(VII) ¿Y qué? - Mi novia

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- Elettra, Elettra... Te están llamando.
- ¿Qué?
- El teléfono. Toma, cógelo.
Mi madre me acercó el teléfono móvil y lo dejó a mi lado, en mi almohada. Yo me levanté y me senté sobre la cama para contestar, pero justo en ese momento se cortó la llamada.
- Ha colgado.
- Ha estado así mucho tiempo. Pensé que ya estabas despierta. - Murmuró mi madre sin apartar la vista de mi teléfono. - ¿Es algo importante?
Miré y vi que tenía dos llamadas perdidas de Aless y un par de mensajes sin leer.
- Era Aless. Ahora le llamaré. - Contesté entre bostezos. - ¿Cómo has sabido que me llamaban? Si lo tengo en silencio...
- He visto la pantalla parpadeando. - Ah... vale, gracias. - Contesté con rostro serio.
- Bueno, ve levantándote que ya has dormido suficiente.

- Sí, mamá...

Pasaron 20 minutos hasta que salí de mi habitación. Mis padres me esperaban para comer.
- Buenos días. - Les saludé nada más entrar en la cocina.
- Elettra, sigues levantándote tan tarde como de costumbre. - Dijo mi padre a modo de regañina. - Ahora no tendrás hambre.
- Me levanto tarde cuando puedo.
Le miré de manera desafiante y agaché la cabeza sin contestarle nada. Dos no discuten si uno no quiere, ¿no? Pues yo no tenía ningún interés en discutir con el.
- Como rápido y me voy, que tengo clase. - Dije con frialdad.
Me serví un plato de pasta y lo engullí en apenas cinco minutos. Mis padres, mientras tanto, se dedicaban a comentar las noticias que salían por televisión.
- Elettra, ¿te pasa algo? - Preguntó mi padre de repente.
- No.
- Estás muy seria. - Añadió.
Mi padre seguía esperando una respuesta sincera. Mientras, yo mantenía la mirada fija en el vaso de agua y apretaba los labios para evitar decir algo que no quisieran oír. Tras unos segundos en silencio, respondí.
- Todo está bien, papá. Me esforzaré más en clase para que puedas estar orgulloso de mí.
Mentirosa de mierda...
- Claro que sí. Con esfuerzo todo se puede conseguir - Sonrió satisfecho.
Qué fácil era todo. Una sola mentira y conseguía deshacerme de preguntas incomodas. Él tenía lo que quería y yo... Bueno, yo tenía vía libre para largarme sin tener que dar muchas explicaciones.

Salí a la calle y llamé a Aless. El pobre aún estaba esperando a que le devolviera la llamada.
- Aless, ¿voy a tu casa? ... ¿Pero habéis comido? ... Vale ... No, no tengo clase hoy ... Bueno, que no me apetece ir ... Pues ya le pediré los apuntes a alguien ... Salgo ahora, llego en 15 minutos ... Hasta ahora.

Entré en el coche un tanto acelerada. Tenía muchas ganas de contarle a Aless todo lo que había pasado con Daniela. Casi todo... Estaba completamente segura de que él no sospechaba cuánto había dado de sí la tarde de ese maravilloso miércoles... Pensar en ello me tranquilizó y consiguió evadirme de mis problemillas familiares.

Conforme me iba acercando a casa de Aless, recordé la primera vez que estuve en el apartamento de Daniela. Pasé cerca de la parada de metro y pensé en el momento en el que salí de allí para ir a esa tutoría que lo cambió todo... Al final de la avenida tenía que seguir de frente, pero me apetecía pasar por la calle de Daniela y decidí girar a la derecha. Observé con detenimiento aquellas aceras anchas y esa pequeña arbolada que cruzaba de punta a punta la calle. Los coches aparcados en doble fila y el intenso tráfico ralentizaron un poco mi marcha, haciendo que me parara justo delante de su portal. Miré a través de la puerta y me la imaginé apoyada en la pared, esperándome como aquel primer día, con esa falda tan sexy y su sonrisa infinita. El sonido de un claxon me sacó de mis pensamientos... Evidentemente, ella no estaba allí. En la siguiente calle giré a la izquierda y cambié de sentido. Ya estaba bien de dar tanta vuelta estúpida e ir a casa de Aless. Llegué a su calle y aparqué frente a su edificio. Era mi día de suerte. Casi nunca lograba encontrar aparcamiento por aquella zona.

