- Elettra, ¡despierta! Jajaja.
- Ay, no grites mamá... Si estoy despierta.
- ¡Uy sí! ya veo. Seguro que anoche te fuiste a dormir a las 4, ¡por lo menos!
- No andas desencaminada...
Y ahí estaba, con un sueño que casi no me permitía mantenerme de pie, y pensando en lo que se me venía encima a lo largo del día. Tenía las mismas ganas de empezar esas clases de inglés como de que alguien me atravesara con cuchillos afilados. Lo mío no es madrugar. Nunca lo ha sido. Si al menos los planes para hacerlo fueran otros distintos a esto... pero no. Cero motivación.
Alyson seguía metiéndose conmigo. Siempre lo hacía, no sé por qué me sorprendía de aquello. Que si "tienes que acostarte temprano", que si "es que te pasas las madrugadas en internet", que "mira qué cara llevas"... ¡Si es peor que mi madre! En realidad me hace gracia que sea así.
Alyson es mi compañera de clase. La conozco desde el mes septiembre, cuando empezamos el nuevo curso en la universidad. No es mucho tiempo, sólo cinco meses, pero nos llevamos bien. Si no fuera por ella la vida en el campus sería aburrida. Es una chica muy alta, de piel clara y con una melena rubia muy larga. Siempre está sonriente y haciendo bromas. No encajamos en muchas cosas la verdad, pero el destino nos ha querido unir esos primeros días de clase. Yo, en cambio, soy de lo más normal.
- Escucha, ¿entramos ya? La tía esta no viene y yo estoy harta de estar aquí esperando - Le dije a Alyson.
- Va, venga vamos a coger sitio.
- Delante no, que sino vamos a parecer empollonas, y no, jajaja.
- Tú siempre lo pareces, jajaja.
Alyson y yo entramos en clase. Ya quedaban pocos asientos vacíos, la gente se había cansado de esperar en el pasillo antes que nosotras, así que tuvimos que sentarnos delante. Justo lo que yo no quería.
- ¿La profesora es nativa? ¿Has oído algo sobre ella? - Me preguntó Alyson.
- No, tiene nombre español. Viene en el folleto.
- ¡Ah, es verdad! - Alyson sacó el folleto y lo puso sobre la mesa. - Daniela Blume.
- ¿Daniela Blume? Ah pues qué bien... tiene nombre de ser un poco cabrona.
- Lo mismo es un pseudónimo. ¿Hacemos apuestas? Seguro que es la típica amargada que no va a permitir ni un movimiento ni tonterías, jajaja.
- Buff, Alyson, vaya ánimos...
- Jajaja, nada Elettra, ya verás como no es para tanto. - Concluyó dándome una palmadita en la espalda.
Veinte minutos. Eso es lo que tardó la profesora en llegar a clase. Veinte minutos en los que Alyson y yo no dejamos de bromear, imaginándonos cómo sería. Nuestras dudas se resolvieron rápidamente al verla entrar por la puerta.
Daniela apareció en mi vida vestida con un pantalón negro super estrecho y una cazadora vaquera. Un pañuelo negro rodeaba su cuello y calzaba unos zapatos rojos de tacón. Entró algo nerviosa y con prisa, dejando su enorme bolso encima de la mesa.
- Siento el retraso, chicos. I'm sorry!
Dudo que mis ojos en ese momento pudieran estar más abiertos. No había visto jamás una chica tan guapa en mi vida. Su sonrisa lo llenaba absolutamente todo. Era como si un soplo de aire fresco hubiera entrado por la ventana. Realmente, Daniela era preciosa.
- Pues no tiene pinta de ser una amargada... - Escuché que decía Alyson.
Yo seguía admirándola, me costaba reaccionar. Sé que Daniela estaba hablando, pero no sabría decir muy bien de qué. Comenzó a hablar en inglés, así que las posibilidades de comprenderlo se redujeron a la nada.
- ¡Cómo está, eh! - Comentó un chico que tenía al lado. - A ver quién se logra concentrar con semejante pivón delante.
Mi mirada se giró y se centró entonces en ese chico. Sentí ganas de intervenir, pero no para darle la razón y reirle la gracia, sino para decirle que se callara. Quería ser la única persona que se fijara en ella. No entendía cómo podía gustarme tanto, si sólo habían pasado pocos minutos desde que la había visto.
Las casi dos horas de clase se me pasaron volando, pero realmente no me había enterado de mucho. Mi cabeza estuvo demasiado ocupada analizando cada sonrisa, cada movimiento y cada gesto de Daniela. Por un momento pensé que se me notaba ruborizada, que me delataría esa sonrisilla tonta que llevaba puesta conmigo. No sabía cómo esconderla... Salí a toda prisa de clase y casi sin despedirme de nadie, ni siquiera de Alyson. Un único pensamiento se me pasó rápidamente por mi cabeza: "Que llegue ya el próximo viernes para poder verla de nuevo".