Introducción

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Ella era una chica atrapada en la rutina, atrapada entre insultos y burlas.

Se tragaba sus problemas y preocupaciones y cuando estaba sola... cuando estaba sola vomitaba hasta la cena de la noche pasada, hasta que el vomito llegaba al fondo del retrete, sangraba, sangraba hasta que la última gota de sangre caía al suelo y lloraba, lloraba hasta que la última lágrima ya le dolía en las entrañas. Luego lo limpiaba todo y hacía como si ni hubiera pasado nada se sacaba las lágrimas y se volvía a maquillar la cara, lo hacía simplemente porque no le gustaba su rostro y era un modo de ocultarlo. Mientras que se maquillaba pensaba y se decía a si misma: -¿por qué yo? ¿qué he hecho mal para que se burlen de mi cada segundo?- Solo se lamentaba de su vida, no quería vivir, le daba asco ver su cuerpo en el espejo, aun así, al terminar de retocarse la cara se limpio la última lágrima que corría por sus mejillas y sonrió, sonrió aunque le dolía por dentro, pero, algo en su cabeza le decía que estaba bien lo que había hecho.

Luego iba a la báscula, a ese aparato que controlaba toda su vida, aunque ya había perdido 13 kilos desde aquel verano, y solo estaba a Octubre, ella se seguía viendo gorda.

-¿Por qué existo? Nadie me quiere ¿por qué no muero? nadie me echaría de menos...- todas esas preguntas y exageraciones rondaban en su cabeza. Se sentía sola, una alma mas perdida por la superficialidad de la sociedad.

Llevaba meses, quizás un año con aquel trastorno alimenticio y emocional. Solo decidió contárselo al que hoy en día es su ex-novio. Él era el sueño de cada chica, era un chico alto, delgado, musculoso, con unos ojos verdes que brillaban cuando miraba al Sol. Pero hace unos dos meses cuando hicieron 1 año y 5 meses juntos, decidió contarle su problema, él no reaccionó como ella pensaba que lo haría soltó unos gritos como: -¿CÓMO? ¿Qué hago yo con tal loca? ¡LOCA!- Después de soltar tales desprecios echó a correr, a correr como si nunca la hubiera conocido.

Ella se sorprendió, no aguanto a llegar a su casa y se puso a llorar en medio de la calle, sin importar la gente o lo que hubiera alrededor.

Eso no fue lo peor, depués de aquello todo el instituto se enteró de lo ocurrido y las que supuestamente eran sus amigas no la volvieron a hablar.

Y es así como una chica con un problema leve, con el deprecio de la sociedad puede llegar a un problema grave, tan grave como la muerte.

Pero quién diría con un chico podría hacerla cambiar de opinión y le jurará un infinito a su lado pero, ¿para siempre?

Ella es Alena y os voy a contar su historia.

Al borde de la locuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora