El ser que no come

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Todas las casas tienen una historia.
Todas y sin excepción.
Algunas más interesantes que otras, más divertidas, curiosas..
Siempre hay algo que contar.

Y esta no es una excepción.
Estás a punto de adentrarte en un mundo diferente, lleno de miedo y oscuridad.
Pero tienes que ser valiente, o de lo contrario sucumbirás nada más cruzar a puerta.
Debes ver en tu interior, buscar a fondo el más mínimo rastro de miedo.
Pocos están libres del aliento del terror.
Busca muy bien, como si fueses el mejor detective.
Si tienes suerte, serás una de esas jóvenes almas que no le teme a nada.

Una vez dicho esto, si deseas entrar, estas bajo tu responsabilidad.
La puerta siempre está abierta.

Como iba diciendo, esta casa también tiene una historia llena de sorpresas.

La brisa soplaba levemente, lo recuerdo muy bien. A pesar de ello, el sol calentaba mi piel.
El cielo era azul puro, no había rastro de nubes.

Yo estaba tumbado en la verde hierba del jardín, con mi viejo reproductor de música conectado. Sonaba una vieja canción la cual había marcado mi adolescencia: "On a plain" creo que se llamaba.

Estaba yo ahí, tranquilamente, sin preocuparme por absolutamente nada.
Se podría decir que era feliz, y era verdad.
No necesitaba nada más que buena música y tranquilidad.

No recuerdo el tiempo que estuve allí sentado, o tumbado, pero si que sé que me dormí, de eso estoy seguro.
El caso es que al despertar tuve la sensación de estar en un sueño, bueno más que un sueño una especie de pesadilla.
El jardín tenía unos tonos de color muy extraños: la hierba era de un color marrón rojizo,
El muro era morado con espirales negras, que brotaban como si fuese hiedra.
En ese momento me dio la sensación de que se movían, pero eso era imposible.
Observé al cielo, y el azul puro de antes fue sustituido por un gris apagado, como si fuesen nubes, pero no lo era. No veía las voluptuosas formas que caracterizan a las nubes.
Era as bien como una manta enorme que cubría el cielo de un color monótono y aburrido.
Sin embargo, los rayos de sol seguían dando en mi piel, sólo que en vez de calor notaba frío, como si el sol se hubiese convertido en una enorme masa de hielo.

Me di la vuelta y  observé a la casa. Los colores no habían cambiado, sin embargo el aspecto si.
Daba la sensación de ser una casa en ruinas, con las paredes mugrientas y la madera de estas comidas por la carcoma.

Me levanté y fui hacia la puerta, que tenía el cristal roto y en el lugar del pomo había un simple agujero.
Entré en la casa y todo estaba como siempre. No había cambiado nada. Ni el color, la apariencia, nada. Tampoco noté que faltase nada.
La fruta estaba sobre la mesa, los utensilios de cocina en la encimera, los muebles tenían en su interior la comida que siempre estaba en ellos.

En ese momento no le di importancia, así que me fui a la cama para descansar, y pensé que sería un sueño dentro de un sueño.
Tenía que despertar ya, en poco tiempo sería la hora de la cena.
En ese momento me acordé de mi madre. Busqué por toda la casa sin encontrarla. Suspiré.
Fui a mi habitación, y al ir a tumbarme en la cama vi una nota en un posit amarillo que ponía:

"He ido al pueblo a hacer unas compras, no volveré hasta tarde. Tienes la cena en el microondas.
Te quiere,
Mamá"

Me tumbé en la cama y cerré los ojos, para dormirme en ese mismo instante, no sin antes darme cuenta de que estaba sorprendentemente cansado.

Me desperté al día siguiente, con el canto de un gallo cercano, lo cual me sorprendió, ya que no hay casas en la redonda.
Me levanté de mi cama y fui hacia la ventana, la cual abrí para poder observar el exterior.
En ese momento recordé lo de anoche. Todos esos colores, fue tan raro... Saqué esos pensamientos de mi mente y observé el exterior.
Todo estaba en calma, todo era normal.
El viento mecía las hojas de los pinos.
En ese momento observé el muro, y allí estaba el gallo.
Un escalofrío recorrió mi cuerpo.
El ave volvió a cantar.
Justo en ese instante un brazo enorme y musculado con una garra mugrienta salió de detrás del muro, agarró al gallo y lo estrujó hasta hacerlo explota, esparciendo la sangre y las vísceras por doquier.

"Que coño..." susurré.
Esto es una pesadilla. "Despierta" me dije. Me pellizqué. Sentí un pequeño dolor.
Esto no es un  jodido sueño.
Me di la vuelta y salí corriendo de ma habitación, bajé las escaleras y fui directo a la puerta principal.
Sentí un enorme temblor que​ sacudió todo el suelo.
Me giré hacia la casa y vi cómo el el tejado tenía un enorme boquete en el centro.
"Esto no esta pasando, no, no"
No recuerdo lo que pasó, sólo sé que corrí hasta que no pude más.
Creo que me había salvado.

Fui como pude hasta el pueblo, caminando en la oscuridad entre los árboles, con la frescura de la bruma rozando mi piel.

Llegué hasta una cabaña en ninguna parte. Parecía en buen estado, así que le di una patada a la puerta y entré en ella.
Un montón de humo opaco y de olor a huevo podrido salió del interior, acompañado de una luz amarillenta que salió del suelo.

-Hola- dijo una voz grave, profunda y terriblemente horrible.
Las piernas me empezaron a temblar.
Me caí rendido, y las lágrimas ya empezaban a resbalar por mis mejillas.
"Que quieres de mi" dije sollozando.
-Quiero tu alma- dijo esa voz que salía de ninguna parte.
El humo comenzó a entrar a mi cuerpo por la boca y nariz.
Me estaba ahogando.
M

e quemaba por dentro.
"Quien eres" pensé, y esa voz me respondió en mi mente algo que nunca olvidaría:
-Soy el olor a muerte.
Y me fui de este mundo con esas cinco palabras en el recuerdo.

                         ***

Ahora estoy sólo. Después de aquellos sucesos, no volví a ser el mismo, ni física ni mentalmente.
He cambiado mi plano de existencia, se podría decir que soy un fantasma, y sólo puedo ver y ser visto por otras personas que murieron atormentadas.
Soy inmortal, y esta es mi mayor condena. Me es imposible escapar de la celda intangible del tiempo.
Paso los días y las noches en este bosque, protegiendo a aquellos que se lo merecen.

Gracias por escuchar mi lamento, te lo agradezco.

Jhon West,
El Desgraciado

La casa de las luciérnagasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora