Capítulo Uno

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  En una tarde cálida y serena, encerrada dentro de una biblioteca, se encontraba una joven de largo cabello rubio, mirando hipnotizada por la ventana los bosques casi indistinguibles en la distancia. Sus ojos del color del café estaban fijos en un punto, mientras su mente vagaba por todos los lugares que se le ocurrían. Desde un pantano repleto de extrañas flores que se movían, hasta un mundo completamente subacuático, donde una sirena de cola azul nadaba a su alrededor.

  Quién sabe cuánto tiempo llevaba así, pero lo que si se sabía, era que una muy molesta morena, ataviada en un extravagante vestido de color azul marino, repleto de volados blancos, acababa de entrar a la biblioteca, donde sabía que iba a encontrar a su hermana menor, que a este punto ya había caído dormida sobre la mesa iluminada por la luz del atardecer.

  Las facciones de la mayor se suavizaron al verla durmiendo tan pacíficamente sobre una enciclopedia. Se acercó lentamente hacia ella, y con la despertó con suavidad. La rubia abrió los ojos y bostezó estirando sus brazos lo más que le permitía aquel espantoso corsé que ceñía su torso.

  - ¿Que hora es? - preguntó mirando a su hermana mayor, la cual sólo negó con la cabeza sonriendo.

  - Escucha, Lucy, no puedes levantarte en medio de una cena, decir que te retiras un momento al lavabo y te encierras aquí. Y menos cuando hay invitados tan importantes como la familia Fernández. - la regañó la morena. Ésta era un calco de su padre, exceptuando que su cabello era mas oscuro que el de éste.

  - Ya, lo siento, Kana, no lo pude resistir. Capricornio dejó la puerta abierta y pues... Aproveché.

  - Dejaste en ridículo a nuestro padre frente al duque y sus hijos. El mayor se burló de tí, por cierto.- Kana suspiró.- Cuando fui a buscarte al jardín, Gray me dijo que no estabas, de veras me asusté. Hay rumores de que los elfos andan tramando algo, no es seguro andar sola.

  - Son sólo rumores, Kana, además se cuidarme sola. - dijo respirando hondo. - Iré a disculparme con nuestro padre mañana. Ahora debe estar hecho una furia.

  - De acuerdo. Pero te lo advierto, estaré despierta en caso de que se te ocurra escaparte. - Kana señaló a su hermana poniendo una mano en la mesa.

  – Bebiendo... – dijo entre una tos notoriamente falsa. Kana la miró molesta y Lucy se encogió de hombros.

  – Vete antes de que te mande al bosque de los elfos de una patada.

  Lucy rodó los ojos y salió de la enorme biblioteca, su refugio más tranquilo y silencioso. Ese lugar tan gigantesco y repleto de tantísimos volúmenes era más hogar para la joven princesa de lo que todo el castillo jamás lo sería. En él, Lucy había viajado a lugares que jamás llegaría a conocer, confinada en el palacio, había conocido a personas y criaturas que jamás existieron y que eran mucho más interesantes que las aburridas clases de su maestro Sagitario, un hombre huraño con una extraña obsesión por los caballos. Lucy varias veces se había preguntado si éste era zoofílico.

  Repasemos un poco a nuestra protagonista. Su cabello rubio y voluptuosa figura la han convertido en una mujer muy codiciada, incluso más que su hermana mayor. Poseía una inteligencia sin igual, que sobrepasaba a la de los más astutos generales, y un corazón tan grande como su mente. Ella fue criada mayormente por su madre, lo que la dotó de una sensibilidad y sabiduría propias de una persona anciana y sabia.

  Para cuando la joven rubia llegó a su habitación, el sol ya se había puesto en su totalidad, y las estrellas brillaban en el firmamento, como pequeñas luciérnagas apoyadas en el agua de un estanque. Suspiró, sonriendo con nostalgia, pues ella y su madre solían mirar las estrellas todas las noches a identificar las constelaciones, y por que no, crear unas nuevas.

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⏰ Última actualización: Aug 30, 2017 ⏰

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Medianoche en el Bosque - NaLu A.U.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora