LA SED PUEDE SER SACIADA
No es casual que en el evangelio de Juan 7:37 Jesús invitara: <<Si alguno tiene sed, venga a mí y beba>>. Esta declaración es dad durante una celebración judía llamada <<Fiesta de los tabernáculos>>. En ella se conmemora el tiempo en el que el pueblo de Israel celebraban en el desierto, en tiendas. Los israelitas celebraban cuatro fiestas solemnes, una de ellas era la de los tabernáculos. El séptimo día de la fiesta era un gran día de celebración. Cada mañana de la fiesta a la hora del sacrificio, los sacerdotes sacaban agua en una vasija dorada de el estanque de Siloé y la llevaban al templo para derramarla. Esto conmemora la maravillosa provisión de agua de que Dios les dio a los judíos en el desierto. Este día séptimo era conocido como <<El gran hosanna>> y era el clímax de la fiesta. Recordemos que el significado de hosanna está compuesto por dos expresiones; por un lado indica <<Salva>> y por otro <<Te rogamos>>. No se requiere gran imaginación para captar lo que debe haber ocurrido cuando Jesús exclamó: <<Si alguno tiene sed, venda a mí y beba>>, mientras los sacerdotes derramaban el agua Jesús estaba diciendo: << Yo soy la Roca. Ríos de agua de vida brotarán del corazón de los que crean en mí. Sólo yo puedo satisfacer los corazones sedientos>>.
Nuestra sed solo la satisface Su Presencia. Si Jesús promete saciarnos, ¿Cuál es entonces el requisito imprescindible? Tener sed. Ella será la señal para que el espíritu santo descienda.
Cuando un avión se encuentra en el aire precisa que se le señala una pista de aterrizaje, de otra manera nunca podría decender. El piloto, al acercarse a destino tiene un único objetivo, identificar la pista de aterrizaje. El avión no puede decender sin una pista, así sucede en lo espiritual , Dios no puede descender si no encuentras una pista de aterrizaje para que Dios descienda sobre nosotros. De otra manera, como le pasa al piloto, Dios seguirá esperando la autorización de la torre de control para poder descender.
Dios está expectante, así como el padre del hijo pródigo esperando nuestro regreso al calor del hogar, a la intimidad de su presencia. Tan soló una vislumbre de su gloria puede cambiar mi historia, y convertir un corazón indiferente en un corazón apasionado por Su Presencia. Todo aquel que experimentó un encuentro personal con la presencia de Dios nunca más puede ser el mismo. Su Presencia transforma nuestra vida y nos lleva a la integridad y madurez espiritual. Cuando el espíritu santo se revela a su vida, Él despierta pasión por Su Presencia, se genera un incesante deseo por estar mas cerca de Dios.
Querido lector, es mi deseo que a través de estas páginas, no sólo lea acerca de la pasión por Dios, sino que se despierte en su interior una santa pasión por Su Presencia.
¡Prepárate, Dios te visitará con su fuego!
Osvaldo Carnival