Carly Morgan salió de su casa una tarde del domingo, el viento soplaba fuerte y ya se sentía llegada del otoño, apretó el cinturón de su pequeño traje para que no se soltara con el estruendoso viento.
Ella no sabía dónde dirigirse, pensó que si tomaba un autobús este la llevaría a algún lugar mágico; camino por la pequeña calle que conducía a un hermoso parque de juegos, tenía la buena convicción de que si el día se veía bien tenía que ser bueno; se colocó en la acera esperando a que el semáforo cambiara pero entonces, un autobús rojo de servicio público se detuvo delante de ella, lo pensó bien, tal vez era una señal de que ese día debía salir, lo dudo pero sin pensarlo tanto tiempo subió.
La mañana anterior había soñado con que algo bueno pasaría. Era un domingo excelente, el sol brillaba y el cielo estaba totalmente despejado, la gente parecía que sonría de verdad ¿Por qué no esperar que algo bueno sucediera en su vida hoy?
Carly, hija de padres latinos, perseverantes y de buenos ideales, con perspectivas positivas de las cosas; soñaba algún día con algo inesperado que cambiara su vida, era estudiante de la universidad central, y estudiaba Artes, era becada y eso la hacía una de las mejores estudiantes de allí; su belleza también le hacía juego a su total inteligencia, encantadora, bonita, ingeniosa e inteligente con grandes expectativas para la vida, era difícil de encontrar en aquella época una mujer así.
Carly, una mujer de piernas contorneadas, busto normal y caderas perfectas, los ojos marrones profundos brillantes y facciones finas y el cabello castaño oscuro, la hacía una mujer sencilla pero a simple vista, perfecta. Siempre tenía alguno que otro detrás de ella, su belleza tanto física como su personalidad eran adorables y únicas, pero para su mala suerte nunca había encontrado a alguien que la entendiera, incluso, era una mujer de pocos amigos y, su vida social era simplemente inactiva, su círculo de amistades se reducía a ninguno, no tenía amigas, como todos: compañeras, no dejaba que nadie se metiera a su vida así, porque si, ella era de esas mujeres que si se encariñaba con alguien era de verdad y siempre lo tendría presente.
Se sentó en la parte de atrás del autobús, al lado de una ventana mediana, que daba la vista a los andenes de los edificios de residencia, busco entre su bolso su celular y encontró tres masajes de texto de su hermano mayor, no los miro y solo simplemente se dispuso guardarlo, fijo su mirada hacia delante cuando el autobús se detuvo, las puertas se abrieron y vio a una mujer entrar, era blanca de cabello castaño claro, con grandes ojos miel, camino por el angosto pasillo, el autobús no estaba lleno, así que se podía sentar donde le placiera; la miro y le dio media sonrisa.
"¡Es hermosa!" pensó Carly, no parecía mayor que ella, unos veinte, veintidós, miro donde sentarse pero a la final se sentó al lado de ella, la mujer llevaba puesto una camisa de cuadros manga larga, metida perfectamente en su short y unas botas marrones hasta debajo de las rodillas. Puso su mirada en la ventana, en todo lo que había afuera porque por alguna razón se había puesto nerviosa y las manos sin explicación alguna le estaban sudando, acomodo su espalda en el respaldo de la silla y respiro con suavidad, la miro de reojo, pensó haberla visto antes pero no sabía dónde, decidido dejar las cosas así, si, sentía la necesidad de hablar con ella y preguntarle si ya se habían visto, pero luego se retractó, porque no quería molestarla, volvió a su celular y decidió responderle a su hermano.
-¿No te parece un hermoso día?-se escuchó una voz fina, se dio cuenta que era a ella y opto por contestar
-Si... es un bonito día... como para salir-
-Si bastante, aunque mis hermano prefieren quedarse en sus camas haciendo un carajo-
-Mis hermanos igual-dijo con una risita- ellos se lo pierden- esta le dio una sonrisa tan cálida que pareció que en realidad ya la había visto en algún lugar.
-Mas-admitió-Un gusto, Taylor Jones- le extendió la mano
-Carly Morgan-estrecharon las manos
-¿Y adónde vas?-Taylor voltio un poco el cuerpo para tener mejor vista de la chica
-No sé, adonde me lleve el bus. Quizás en una hora este en narina o quien sabe-ambas se rieron como si se conocieran de años-¿y tú?
-A una librería, necesito unos buenos libros, Dios... necesito vida -contesta con cierta dulzura que para ella era encantadora, Carly puso sus manos en las piernas y relajo los músculos que parecían tensarse.
-¿Lees?-pregunto ésta extrañada, en realidad para aquella época leer era obsoleto, nadie parecía interesarse por buscar buenos libro, para eso estaba el cine, decían muchos
-Sí, claro que leo, sin ellos, uff, estuviera loca- rieron de nuevo
-Dímelo a mí-soltó con naturalidad, Carly era una lectora compulsiva, tenía la sensación de que esta era la única explicación también porque no tenía un círculo de amistades
-¿También Lees?-pregunto sorprendida, no había encontrado en su vida a alguien que compartiera esa gran afición con ella a menos que fuera sus abuelos y algunos tíos de 50 años
-Sí, me gusta bastante, en realidad lo amo, tanto como a las artes –comento con media sonrisa
-¿Estudias Artes?-Pregunto de nuevo esta vez un poco más curiosa, se sentía tan misteriosamente interesada por la desconocida
-Si, en la universidad central- respondió orgullosa
-Yo también-exclamo, ambas estaban extrañamente sorprendidas por eso, sonrieron -¿me acompañas a escoger un buen libro? Si no te molesta-
-Para nada... De todos modos no tengo nada que hacer- ambas pidieron la parada al autobús, al ver que ya habían llegado a la librería, ambas bajaron
-¿Cuántos años tienes?-preguntó Taylor-
-Veintiuno-respondió, se quedaron frente a las puertas de vidrio de la librería. Ambas eran hermosas, ambas inteligentes; parece que iba hacer una gran amistad, pensaron ambas, Taylor empujo la puerta como si fuera a entrar a una dulcera, cosa que le causo gracia a Carly
-¿Y tú cuantos años?-la tomo de la mano haciéndola entrar a Carly, le gustaba ir de compras de libros, pero era mucho más interesante cuando lo haces con desconocidos, después de todos eran lectoras y de seguro tenian un mundo que aún no habían descubierto
-Tengo veinte, cumpliré veintiuno en unos meses-.
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Taylor & Carly
RomanceA Carly amaba ver las gotas de agua caer. A Taylor le gustaba sentir la brisa en su rostro. Amaban el arte.Y en toda su diferencia se parecían. Una amaba escucharla, la otra amaba admirarla. Y ellas no estaban preparadas para ser rechazadas. "El m...