¿Han visto cómo los sucesos más trágicos en las películas ocurren en cámara lenta? Es como si de alguna manera se desea reflejar aquella angustia, la desesperación en los ojos ajenos y ver como lo que más amas en este mundo te es arrebatado en cuestión de segundos.
Jeon siempre se burlaba de aquellas escenas, se repetía una y mil veces que es imposible pasar tanto tiempo viendo el sufrimiento en otra persona, se reía hasta el cansancio al ver como no había finales felices en el amor.
Idiotas, decía frente a la pantalla.
¡Ah, pobre tonto! Ahora se arrepentía tanto de aquellas palabras, deseaba volver el tiempo atrás y darse cuenta que el único idiota era él.
Pero el tiempo no se detiene ni espera a nadie.
Y allí se encontraba, corriendo a toda prisa por la calle como si dependiera de su vida; aunque de cierto punto de vista era así.
Corría para salvarlo.
Para arreglar algo que él mismo rompió.
No fue difícil conseguir la dirección del castaño, tan pronto como la secretaria le dio la información él salió corriendo por los pasillos. Poco o nada le importaba tener al director gritándole que regrese o se ganaría una expulsión segura.
Empujó la puerta de aquella casa y sentía que poco a poco el oxígeno dentro de sus pulmones se iba reduciendo cada vez que abría una puerta y no veía a nadie adentro de la habitación.
Pero su corazón cayó a sus pies cuando lo vio allí en el suelo, la cerámica color vino contrastaba con lo pálida que su piel se veía. Frascos vacíos de píldoras se encontraban esparcidos por el suelo y una jeringa se encontraba cerca del cuerpo inerte de Kim.
Después de eso todo se volvió borroso ante su vista, de un momento a otro se encontraba entre agentes policiales haciéndole preguntas a las que apenas les prestaba atención. Sus ojos sólo se concentraban en como la hermana menor del castaño entraba por la puerta principal gritando cosas incomprensibles mientras lloraba al ver a su hermano sobre una camilla, la forma en la cual cayó al piso de rodillas al ver que los paramédicos traían una de esas bolsas negras en las cuales se colocan a los cadáveres.
No lo soportaba, ya no sabía si le dolía el pecho por llorar tanto o por la pérdida inesperada de aquel chico de sonrisa brillante.
Se estaba ahogandoen su propio desastre.
Jungkook tenía claras las cosas, porque en esta situación había un sólo culpable.
Y era él.
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