Y tú te vas

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Y tú te vas, jugando a enamorar

Te enredas por las noches entre historias que nunca tienen final

Te perderás, dentro de mis recuerdos

Por haberme hecho llorar


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Desastre... sabía desde el principio que iba a acabar en desastre.

Él era casado y yo a todas luces un "chico fácil", no era como si alguna vez me hubiera importado que me llamasen de esa forma o como si yo fuera alguien para cuestionar la moral de un hombre con argolla de matrimonio solo en el bar aquella noche, el mismo bar de siempre, porque todas nuestras noches comenzaban ahí desde que a los 16 nos coláramos con identificaciones falsas que los bandidos del lugar pretendían no saber que eran pobres copias baratas.

Ace no estaba conmigo aquel día, ya tenía su conquista de la noche y yo no se la iba a fastidiar solo porque no hubiera encontrado nada de mi agrado aun, no era como si estuviera buscando algo en especial, chicas o chicos daba lo mismo en realidad, solo buscaba algo que llamase mi atención; Cuando me senté al lado de aquel imponente hombre ya llevaba varios tragos encima, le sonreí de forma amplia y brillante y él respondió de manera discreta, quizá le divirtiera ver que un crio de dieciocho se sentase solo en la barra a ver que pescaba, el señor Dragón no era mi primera opción en aquel momento.

Nos sentamos a beber en silencio, porque no me interesaba charlar con alguien a quien obviamente no iba a llevarme a la cama, el sujeto debía tener fácilmente la edad de mi padre, tan severo en medio de aquel mundo de perdición, con su traje gris obscuro como sus ojos y el cabello bien ordenado y peinado hacia atrás en una coleta, con una corbata azul y una camisa blanca impecable que ni siquiera la luz ultravioleta y neón con la que se ambientaba el lugar podía hacer detectar alguna mancha en ella, solo le daba un brillo algo curioso.

A su lado un chiquillo de rulos rubios desordenados y una pinta de callejera desentonaba totalmente, quizá si hubiera estado usando su ropa normal, los pantalones formales con zapatos y la camisa bien abotonada con la que había llegado al apartamento de Ace, al apartamento que antes fuera nuestro... pero no me agradaba esa ropa para salir, ni bien llegar al apartamento ya estaba quitándomela en la puerta, sin importar demasiado si Lu estaba ahí o no, porque el pequeño dos años menor que nosotros tenía sus propios amigos con los cuales salir de farra, ya no era el chiquillo al que su papa y su abuelo abandonaban al cuidado de otros y que por eso siempre nos seguía a todas partes, yo nunca había visto la cara de ningún familiar suyo, pero era mejor así, si ellos no hubieran tenido que ver a mis padres tampoco hubiera sido mucho más feliz.

Tomar alguna playera sin mangas y un par de pantalones entallados no tomaba demasiado tiempo, a veces incluso llevaba ropa ahí para dejarla, esas cosas que no podía tener en casa de sus padres por que se las botarían a la basura, un suetercillo que le caía por uno de los hombros para dejar este al descubierto y algún accesorio al cuello, si Ace estaba de humor para hacerlo no lo dejaría siquiera acabar de vestirse, más aun si Luffy no estaba, pero que el moreno pecoso se quedase dormido en medio de un buen polvo nunca era demasiado agradable, por eso a veces lo rechazaba y salían, aquella noche Ace ni siquiera se le había insinuado, quizá porque había llegado con regalos, regalos que sus hermanos no necesitaban pero que hacían a su conciencia sentirse un poco mejor.

Debería seguir viviendo con ellos pero cuando las cosas comenzaron a ponerse demasiado difíciles y sus padres habían amenazado con ponerse pesados en cosas que ni siquiera les interesaban simplemente los había abandonado, no dejo de verles, estaba seguro que Ace podría valerse por sí mismo, nunca le había necesitado del todo y cada quien tendría su habitación ahora, la amargura de su abandono estaba ahí pero nadie hablaba al respecto, solo pretendían como si nunca hubiera pasado, eso era lo mejor para todos.

Si me ves llorarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora