Ese miércoles mi despertador sonó más temprano que cualquier otro día. Antes de mi clase de inglés había quedado con Aless para hablar con él y contarle lo que había pasado el día anterior. Eran las 9 de la mañana cuando me desperté y, como siempre desde hace unos meses, volví a pensar en Daniela, pero esta vez fue diferente. Sus besos ocuparon mi primer pensamiento, unos besos que esta vez habían sido reales. Recordé su sabor en mi boca y un escalofrío recorrió mi cuerpo, y sentí eso que llaman y deben ser "mariposas en el estómago". Seguramente me ruboricé y una pequeña sonrisa nerviosa apareció en mi rostro. ¡Qué tontería llevaba encima!
Me apresuré a vestirme para no llegar tarde a mi cita con Aless. Cuando estaba a punto de salir, fui a ponerme el pañuelo que había llevaba ayer pero no lo encontré entre mi ropa. Una vez arreglada me despedí de mi madre, que aún dormía en su habitación.
- Mamá, me voy a la universidad. He quedado para desayunar antes de clase.
- ¿Desde cuándo quedas tú a desayunar? - Me preguntó adormilada.
- Desde hoy, jajaja. Voy en metro, no llevo coche.
- Vale, cariño. Mi madre se levantó de la cama y vino hacia mí para decirme algo al oído. - ¿Te quedas a comer en la universidad?
- Aún no sé lo que haré. - Le respondí extrañada.
- Papá y yo comeremos fuera, así que quédate allí si quieres.
- Vale... Por cierto, ¿has visto mi pañuelo? No lo encuentro.
- No. ¿Has mirado en el cesto de la ropa sucia?
- No, pero bueno, da igual. Tengo prisa así que, ¡me voy ya! - Le di un beso y salí de casa directa hacia mi cita con Aless. Aún me quedaba un pequeño trayecto metro hasta llegar a mi facultad, así que para entretenerme algo eché mano del móvil y volví a leer el mensaje que Daniela me había escrito el día anterior. No sé cuántas veces lo había leído ya."Elettra, soy Daniela. Te has dejado tu agenda en mi apartamento, he cogido tu número de ahí. Siento mucho si te he molestado con mi comportamiento... No quería hacerte sentir incómoda. Lo siento mucho, de verdad. Mañana nos vemos en clase. Kiss."
La vergüenza que me producía haber salido corriendo de su apartamento hizo que aún no hubiera sido capaz de contestar y supuse que era tontería responderle ahora. Esperaba tener ocasión para hablar con ella cara a cara y explicarme. Realmente, estaba convencida de que así sería... ¡Vaya! ¡Estaba sintiendo algo de seguridad en mí misma! Era una sensación nueva para mí.
Después de 20 minutos de viaje, llegué a la universidad. Aless ya me esperaba en la cafetería del campus.
- ¡Eli! - Aless se levantó de un salto y vino hacia mí, recibiéndome con un abrazo muy efusivo. - Todo bien, ¿no?
- Sí. - Le contesté con una sonrisa. - Te lo cuento todo y después me dices qué piensas.
Aless estuvo muy atento a toda mi historia que le contaba sobre Daniela, acompañando la charla con divertidos comentarios. Su cara fue de pura felicidad cuando empecé a explicarle el momento en el que ella me había dado ese primer beso.
- ¡Me muero! - Gritó desatado.
- Shhh, no grites tanto.
- Perdona, perdona, es que estoy que no me lo creo. - Se excusó, tapándose la boca con las dos manos.
- Ya... Espera, que aún no he terminado de contar todo.
Aless frunció el ceño.
- ¿Qué pasó?
- Creo que metí la pata. - Le dije avergonzada. - Hubo un momento en el que ella intentó acariciarme y yo le paré los pies... y me fui de su apartamento.
- ¡¿Qué?! - Aless volvió a gritar.
- Un grito más y dejo de contarte nada.
- Vale, lo siento. Pero joder, es que no me lo explico. - Aless se mostró indignado.
- Bueno, me asusté. ¿Tengo que explicarte que fue la primera vez que me besaba con una mujer? Ella es mayor que yo, tendrá más experiencia... Bastante corte ya me da a mí esta situación.
- La ves en un rato, ¿no? Uff, a ver cómo se lo ha tomado.
- Me mandó un mensaje al rato de yo haberme marchado. Parece que lo entendió. - Saqué mi teléfono del bolso y le enseñé el mensaje a Aless, que sonrió al leerlo.
- Está muy claro, Elettra. Le gustas de verdad. - Aless esbozó una sonrisa más grande que la anterior. - No sabes cuánto me alegro.
- Gracias. - Le dije devolviéndole la sonrisa. - En un rato sabré cómo está ella. Hablaremos... Quiero hablar, quiero arreglar este malentendido.
- Estoy seguro de que ella también quiere solucionarlo. Ya verás.