Algunas características que se aprecian en los homicidas

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Por supuesto  que no existe  una relación causal directa  entre las enfermedades  psicosomáticas  y el acto  criminal. Por sí  mismos, los  trastornos  psicosomáticos  no conducen  al crimen.  Son muchas las personas que  padecen dolencias de  este tipo: úlceras, jaquecas,  asma...y  no son criminales  ni probablemente  lo serán jamás. No obstante, es  muy  importante señalar que los  estados psicosomáticos  son frecuentes  en aquellas personas que provienen de  hogares donde la tensión familiar  se  manifestaba habitualmente en discusiones violentas y  rivalidades. En otras palabras,  el odio  y  los actos violentos parecen originarse en la  misma  constelación del síndrome familiar  que provoca trastornos psicosomáticos, en  ocasiones, aun al grado en  que, según investigó Abrahamsen, estos trastornos funcionan como sustitutos de actos criminales. Al exponerse al peligro, el individuo propenso  a sufrir accidentes es  motivado por  una necesidad inconsciente que gira en torno a un  núcleo interno de  dolor. Tienta a su suerte, acepta riesgos y,  sin advertirlo, se coloca en situaciones peligrosas con el  fin de castigarse  a sí  mismo. A  menudo no puede contenerse. Ese afán de exponerse  a sí  mismo y  a otros al peligro, está íntimamente  relacionado con sus deseos inconscientes de sufrir. Sólo pueden sentirse  bien cuando expresan sus emociones hostiles exponiéndose al peligro (propensión a los accidentes dos veces  mayor que los no delincuentes). Por  muy  paradójico que parezca, ciertas personas tienen que mantenerse desgraciadas para sentirse  bien (sadomasoquismo que alienta  el  que puedan no sólo matar sino también luego suicidarse).  Las autolesiones así  como  las automutilaciones, frecuentes en situaciones- límite, o de desborde personal (a menudo en personalidades borderline-límite o trastornos graves de la personalidad cuyo  yo  está poco definido  y  diferenciado del otro), son actos en que se produce un daño contra sí  mismo (agresividad que en vez de dirigirse  hacia fuera, revierte contra uno  mismo) como forma de tratar de poner fin, calmar y/o contener (según sea la ocasión) angustias de  muerte intolerables a través del propio cuerpo). Ello  indica generalmente una falla  simbólica y  una imposibilidad de obtener contención psíquica por  otras vías más sanas.  Es una  manera de poner control a la sensación de caos interno, de  poder recuperar el sentimiento de seguir estando vivo, de no desaparecer, o dejar  de ser uno mismo. Por otra parte, también constituyen a  menudo una frecuente  manifestación que se  observa  en personalidades psicópatas con  tendencias criminales, en las que el acto autodestructivo forma parte de un ritual, antes de iniciar “la caza”. En el asesino el sentido de  verdadera identidad es  inadecuado o deficiente, y  de ahí también,  su insuficiente identidad sexual. Tratarán  de compensar su incapacidad tratándose de afirmarse forzosamente por otros caminos. Incapacitados  para  amar genuinamente,  no se sienten  por consecuencia amados  ni deseados.  Al ser rechazados sexualmente reaccionan de modo  violento, pues sienten amenazada la totalidad de su  yo. El  resultado puede  ser el homicidio. La inadecuación sexual es un factor primordial en la  intensidad de la violencia empleada  en el homicidio. La excesiva violencia que aplican en el  homicidio (mucho mayor  de la necesaria para llegar a matar), obedece especialmente al afán de venganza.  Por otra parte, Abrahamsen realizó una investigación psiquiátrica que determinó la correlación existente entre la necesidad de ejercer violencia y  los errores ortográficos y  verbales (a partir  del análisis de unas buenas calificaciones  en general, excepto muy  bajas en ortografía, en los trabajos escolares de  criminales). Ciertas anomalías  como  defectos  del habla, hipersensiblidad visual  y  errores ortográficos, comenta  que aparecen  en la niñez como  consecuencia de alguna perturbación  del proceso de su pensamiento. Por ejemplo también en los diarios o documentos escritos por Bremer u Oswald, entre  muchos otros. Estos errores revelan la llamada: onomatopoyesis: la  escritura de una palabra o nombre a partir de su sonido. La persona utiliza su imaginación  y  escribe  una palabra tal y  como  se lo dicta su fantasía, ya  que en el fondo desea que la  palabra sea escrita a su  modo  (en realidad, no desean comunicarse). Las razones  por la cual determinada  persona  comete un crimen, mientras su hermano, que aparentemente tuvo la misma formación  familiar, se crió de  modo normal, se  casó y  vivió  una vida útil a su comunidad,  radica en factores ambientales y  constitucionales. Están sujetos a  la presión familiar o situacional que diferirá de  un tiempo a otro y  dependerá de la relación que establezcan sus padres en  el hogar, así como  de  los sentimientos y  actitudes para con ellos. Por otra parte, los padres reaccionan inconscientemente  de un modo distinto ante cada uno de los hijos a pesar  de sus esfuerzos  más honrados para  ser justos. Oswald por ejemplo, tenía dos hermanos  mayores que llevaban vidas normales  y  criados en un  mismo  ambiente, pero realmente no  fue así porque Oswald se crió con  la madre viuda  y  con sus enormes dificultades al enviudar. Por otra parte, de igual importancia que la situación precipitante, aún más importante, es la posibilidad de que el odio que se ha  venido  acumulando gradualmente por largo tiempo se convierta en un conflicto fijo en la mente del asesino. 

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