Diversidad de actos criminales y homicidas

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2.- El homicidio psicótico,  es una segunda forma y  se caracteriza por la ruptura total con la realidad pudiendo intervenir en actos  explosivos, desconectados y  a  menudo, sin sentido (brotes, psicóticos, esquizofrenias paranoides....).  3.- Una tercera forma, el  homicidio de tipo  egosintónico, es realizado con  poca o ninguna disgregación de la función del ego;  para el  asesino, el acto es racional y  conscientemente aceptable. Muchos de ellos han vivido  en una subcultura donde la agresión hostil y  la violencia manifiesta han llegado a ser cotidianas; son gente marcada por profundas huellas traumáticas narcisísticas  en el inicio de la vida y  desarrollan trastornos de personalidad de tipo caracterial, antisocial y  psicopático de gran dureza y  cronicidad  (sujetos pertenecientes a  mafias, bandas, asesinos a sueldo, gente  de lumpen, de bajos  fondos, narcotráfico, delincuentes duros....). Muchos presentan una crónica devoción hacia los objetos criminales, en los que  existe una seria distorsión del impulso de vida y  de las relaciones interpersonales (casos  sádicos  y  sanguinarios, psicopatía), conllevándoles  a sentirse siempre en  guerra contra la sociedad, a vivir a menudo en una subcultura delictiva,  a no tener sentimiento  de culpa y ser  muy  difíciles de tratar terapéuticamente, si no imposible, según la experiencia habida hasta el  momento. Algunos  de estos tipos de  criminales  se  encuentran  con que  no tienen capacidad de contener, reflexionar y elaborar experiencias excitantes, temerosas o desinistrantes o que  éstas son,  muy  inefectivas, debido, según  M. Klein refiere, a que estos  individuos están anclados en  la posición más precaria de la personalidad, la esquizoparanoide .

- Homicidio político

Un aspecto particular del homicidio es el asesinato  político, distinto del homicidio  ordinario que se fue desarrollando especialmente  a partir de  1963, con una  dramática  proliferación de violencia en la vida norteamericana .  Muchos estudios sobre  acusados del delito  de  amenazas contra el presidente u  otros funcionarios  gubernamentales, como  entre ellos Lee H.Oswald (mató a Kennedy)  y Bremer (hirió al gobernador G.Wallace),  el  asesino  de A.Lincoln, …  mostraron sorprendentes similitudes en sus antecedentes familiares, en su personalidad y en sus patrones de conducta. 

Cabe destacar  que son personas propensas a fantasías intensas  y  recurrentes de venganza y omnipotencia que les incitan a traducir sus violentos impulsos. Característico  de ellos era su fracaso personal, como  expresión de su falta de  confianza en sí  mismos,  muy  frecuente en los asesinos (no confundir  con una habitual opinión exagerada de sí mismo y  un gran afán de poder, reveladores  de sentimientos de omnipotencia,  que son unos mecanismos defensivos  muy primarios e inmaduros de la personalidad que  suelen subyacer bajo un sentimiento de gran impotencia y desamparo infantil). Sus  ambiciones desorbitadas no guardaban  proporción con sus verdaderas capacidades intelectuales y emocionales. En la historia de EEUU,  los asesinos políticos  han sido por regla general solitarios, personas aisladas incapaces de  establecer relaciones humanas  genuinas.  Todos los asesinos políticos potenciales o reales se  habían criado en el seno de familias  en las que prevalecía la pobreza, la hostilidad, las  discusiones y  riñas, una frecuente ausencia o pasividad del  padre  y  un  predominio potente de  la  figura materna. En ninguna familia había habido una  figura  masculina estable  con la cual  identificarse, y  en consecuencia,  estos individuos se haban identificado intensamente  con su madre. Esta identificación fomentada  por la  misma  madre, expresamente transmitía a  sus hijos las amenazas de venganza  y el resentimiento contra los  maridos que las habían descuidado o abandonado, reflejo incontables veces del relegamiento que, a su vez, habían sentido desde sus propios padres.  La ausencia del padre en  la vida  del  niño  había sido  muy  perjudicial para  su bienestar emocional. Ante la imagen de  un  padre negligente,  abandónico  o muerto, estos individuos  se sentían obligados a proteger a la  madre  pero rechazando a su vez los deseos  sexuales prohibidos hacia ella. Privados del  padre  y  sin  encontrar la figura masculina con la  que  identificarse, la  identificación anormal  materna les hizo vulnerables a toda clase de amenazas contra su masculinidad  y hombría. Para defenderse creían  que  debían superar al padre  y/o a sus prósperos hermanos mayores, desplazando el odio  hacia figuras representativas de la autoridad paterna, de la ley poder social  (el desplazamiento, es un  fenómeno  psíquico frecuente por el que los actos o pensamientos aparentemente dirigidos contra determinada persona, van inconscientemente hacia otra). El padre de  L.Oswald  murió antes de  que Lee  naciera, y  el niño fue educado por una madre dominante y  sobreprotectora que le prodigaba una  amor obsesivo y  absorbente  (características comunes a las  madres  de  Bremer, y  otros asesinos...etc). Posteriormente, su esposa Marina lo acusó abiertamente de impotencia, razón por la  que lo había abandonado  dos meses antes de que supuestamente  asesinara  a  Kennedy  en  1963. Es  posible que Oswald hubiese querido demostrar a su esposa  de una vez por todas que efectivamente era poderoso, potente. Anteriormente ya había intentado probar  que en modo alguno  era débil o  pusilánime y había tratado a su esposa e hijos de forma brutal, llegando incluso a golpearla con rudeza en diversas ocasiones. Abandonaba  frecuentemente su hogar,  incapaz de  satisfacer las apremiantes necesidades de  su familia, debido a su dificultad por encontrar un empleo (manifestación de su  dificultad por  ser autónomo, capaz e independiente  y  de  espabilarse  como  un hombre “hecho  y derecho”en la vida). Generalmente  las relaciones deficientes que  mantienen los asesinos con el  sexo opuesto tienen serias repercusiones en sus relaciones con la gente en  general. Tienen pocos amigos íntimos  o ninguno  (porque el niño  que no  puede confiar en  sus  padres, no  puede confiar en los  demás).  La incapacidad por distinguir las situaciones reales  de sus propias  fantasías  es sorprendente.  El asesino de Lincoln creía  que después  del asesinato sería  considerado un héroe. Así también Oswald y  el que  mató al reverendo M.Luther King (que, por otra parte nunca se  llegó a vincular efectivamente con  mujeres, siendo incapaz de  desarrollar una  firme identidad  masculina y constante). La diferencia  entre un asesino político y  los otros, radica en  que  aquellos  muestran una  mayor obsesión por  la sociedad y los acontecimientos  mundiales, por  el mundo, el gobierno,  y la autoridad a los que consideraban horribles, pero también consideraban horrible a  su  mundo interior, aunque no tenían  ninguna  noción consciente de ello.  Su convicción de que el  mundo  se hallaba amenazado por una subversión política no era sino  un reflejo de su  creencia  de que ellos  mismos  se  sentían amenazados; por ello debían racionalizar su acto violento  y darle alguna justificación política o moral. Al amenazar autoridades oficiales están lanzando una petición de auxilio; inconscientemente desean llamar la  atención del gobierno, que  se haga cargo  de ellos, los proteja,  los ayude a aliviar sus  sufrimientos y  satisfaga sus necesidades de dependencia. 

El asesino y el acto criminal Donde viven las historias. Descúbrelo ahora