Empezó a llover. Ya era hora igual. Todos están hablando por mi barrio, ya todos saben lo que pasó. Todos saben que mi ex me hizo cornuda el sábado y que yo ayer le corté todo. Yo me enteré el domingo claramente. Fue lo primero que me dijeron cuando me desperté. Un glorioso despertar. En ese momento supe que todavía me podían romper el corazón. Sí, tal y como lo leyeron. Todo deseo prohibido y anhelo por cualquier otro se esfumó por la imagen de mi novio estando con otra... o mejor dicho "otras". El bendito número no me iba a dejar en paz nunca. Ocho chicas. Era el karma, yo estaba más que segura.
Intentar tomarse eso con calma durante todo el día e intentar distraerse es algo en lo que me di cuenta que soy realmente buena. Pero cuando las doce de la noche cayeron y yo estaba sola en mi cama a oscuras intentando dormir, fue imposible evitar cualquier tipo de imagen o pensamiento.
¿Le importaba acaso?¿Pensó en mi? ¿Cuantas fueron? Claro que hasta ese momento yo solo tenía confirmadas dos. Una hora y media hable con mi mejor amiga para que me calmara. Imposible. ¿Estuve mal en volver?¿Por qué lo hizo?
Lo más triste de todo, fue recordar lo que me dijo una hora antes de irse a la previa con su mejor amigo: "Yo me voy allá sin vos, pero sos la única chica en la que pienso y con la que voy a estar". Dolió lo que me enteré a la mañana siguiente. Dolió saber que me mintió. Dolió que él ni me hablara. Dolió enterarme por alguien más.
Sé que me merecía todo eso y más. Lo sé más que cualquier ser humano que respira y piensa. Pero fue inevitable no romper en llanto y decirme una y otra vez que fui una estúpida. Y así fue como al otro día lo vi. Me rogó que no lo dejara, que lo perdonara. Que siguiesemos juntos porque yo era la única persona que realmente le importaba. Qué yo era la única chica que iba a querer en su vida. Y aunque desee creerle y perdonarlo, no pude. No pude volver con alguien en que no podía confiar. Alguien que había roto una de las promesas que me había hecho.
Y con esa ruptura ambos comenzamos a romper la promesa que nos habíamos hecho luego de que él me quitó mi virginidad. Recordar ese momento me trae penas, pero prometí algo al comenzar esto, y no pienso seguir rompiendo promesas.
Ambos acostados, sintiendo el cuerpo del otro, dijimos unas palabras que no voy a olvidar por más que me vuelva a enamorar. "Soy el primero y espero que el último". Recuerdo esas palabras como si fuese ayer. "En todo" le respondí yo, ingenua a lo que sucedería después. ¿Fue estupido lo que sucedió luego? Sí, seguramente, pero para nosotros fue importante. Fue real. Y ahí prometimos ser el primero y el último de los dos. No el primer y último garche de los dos. No, yo no era la primera suya y lo sabía. Nosotros prometimos ser el primer amor y el último de cada uno.
Siento un nudo en la garganta al escribir estas palabras. De esos que te ahogan y te hacen sentir impotente. De esos nudo que sabes que terminan en llantos interminables y desoladores. Y aunque las lágrimas caen por mis mejillas, no voy a dejar que esto siga afectándome.
Sí fue mi primer amor. Pero algo que logré entender es que los cuentos de hadas de muestran solo una parte de la historia. Yo creo que cada persona está llena de cuentos, algunos más extensos que otros, que forman algo así como los capítulos de un gran y extenso libro que se titula con el nombre de cada uno. Ese libro, está lleno de cuentos felices, como también está lleno de cuentos tristes.
Yo no creo que él no me quisiera como yo a él. No creo que me haya mentido. No creo que no le importe. Solo creo que el destino no quería que fuese así. Así que sí, puede estar molesta con mi ex, con las chicas con las que estuvo, conmigo misma y con todos por decirme en vez de guardárselo; pero con esto yo termino otro cuento para mi larga historia, y la guardo con los otros como "Mi primer corazón roto".
