Daring-Do y la tribu Griffon

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Era una tarde calurosa, el atardecer estaba por terminar y el color naranja en el horizonte anunciaba el caer de la noche, la luna apenas era visible en el cielo.

Ahí, una pegaso de crin color pálido y diferentes tonos de grises, escapaba entre las lianas de los árboles, pues en la espesa jungla detrás suyo la pirámide del sol se hundía cual barco en mar abierto, pues Ahuizotl pecó de ignorante y no desactivó las trampas de seguridad, al levantar su fortaleza en el sitio.

El ala izquierda de la joven aventurera había sido herida antes de su brillante confrontación con Ahuizotl, esto por supuesto le denegó la capacidad de ser independiente en su escape, necesitando pues de la madre naturaleza; sus árboles y malezas fueron su camuflaje.

El tesoro recuperado era la mismísima estatua de zafiro, aquella reliquia que le había sido arrebatada por Ahuizotl con anterioridad.

Nuestra intrépida protagonista, saltaba de rama en rama, dejando detrás la pirámide del sol. Cuando se acercó a la linea de los 500 metros, Daring-Do paró un momento su huida, dejándose reposar en la copa de un árbol. Los cascos le mataban y el calor de la humedad de la jungla le asfixiaban. Tomó su sombrero de exploradora y abanicó un poco con él para refrescarse. Acto seguido abrió su alforja, admirando por enésima vez la estatua de zafiro.

-Lo único que me resta por hacer, es volver a casa. -Susurró para sí misma, colocando su sombrero de nuevo en su lugar.

Guardó la estatua de zafiro en su alforja, no sin antes sacar un rollo de vendas blancas, las cuales usó para tratar su ala herida.

Preparada para continuar su travesía, sé puso en pie y siguió con su estrategia de saltar por las ramas. En el caso de que Ahuizotl hubiese mandado esbirros detrás suyo, no buscarían en las copas de los arboles.

La noche había llegado y la luna ya posaba en lo mas alto del cielo, esto fue la señal que la pegaso esperaba, pues descansaría un poco y aprovecharía para dormir, ya que el viaje no tenia nada de corto.

Daring-Do bajó de los árboles, asegurándose que los alrededores eran seguros. La jungla estaba por terminar, asi que ya no había muchos árboles, en su lugar abrían el paso a pastos altos y tierra solida; eran los bordes de una sabana.

La pegaso recogió unas rocas cercanas y las acomodó en la tierra en forma circular. Así con unas ramas desperdigadas por el suelo y un poco de pasto seco de la sabana, Daring-Do logró encender una fogata dentro del círculo de piedras.

La poni se sentó junto al fuego, retirando el tirante de su alforja y poniéndola a su lado en el suelo.

Daring-Do dio un respiro, pues a estas alturas de su huida ya era prácticamente imposible que algún esbirro la siguiese. Parece que Ahuizotl estaba ocupado con otra cosa.

La pegaso se recostó y posando su sombrero sobre su cara, dio un gran bostezo y acto seguido quedó dormida como un bebé.

Luego de unas horas, cuando despertó ya no estaba en la intemperie sino dentro de lo que parecía una tienda de acampar. Estaba atada de pezuñas y alas, no tenía puesto su sombrero ni su alforja.

Daring-Do miró alrededor suyo y pudo distinguir diferentes tallados en madera, muchos ellos de grifos y estatuillas valiosas, como la estatua de zafiro.

-Veamos que tenemos por aquí. -Susurró Daring-Do para si misma, pues pedir ayuda no es lo suyo.

Empezó a impulsarse sobre su espalda, intentando darse un empujón lo suficientemente fuerte como para quedar recostada en el piso de lado. Había una vela encendida en la habitación así que siguió rodando hasta ella. Cuando la tuvo frente suyo se impulsó hacia delante con ayuda de su cola, haciendo que la soga que amarraba sus cascos delanteros hiciera contacto con la llama de la vela, quemando la cuerda en el proceso.

Con sus cascos delanteros libres, Daring-Do tomó la vela y con su fuego quemó la soga restante, quedando completamente libre.

La poni busco su sombrero y alforja en el lugar, pero no tuvo éxito por lo que salió de la tienda.

Tuvo que cerrar un momento sus ojos, pues la luz del sol le lastimó cegándola unos segundos. Cuando se recuperó del destello, vislumbró unas cuantas tiendas alrededor suyo y una gran conmoción en el centro del pueblo.

-¿Esos son grifos? -Pregunto para sí misma.

Daring-Do se acerco al centro del pueblo pudiendo distinguir mejor el panorama. Por alguna razón los grifos discutían.

-Veo que nuestro confinamiento no te dio problemas joven Daring-Do. -Exclamó el líder del pueblo dirigiéndose a nuestra protagonista.

Abriéndose paso entre grifos de diferentes colores y alturas, la poni aventurera se acerco a él.

-Dime una cosa. No habrán visto un sombrero color verde un poco sucio por aquí ¿No? -Se llevo un casco a su barbilla. -Oh y también la estatua de zafiro.

-Soy Lilgrif, el líder de esta tribu Griffon. Y si, tengo tus cosas. Te las daré en un momento. -El viejo grifo de barba blanca comenzó a caminar. -Sígueme. Verás Daring Do, eres famosa por tus hazañas, eso es evidente. Tu espíritu aventurero y tenaz han superado innumerables retos a lo largo de tu vida y es por esa razón que la tribu Griffon necesita tu ayuda.

-¿Mi ayuda? -Preguntó Daring-Do.

-Así es. -Lilgrif se detuvo frente a una tienda, abrió la cortina y entró. -Adelante, adelante, por favor pasa. -El líder le entregó su alforja y su sombrero. Daring-Do no esperó y se los puso encima. -Al sur de aquí, donde la sabana se vuelve espesa y fría existen unas viejas ruinas bajo tierra. Mis arqueólogos de la tribu han descubierto su entrada, pero los desafíos dentro de las ruinas están más allá de su entendimiento. Ahí es donde entras tu Daring-Do.

-Ruinas... -Susurro la pegaso.

-Hay una leyenda que relata la existencia de un rubí creado con alquimia y magia. Cuenta que quién logré conseguir tal reliquia, será capaz de ver más allá de lo aparente. Le dicen, el Ojo de la Verdad. Y si la leyenda es cierta, este rubí es el tesoro que ocultan las ruinas.

-Pues -Daring-Do se dio media vuelta. -así sea un pergamino o una roca. La aventura no cambia solo en factor del tesoro.
Al contrario. El tesoro es la aventura...

Daring-Do y el Ojo de la VerdadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora