"Los pájaros callarán en cuanto el cante"

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Atender la panadería no es un trabajo fácil.

Mover el pan de aquí a alla, revisar el horno, sacar el pan de ahí en cuanto este listo, decorarlo, y encima atender a la clientela.

Todas las mañanas son así aquí en la panadería.

Me estoy sentando apenas después de 2 horas de trabajo y mi papá me indica que atienda al nuevo cliente.

Camino de mala gana hacia el mostrador pero me intereso al ver ahí al padre de mi niña de las trensas.

Un sudor angustioso recorre mi columna.

"Vamos, enserio peeta?" dice mi subconsciente y es cierto, ni siquiera he hablado con su hija y ya me pongo nervioso.

En cuanto se acerca me relajo y le pregunto lo que decea con una sonrisa.

El me la devuelve y me entrega una ardilla y la pongo con cuidado en la mesa de la cocina.

Le doy con la misma precaución el pan que mi padre me ha indicado le de al sr. Everdeen.

Cuando regreso con su pedido me quedó asombrado por su voz.

Está cantando una canción algo rara.

Creo que se llama el árbol ahorcado por lo mucho que se repite esa estrofa.

Entonces recuerdo que es lo que me importaba cuando conocí la clase de canto, ya lo he confirmado con mi niña pero esto es diferente.

Escucho atentamente y...

Nada.

Recuerdo únicamente lo que mi padre me ha dicho...

"Hasta los pájaros cayan cuando el canta"

Y tiene toda la razón.

el recuerdo borrado de la niña de vestido de cuadros rojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora