tipo aún aseguraba que solo era un acoston, en su auto, luego en su casa y en la biblioteca. Louis recuerda a ese joven, a la inocencia que perdió o que pretendió perder, a la libertad que obtuvo, recuerda cuando se vistió como una chica para él, cuando le bailo de forma sensual y sus mejillas se tornaron rojas de timidez, cuando él dijo "bonita" y cuando la desnudo. Cuando le dijo que si fuera chica Carolina podría ser su nombre. "Piénsalo, es tan inocente, cualquiera creería que no lastimas a nadie, pero mírate, tan pecador y embustero como sólo el diablo puede serlo".

Hay una chica de ojos azules que observa por la ventana del solitario café donde se encuentra, observa a la gente pasar y su pasado dibujarse en el cristal, recuerda ese primer amor, lo fugaz que fue y lo bueno que le dejó.

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Harry suspira y lanza la bola de papel al piso, ya ni siquiera le importa que no caiga en el cesto, hay otras cincuenta en la madera del suelo así que ¿qué más da? Otro pesado suspiro sale de sus labios y niega antes de tirarse por completo en la cama y cerrar los ojos, azul eléctrico aparece detrás de sus párpados y puede decir que lo disfruta, el sentimiento de relajacion, sus piernas se dibujan en su mente y su alborotado pelo color caramelo que parece derretirse por su espalda hasta llegar al inicio de la curva de su delicioso trasero, la mira en su mente de nuevo, incluso juraría que puede tocarla y luego aparece un chico, tan parecido, tan obviamente similar, la misma sonrisa coqueta que se ladea hacia el lado derecho, sus ojos felinos que brillan más con la luz púrpura.

Harry piensa  que es una locura, piensa que está volviéndose paranoico pero de nuevo, es una posibilidad, él sabe que podrían ser la misma persona, ese chico atrevido de la fiesta y la fierecilla coqueta del bar.

Se levanta de repente y toma la máquina de escribir pesada e incómoda pero adorada por el ojiverde, comienza a escribir y sonríe satisfecho, como si supiera que es el inicio de algo, la esperanza plasmada en simples palabras. Su deseo que se materializa y sabe que es lo que busca, los abre incluso antes de terminar la frase.

Va a fiestas sin invitación.
¿Cómo podrías rechazarla?

Sabe que la desea a ella, a él.