Prólogo.

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He vivido tantas vidas gritando tu nombre, que ya olvidé el sonido de tu voz diciendo el mío. Son días, son años, que no pasan rápidamente. Tengo que armarme a mi misma cada día y decir que estaré bien, que algún día volveré a acariciar tu cabello negro.

Pero no es fácil. Nada me es fácil sin poder verte.

La reencarnación no es una de las cosas que se me sea agradable, pero aún así me siento agradecida. Por que, al cambio de otros, yo sé que te encontraré en una de estas vidas. Soy agradecida, por que puedo recordarte en mi mente. Vives y caminas como cualquier otro en ella. Eres tú, siempre, la única que llena mis pensamientos.

Tal ves suene algo desesperado, pero así es.

La música, mi fiel compañera a través de los siglos resuena en mis oídos. Esto no es nada más que otro día cualquiera en esta vida en la que me encuentro.

Un viaje en bus y con audífonos puestos me parece algo deprimente comparado a los días en que estabas junto a mí.

Una pequeña sonrisa cruza mi cara mientras me dedico a mirar por la ventana.

Las calles y el bullicio de la gente sigue igual, los anuncios de moda que editan a sus modelos para mostrar una figura inalcanzable, árboles de tanto en tanto... Un cabello negro atado en un moño, la figura que suele aparecer en mis memorias.

Ante esto y sin pensarlo dos veces, pegué mi cara contra el cristal y me asaltó una necesidad de comprobar si era o no mi persona.

-¡Pare el bus, por favor!

Ante mi brusco y alterado grito el chófer paró, di las gracias, bajando rápidamente y corriendo como si no hubiese mañana.

En unos segundos llego hasta el lugar en el que estabas y no te encuentro. Miro hacia todos lados y el cabello que nunca podía fallar en reconocer, cruza la calle.

Corro, la sigo. La respiración agitada, el solo pensar en volver a verla...

-¡Yaoyorozu Momo!

Se dio la vuelta. Yo a unos centímetros de ella.

-¿Si?

Era ella. Mi persona. Aquella a la que he buscado y deseado más que a nada, enfrente mio con una mirada interrogante que inconscientemente me hizo derretir por dentro. Mis piernas moviéndose como gelatina definitivamente no ayudaban.

"Te extrañe". Las palabras queman en mi garganta.

-Disculpa pero, ¿Nos conocemos?




Reencarnación | PAUSADA |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora