Secret. Capitulo 4.

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 Capitulo 4:

Llegue a mi oficina antes que los demás empleados de la empresa. Necesitaba un rato a solas. Necesitaba un minuto de silencio para pensar.

Siempre pienso mucho antes de actuar porque actuar es buscar un cambio y hasta ahora aunque la pase mal, también fui feliz y desee mantenerme viviendo en un espejismo, pero veo la realidad ahora. Y esta es cruda y cruel.

Finalmente veo mi verdad. Esa verdad que no puedo ignorar mas.

Mi aparente calma al salir de mi casa y al sentarme en mi silla detrás de mi escritorio en mi oficina es solo de apariencia, por dentro estoy temblando de rabia.

Tarde años en decidir cortar el frágil hilo que mantenía mi vida en una calma superficial. No puedo permitir que las mujeres en mi vida continúen manipulándome.

Minutos después...

Espero a que Valeria entre a mi despacho, yo actúo de la manera habitual, pero antes de que ella se ponga a recitar la agenda del día me adelanto. Levanto una carpeta y se la ofrezco. Le digo.

—Cancela la agenda para hoy. Cambia citas. Cancela todo.

Hoy estaré enfrascado dibujando un diseño. La inspiración vino a mi y como sabes, cuando sucede me pongo a darle vida en el acto.

Toma además esta carpeta. Por favor ve a casa de mis padres y entrégale esos documentos a mi papá. Es urgente.

Valeria toma la carpeta intrigada, pero no es la primera vez que cambio la agenda al último minuto y le pido que vaya a casa de mis padres.

Claro que esta vez es una escusa. La necesito fuera de la empresa por largo rato. Por suerte mi padre vive a las afueras de la cuidad, en una parcela de campo.

—¿Necesita algo mas jefe?.

La miro por un segundo con rabia, pero luego sonrió dulcemente con cara de buenos amigos.

—No nada mas, puedes irte.

Que tengas buen viaje señorita Alvarez.

Ella me observo y la vi morderse los labios nerviosa, adivine que quería decir algo mas. Preguntar tal vez si se me había pasado el mal humor. Pero al final guardó silencio y salió de mi oficina para cumplir mi mandato. Mientras tanto yo apreté los puños sobre mi escritorio con los nervios crispados.

Espere un rato sentado en mi silla giratoria mirando a la lejanía sin mirar. No pensaba en nada.

Me puse de pie y me dirigí a la oficina de Valeria. Otras veces lo había hecho con ella presente.

Mire su escritorio con detenimiento, pero como siempre no habían retratos de su familia. Ella siempre tuvo cuidado de no tener ninguna fotografía.

Años atrás no tenia interés en conocer a su marido o a su hijo porque me azotaban los celos y la rabia de saberla ajena a mi, viviendo con otro hombre, teniendo junto a él la familia que debió ser la mía. Saberla prohibida me dejaba en un estado depresivo. Pero poco a poco tuve curiosidad por su familia, y me fui fijando en sus cosas.

Busque sutilmente fotos, detalles, algo que me hablara de ellos, de su existencia. Nada, no había nada y me pareció extraño. Generalmente la gente tiene retratos de su familia, sobre todo las mujeres que son madres. Y cuando le preguntaba a Valeria sobre su esposo e hijo, ella nerviosa cambiaba de tema. Fue entonces que mis sospechas surgieron. Saque cuentas y por la edad del niño tuve dudas. El niño bien podría ser mi hijo.

Cuando le pregunte por primera vez directamente a Valeria si Leo era mío, ella en el instante dijo que era hijo de su marido. Me enfurecí ya que eso quería decir que estuvo teniendo sexo con los dos.

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