- Cuánto tiempo sin verte, Elettra. - La madre de Aless me recibió con un efusivo abrazo.
Es una mujer muy atenta y agradable. Me conoce desde pequeña y siempre me ha visto como la novia perfecta para su hijo, a pesar de que ya tenga asumido que Aless nunca tendrá una novia. Me encanta ver la complicidad que tienen y cómo no hay secretos entre los dos... Estuvimos charlando apenas cinco minutos antes de que Aless se mostrase desesperado.
- Bueno, mamá, ya habéis hablado bastante. - Me agarró del brazo y comenzó a tirar de mí. - Me la llevo a mi habitación. A ver si hoy no se hace la estrecha, jajaja. - Dijo bromeando.
- Pasadlo bien, chicos.
Aless y yo pasamos a su habitación y nos sentamos en el suelo, sobre una alfombra mullida que suele colocar en los meses de más frío. Siempre bromeábamos con que esa alfombra sería testigo de nuestras conversaciones más íntimas. Ahí iba la primera importante...
- Bueno, Elettrita... Cuéntamelo todo. - Me dijo Aless apoyando los codos sobre sus rodillas y sujetando su barbilla con los puños cerrados.
- ¿Todo?
- Todo... - Me miró muy fijamente.
- Jajaja, no me mires así que me da la risa. - Al verlo en esa postura me dio por reír. Una risa que era fruto más bien de los nervios que de otra cosa.
- Perdón, perdón, es que estoy deseando saber qué te dijo ayer.
- ¿Qué crees que me dijo? - Pregunté divertida.
- Joder, Elettra... Pues no sé, pero te veo contenta. - Ladeó su cabeza y siguió hablando. - ¡Venga! ¡Habla!
Me hice un poco de rogar. Ver a Aless tan impaciente me hacía gracia, y reír era justo lo que necesitaba. Tras divagar unos minutos y ponerle un poco más nervioso, comencé a contarle lo que había pasado.
- Después de clase fui a comer a la cafetería...
- ¿Y en clase estuvo bien contigo? - Me interrumpió.
- Sí, sí. Ella actuó de manera muy natural, como si no hubiera pasado nada. - Le contesté rápidamente. - Me devolvió la agenda y me dijo que me llamaría para hablar conmigo.
- Bien. - Sonrió.
- Como te iba diciendo, después de clase fui con Aly a comer a la cafetería y la vi allí. - Mi gesto se volvió más serio. - No dejé de observarla, de pensar en ella... Aunque me había dicho que me llamaría por la tarde, necesitaba explicarme y no quería esperar tanto.
- ¿Y qué hiciste?
- Meterme en su coche.
Aless abrió de manera muy expresiva sus ojos y su boca, sin dar crédito a lo que estaba escuchando.
- Me metí en su coche y le dije que necesitaba saber que todo estaba bien.
- ¿Y no te vio nadie? - Preguntó extrañado.
- Pues no lo pensé, la verdad. Supongo que no.
- Sigue.
- Se sorprendió al verme allí, pero se lo tomó muy bien. Me dijo que mirara en mi agenda...
Entonces, abrí mi bolso y saqué el sobre con la nota, mostrándosela a Aless para que la leyera.
- Me había dejado esto... - Le dije dándole la nota.
Aless sacó la nota y la leyó con mucha atención.
- Joder, Elettra, ¡qué bonito! - Gritó exultante.
- Sí. Es tan mona...
- Sí lo es.
Aless me sonrió de una manera tan tierna que consiguió emocionarme. No sé qué me ocurrió, pero comencé a llorar.
- ¿Qué te pasa? - Me preguntó acercándose a mí.
- Nada, si es que es todo tan perfecto que me cuesta creérmelo. - Suspiré.
Aless me abrazó y me besó muy fuerte en la mejilla.
- ¿Y por eso lloras? - Insistió en la pregunta.
- Gracias por escucharme. Me gusta tener alguien con quien poder compartir todo esto... Pero me duele tener que callarlo tanto con otras personas. - De repente no veía nada. Mi mirada se nubló a causa de todas las lágrimas que pedían permiso para salir.
- No llores. Esto es ahora. - Aless pasó la palma de su mano por mis ojos sin ningún cuidado.
- Qué bruto eres.
Nos reímos al unísono y lo abracé de nuevo. Esta vez apreté con más fuerza, pidiéndole que no se separara todavía. Mientras lo tenía agarrado y pegado a mí, le solté la noticia que tanto deseaba darle.
- Me acosté con ella, Aless.
Aless se deshizo de mi abrazo y agarrándome de los brazos me tiró hacia atrás.
- ¡¿Qué?! - Los ojos se le salían de las órbitas y su boca estaba mucho más abierta que antes. No pude evitar reírme. - Tía, no me tomes el pelo. ¿Te estás riendo de mí?
- No, no, de verdad. Me he reído porque tu cara es muy cómica... Joder, estoy nerviosa, eh.
- ¿De verdad os acostasteis?
Asentí con la cabeza y sonreí de pura felicidad.
- Fue muy especial, Aless. - Le contesté subida en aquella nube. - Fue tan dulce conmigo... No sabes cómo me sentí. - Solté un suspiro y noté cómo me sonrojaba al recordarlo.
- No sabes cuánto me alegro. - Susurró Aless pasando sus manos por mis brazos.
Su posterior silencio me dejó algo desconcertada. No dejaba de mirarme, pero no decía nada.
- ¿Te alegras de verdad?
- Claro que sí. - Me contestó mientras pasaba sus dedos por mis manos. En ese momento dejó de mirarme. - Pero me has dejado completamente perplejo.
- Ya veo...
- Daniela me parece una chica perfecta para ti. - Continuó diciéndome. - Y creo que tú también estás convencida de esto. Si no, no entendería que hayas decidido dar este paso.
- Dudo que exista alguien mejor para mí.

Mi respuesta firme y sin titubeos logró convencer del todo a Aless.
- Entonces no hay nada más que hablar. - Sonrió enérgicamente. - Quiero todos los detalles.
Los ojos de Aless me miraban sin pestañear, esperando la narración de los hechos. No me sorprendió en absoluto que quisiera saberlo todo. Aless era muy cotilla.
- No te voy a contar los detalles. Me da mucha vergüenza... - Pues vaya...
- Es algo íntimo. - Sonreí.
- Vale... pero cuéntame algo. ¿Fue como esperabas? - La verdad es que nunca esperé que fuera de una manera u otra. Simplemente me dejé llevar. - Conforme lo iba recordando me avergonzaba un poco más. - Le dije que era la primera chica con la que estaba.
- ¿La primera chica? Supongo que entendería que sí habías estado con un chico.
- ¡Claro! - Contesté - Me entendió, no es lo mismo. - Sonreí de nuevo.
- Bueno, ¿y cómo fue? ¿Te gustó? - Aless se mostraba expectante. - Sí. Me gustó muchísimo. - Con lo pudorosa que decías ser... Seguro que estás deseando volver a hacerlo.

¿Y qué? - BlumettraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora