Capítulo 1.

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El suelo era de mármol, un mármol tan limpio que reflejaba el cielo azul y las nubes blancas, que se movían con velocidad. Este paisaje se extendía hacia más allá del horizonte.

Leticia —que en ese entonces constaba de sólo ocho años— no sabía donde se hallaba. Lo único que hizo fue caminar en busca de alguien que la pudiese ayudar. Caminó, caminó y caminó. Al sentir que no avanzaba, empezó a correr. Corrió y corrió, pero nada cambió. De pronto, se oyó la voz de una mujer. Una voz bella y amable. La voz pronunció su nombre.

— ¡¿Quién es?! ¡¿Dónde estás?! ¡¿Dónde estoy?!

— Soy Venus, la diosa del amor, la belleza y la fertilidad.

Leti se calmó un poco. Su madre le había contado historias sobre Venus, Marte, Cupido y los otros dioses del Olimpo.

— ¿Qué es lo que quieres de mi? ¿Dónde estamos?

— Leticia, tu eres muy especial. Has nacido del amor más puro que haya existido sobre la tierra y necesito tu ayuda, mi hijo necesita tu ayuda.

— ¿Su hijo... Cupido? — Leti aún estaba muy nerviosa, miró hacia todos lados en busca de la originaria de la voz.

— Así es, mi hijo.

El suelo se movió, como si hubiesen tirado una piedra pequeña en una fuente de agua, originando ondas. Cuando este efecto disminuyó, Leticia pudo ver a un ser con forma humanoide contemplando el ocaso con una mirada vacía, solo que este ser tenía unas majestuosas alas. Venus siguió hablando.

— Mi hijo siempre disfrutó de unir a los seres humanos, pero él está muy solo, lo que me entristece mucho como madre. Quiero que tú le hagas compañía. Él estará muy feliz de tener al fruto de su mejor trabajo a su lado.

— ¿Pero qué hay de mi familia? — Le era un poco complicado entender las cosas debido a su corta edad, pero sabía bien que si se quedaba allí no volvería a estar más con ellos.

— Tus padres ya no pueden cuidarte, por eso tienes que quedarte aquí, por el bien de todos.

— El bien... De todos...

Leticia despertó exaltada y sudorosa. Siempre tenía ese horrible sueño, todas las noches, sin excepción.

Le había preguntado a Venus sobre ellos, pero la diosa nunca respondía, siempre guardaba silencio y esquivaba la mirada de Leti.

Miró su reloj, eran las 5:28 de la madrugada. Sobraba tiempo para que comenzara a trabajar, pero no para dormirse. Además, no quería tener el mismo sueño dos veces en un día. Ya le había pasado antes. No era nada reconfortante porque, la segunda vez, el cielo se teñía de rojo, las nubes de negro y las voces e imágenes se distorsionaban.

Como sea, iba a matar el tiempo trabajando desde casa.

Se dirigió hacia su computadora y la encendió, iba a revisar su correo electrónico. Una vez que apareció la bandeja de entrada en la pantalla, vio que tenia uno de David, el escritor emo del cual se tendría que hacer cargo.

De: David Wolsen.
Para: Leticia Ivanof.
Asunto: Próximo número de la revista.

Señorita Leticia, disculpe la hora, pero el resto del día estaré ocupado. Le dejo aquí las fotos de las que le hablé en la reunión y los nuevos poemas.

Leticia miró la hora en la que el e-mail fue recibido; 5:15 am.

«Con que un escritor madrugador y ocupado... Bueno, ¿qué se puede esperar de un universitario tan aburrido como él?» pensó Leti. De verdad le molestaban las personas serías. Ella pensaba que eso podría ser gracias a Cupido, que la ha influenciado toda su vida.

— Bueno, será mejor que le responda. — Se dijo así misma y comenzó a escribir.

De: Leti.
Para: Escritor madrugador.
Asunto: Próximo número.

Buenos días, recibí tu e-mail. Si te soy sincera, tus poemas son muy aburridos y las imágenes, peores. Es una gran desilusión, ¡y eso que eras mi escritor favorito! Leí tus otros borradores, son muy inspiradores, ¿por qué escribes cosas tan decadentes? Que no se te olvide que el tema de este mes es el primer amor.

Leticia estaba dudosa sobre lo que había escrito. Por lo poco que conocía a David, era una persona cuadriculada. No se iba a tomar bien las críticas y menos la forma tan informal en la que se dirigía a él. Aún así, tomó coraje y le dio al botón de "enviar".

Al otro lado de la ciudad, David estaba dando los toques finales a su trabajo práctico. Lo tenía que entregar a primera hora pero se había atrasado con el tema del cambio de editor. También, aprovechó la madrugada para enviarle un correo electrónico a Leticia en donde le informaba sobre los cambios que quería hacer y también para pasarle los poemas de este mes.

A la media hora de haberlo mandado, recibió una respuesta. Le sorprendió que una persona que parecía muy despreocupada se levantara tan temprano.

Una vez que lo leyó, su rostro se deformó drásticamente. Había varias cosas que le molestaban en la respuesta. Empezando por la informalidad de la misma. Las criticas le daban igual, sabía que Leticia tenía razón. Sus poemas se estaban volviendo aburridos, incluso para él.

Quiso reprochar la informalidad que usó, pero tomó aire y se calmó para después escribir una respuesta.

De: David Wolsen.
Para: Leticia Ivanof.
Sin Asunto.

Bien, si tu vas con informalidades yo también.

Se bien que mis poemas están aburridos, pero no conozco el amor romántico como para escribir sobre él. Aun así, lo voy a intentar. Te los envío pasado mañana.

— ¿No... Conoce el amor? - Leti se quedó pensando en eso todo el día.

PAUSADA EN ESTA CUENTA. Chico de LetrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora