Capitulo 1

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-¿Cómo te sientes? – pregunto Joel, mientras escribía en su pequeña libreta.

Honestamente, había olvidado que se sentía respirar aire fresco, o que se sentía estar bajo el acogedor sol, había olvidado todo lo que me hacía feliz y de alguna forma me hacía sentir viva. Un año, cada semana, todos los días hacia exactamente lo mismo, sin excepciones, repetir el mismo día, una y otra y otra vez.

-¿Cómo crees que me siento? – pregunte seria.

¿Cómo debería sentirme? Estaba acostumbrada a hacer lo mismo, todos los días, no tenía ni siquiera que pensar, solo cumplir y no discutir. Desayuno, almuerzo y cena a la misma hora, clases en la mañana y tarde, y los fines de semana, sesiones con Joel.

-No lo sé, por eso te pregunto – dijo Joel levantando las comisuras de sus labios.

-Dude por un momento – No sé! - exclame- no sé cómo sentirme.

-Vamos Eva, es tu ultimo día aquí, no te vuelvas a cerrar, has hecho un gran esfuerzo para salir a delante, estas mucho mejor que el primer día, solo cuéntame, sabes que más que tu psicólogo soy tu amigo, te lo he demostrado con el tiempo, vamos, confía, ábrete y cuéntame, ya lo has hecho antes, estas a unas horas de largarte de este infierno, no te quedes atrás, no vuelvas a caer.

Pensé por un momento en sus palabras, en que cada día al abrir mis ojos y levantarme de la cama, solo deseaba vivir, pero no vivir como lo hacía, quería vivir sin miedos, sin angustias, ni preocupaciones, pero sé que eso sería imposible.

-pues... - hice una corta pausa y suspire – tengo miedo, mucho miedo.

-Por qué?

-Le envié una mirada fulminante – Como que por qué? – el levanto las cejas – pues tengo miedo porque... y si vuelvo a caer? Y si me siento de repente mal? ¿Y si me vuelven a lastimar? – suspire – no soy tan fuerte.

-Claro que lo eres, eres inteligente y valiente, eres capaz de levantarte cuando caes, solo necesitas ser más segura y tener confianza en ti misma.

Pff como si eso fuera posible.

Lo mire tratando de retener las lágrimas que se asomaban por mis ojos – lo intentare, pero no será fácil.

-tienes a tu familia y a mí – me sonrió –

Me limite a mirarlo.

Sonó el reloj en la muñeca de Joel indicando que la sesión se había acabado. Él se levantó al igual que yo, nos abrazamos y me retiré a mi habitación. Los corredores estrechos y los pasillos de colores grises ya se habían vuelto casi como un hogar. Abrí mi armario o mejor dicho mis cinco cajones donde se encontraba mi ropa, ya que todos los días excepto los fines de semana tenía que usar un absurdo uniforme; camisa blanca, sudadera gris y zapatos negros de preferencia vans. Metí todo en una maleta con ruedas, decidí dejarme el uniforme, cogí mi mochila y la maleta de ruedas, fui a recepción y reclame mi celular, un día por mes nos dejaban revisarlo, pero para que quería yo enterarme de "lo que está de moda" si ni siquiera vivo en la realidad, lo guarde en mi bolsillo y me dirigí a la entrada. Cada paso que daba sentía como el tiempo iba más lento, y al estar más cerca de la puerta mis pasos se volvían más pesados, llego el momento que tanto había esperado, estaba en frente de la puerta, solo me quede viéndola, en pocos minutos estaría del otro lado, totalmente libre, pensaba en que me esperaba allá afuera, la verdad, creo que nada fuera de lo común.

Me gire y sacudí la mano despidiéndome de Joel y de aquella recepcionista. Me voltee hacia la puerta, la abrí lentamente, creo que estaba dramatizando demasiado el momento, di un paso y Salí de aquel lugar, unas lágrimas se escaparon cayendo por mis mejillas, aquel sentimiento de libertad aceleraba mucho mi corazón, me quede admirando el mundo por unos momentos, el sol me fastidiaba los ojos pero me daba igual, quería sentirlo, la brisa enredaba mi cabello, pero daba igual, me encantaba que rozara mi piel. Respire hondo y llene de aire mis pulmones, solo tenía ganas de correr y gritar. Escuche un claxon de un auto, me voltee y vi el carro de mi madre, me dirigí hacia este, toque la ventana para que abriera, entre y abrace a mi madre con todas mis fuerzas, la había extrañado demasiado, mas lagrimas brotaron de mis ojos.

-¿Cariño, como estas? Te extrañe mucho mi niña – dijo mi madre casi llorando.

- yo también – dije tratando de no llorar

-Te amo – nos separamos y acaricio mi cabello – me alegra que estés mejor.

-Si claro – suspire retirando mis lágrimas –

-Prométeme mi amor, que nunca jamás lo volverás a hacer - dijo en un sollozo- no quiero volver a verte ahí! Nunca! -me abrazo y yo asentí

-Tu también prometelo-dije lo suficientemente bajo para que no escuchara.

Todo el camino estuvo en silencio, solo las dos, encendí la radio y pasaban unas canciones que no reconocía, pero me dedique a escucharlas y tratar de que me gustaran.

Al llegar saque todo el equipaje del auto y entre a mi casa, es una casa de dos pisos algo grande, fui a la cocina donde se encontraba Mason, el novio de mi madre, el me agradaba era un buen señor, pero nunca le trataría como mi padre. De hecho respetaría más a Mason.

-Hola – dijo Mason y me abrazo - que bueno que llegaste, te extrañamos mucho!

-Hola – dije y respondí a su abrazo – gracias! Yo también los extrañe

-Cómo estás?

-Mejor – dije algo seca

Subí las escaleras y me dirigí a mi habitación, estaba intacta, tal cual como la deje, las paredes blancas con un toque de azul, mi cama en una esquina, una mesita de noche al lado, las repisas con algunos adornos, libros, fotografías, flores, y en mi armario se encontraba el resto de mi ropa, en las puertas de este habían mensajes, dibujos y cartas pegadas de mis amigas y demás.

Desempaque todo y puse a cargar mi celular, fui a la ventana de mi habitación y cerré las cortinas para quedar a oscuras, me agradaba estar de vuelta. Prendí mi televisor y puse netflix, comencé a ver algunas películas, ya se que había dicho que quería ser libre y salir, pero ahora solo quería estar en mi verdadero hogar y sentirme a gusto, tendría mas tiempo para salir. Estaba en la mitad de "son como niños" cuando me dieron ganas de entrar al baño, debía hacer del 1, abrí la puerta del baño de mi habitación, hice mis necesidades como Dios manda, me pare en frente del espejo y al lado del lava manos había una cuchilla de afeitar.

" Me sentía mal, estaba mareada, todo daba vuelas, la sangre cubría mis muñecas y parte de mis piernas, en cierta manera, sentía satisfacción, dolor, pero me sentía bien, como si hubiera sacado un peso de encima"

Mire una de las pocas cicatrices que me quedaban, la mayoría ya habían sanado gracias a "una milagrosa crema", si, así se llamaba, una lagrima volvió a escapar.

Soy fuerte, me dije en el espejo, me seque las lágrimas y practique mi sonrisa, bueno, un intento fallido de sonrisa que fue más como una mueca de dolor, de igual manera hace rato no la usaba, y no creo necesitarla más. Baje a comer algo, al parecer mi madre tenía el turno de la noche con Mason, en el hospital. Mason es el jefe de mi madre. Me hice un sándwich de crema de maní y tome un té, al terminar subí y seguí viendo películas, al acabar de comer me cepille los dientes y me puse mi pijama, volví a la cama y caí dormida.

FROM OVERNIGHTWhere stories live. Discover now