Primera y única parte.
Miércoles.
—Tienes que estar de coña.
—Ese vocabulario jovencita —regaña mi madre tirando de mi coleta. Me quejo y me desparramo sobre el sofá.
—Me quedan solo dos años en la prepa y tu decides que es buena idea mudarnos al otro lado del país. Estás loca. ¿Es que no pensaste en mí mientras le hacías ojitos a Paul?
Mamá se recoge el pelo y le roba una mordida a mi tostada. Gruño despacio, ya que sabe bien que con mi comida no se juega. Me ignora y mira con desaprobación a mis pies llenos de barro, que se encuentran apoyados en el sofá. Se ve cansada, pero aún así, no deja de ser linda. A pesar de tener unos buenos años, se cuida mucho y se mantiene en forma.
— ¿Cómo que no he pensado en ti? Si hasta te estoy inscribiendo en el mejor instituto del lugar. Y además con Paul soy feliz, deberías dejar de pensar solamente en ti y pensar que al fin formaremos una familia.
— ¿Es que tu y yo no somos una, acaso? No necesito a nadie más, ya nos la apañamos bien. Si quieres puedo pedir doble turno en la tienda.
—No hago esto por un tema económico. Encontré a alguien que quiero y me quiere y está dispuesto a recibirte. Punto. Fin de la discusión.
Frunzo el ceño y me dirijo a mi habitación, donde me encierro. No podía creer que mamá estuviera dispuesta a dejar su trabajo y la casa donde habíamos vivido los últimos quince años para mudarse con ese tipo al otro lado del país.
Abro la ventana y tiro una piedrita a la ventana del departamento de en frente. Aguardo unos minutos antes de que se corran las cortinas y ésta se abra.
—Hola, vecina —dice Nate sonriendo.
—Hola —digo apoyándome en el marco de la ventana—. Necesito hablar contigo. Ahora. ¿Puedo entrar?
—Venga —dice sacando una tablilla y apoyándola en mi ventana. Cruzo rápidamente –estamos en el segundo piso y de todos modos el espacio entre nuestras ventanas es de menos de un metro– y entro a su habitación.
Recorro con la mirada su habitación a pesar de que la conozco de memoria. Paso una mano por el marco de una foto de nosotros en la playa, sonriendo. Se sienta en su cama y da unas palmadas a su lado, invitándome a sentarme.
Nate Miller es mi vecino y mejor amigo desde primer grado. Todo comenzó en el almuerzo, cuando lo vi sentado solo y me acerqué a robarle un emparedado. Se enojó mucho, pero dijo que no me podía golpear ya que era una chica, así que aproveché y lo golpeé yo.
—Mierda —dice pasándose las manos por la cara cuando termino de contarle la noticia.
—Lo sé. Apesta —digo abrazando una almohada gris.
— ¿Algún familiar con el que te puedas quedar aquí?
Me rasco la barbilla mientras pienso.
—Tengo una tía que vive a unas cuadras de aquí, pero tiene siete hijos y una casa bastante llena. El resto de mi familia vive fuera de la ciudad.
Nate maldice.
— ¿Sabes? Siempre eres bienvenida aquí.
—Lo sé, pero es solo que no quiero dejar a mamá sola, ni quiero estar tan lejos de ella. Creo que nunca lo he estado, de hecho.
Nate se acuesta en su cama, a mi lado, y luego yo hago lo mismo. Apoyo mi cabeza en su pecho mientras el juguetea con un mechón de mi cabello.
— ¿Cuándo te vas?
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O N E S H O T S
Short StoryDecidí cambiar esta historia (que era un one shot) por una recopilación de los que vaya haciendo (si llego a hacer más). Eso (: Todos los derechos reservados. _devoralibros_, 2018® No válido para adaptación.