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Segundo, mi casa. Papá no me hablaba, había contratado a una mucama que me hacía de comer, me servía el plato y se iba. De repente mi hogar, el que estaba lleno de dibujos míos en la heladera, de alguna que otra risa, de charlas, se había convertido en el penúltimo lugar al que quería ir, las paredes parecían de una oficina, todo beige, silencio, silencio y más silencio, sin mamá todo se sentía vacío.

CHIARA #CdADonde viven las historias. Descúbrelo ahora