Clandestino...

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En la soledad me encontraba de nuevo, como siempre, como suelo hacerlo cada que no vienes,
que no me miras,
que no me escribes;
mientras que por mi mente divagaba extraña e infame, tu figura ausente.
La figura esbelta de tu silueta que se torna gris a medida que te acercas, tan serena,
tan calmada, tan cristalina.
No pude,
realmente no pude, evitar recordar las lágrimas deslizándose por tus mejillas,
tan delicadas, tan sencillas.
Tan sencillas como el amor que de mi pecho emana.
Tan delicadas como tú,
como yo, como una vida sin ti,
o como un pasado sin los dos.
Sin sentido,
sin sentido de nuevo;
como mis pensamientos que creen que podrán algún día ser tu todo,
ser mi nada.
Recuerdo aquellos bellos momentos,
tan bellos que resultan ser inolvidables,
aunque pensaba que eran efímeros mientras los vivía,
pues imaginaba una vida entera llena de momentos similares,
tan iguales.
Así pues,
vuelvo a mi escritorio
y mientras tomo mi pluma,
recuerdo lo que algún día solías decir:
"Nunca me dejes,
eres mi todo,
serás mi todo,
por siempre...para siempre".
Míranos,
míranos ahora,
no somos más que sinónimos de "para nunca",
ahora nuestros recuerdos son borrosos
y cada que pensamos en ellos
intentamos olvidarlos de inmediato,
dejar todo en el pasado
y encadenarlo a un fuerte roble para que nunca,
nunca, puedan seguirnos a donde quiera que vayamos.
Tanto queremos olvidarnos,
tanto queremos vernos.
Tanto queremos devolver el tiempo, pero... ¿Por qué no podemos?
¿Y si en vez de devolver el tiempo lo hacemos posible de nuevo?
No sé, solo pienso...
Tocarnos de nuevo como la primera vez,
sentirnos libres como solíamos hacerlo,
sentirnos únicos cada que nos vemos,
sentirnos completos sin saber que los demás nos ven como piezas separadas que no encajarán nunca, nunca...
Dime, ¿Por qué no?

Suena tan fácil, vernos de frente,
ver nuestro reflejo en otra persona
y saber que nos complementan nuestras obras,
que gustos distintos
se vuelven equivalentes al verlos desde diferentes matices.
Verlos desde tus ojos,
desde mis ojos.
Te adoro,
como a nada,
como a todo.
Tu nombre recorre mi mente
de lado a lado y no se detiene,
ni siquiera descansa.
A veces pienso que no estoy cuerdo,
que mis delirios suicidas
quieren que yo vea todo diferente...
desde la oscuridad...desde la muerte.
Desde la muerte.
Desde la muerte podría verte por siempre,
podría estar a tu lado sin que te des cuenta,
podría visitarte y abrazarte
en las noches oscuras cuando sientas el frío,
el frío de la soledad.
Ponerle fin a esto sería lo mejor.
Ponerle fin a este amor es la solución,
la única solución.
Pero no puedo,
no puedo, no puedo.
¿Por qué no puedo?
La respuesta a esa pregunta es sencilla,
pero enmarca tanta complejidad
que simplemente se hace imposible adivinar qué es lo que me pasa...
"No puedo porque no quiero...porque te quiero".
Me respondió una voz desde adentro,
una voz que no me pertenece, una voz tan dulce que tumba y retumba
cada pared de mi alma,
de mi cuerpo.
Tu voz.
Esa voz que me hace ceder ante cualquier petición,
por más sencilla e ilógica que sea;
esa voz que me vuelve loco,
que me devora,
que me debilita,
que me sonroja;
que me hace responder:
"¡Vete! ¡No me hables ahora,
no me digas nada,
no me ayudes que yo puedo!"
Pero en realidad...no puedo...
Tu voz me hace sentir libre,
a la vez que por dentro me carcome las entrañas
y me deja llagas de tamaños inimaginables,
llagas que sangran
y brotan de nuevo cada vez que vienes.
Mientras que mi mente insolente solo piensa en lo bueno,
intentando camuflar
aquel reguero de secretos,
de sentimientos.
Absurdo.
Absurdo es pensar
que soy solo -Pero sí solo soy tuyo-Pensar que en mi piensas cada segundo-Piénsame cada segundo-Pensar que soy tu todo, pensar que soy tu nada-Quiero ser tu todo, quiero ser tu nada.-¡Basta! Le grité a mi subconsciente, el que cree que todo se puede y que la vida no es más que un ramo de flores tan hermoso, tan radiante, tan brillante, tan eterno. -¿Estás ciego acaso? Vanamente trataba de hacerle entrar en razón, de ver la realidad, de ver que no me miras y que cuando lo haces, lo haces por lástima nada más. Que cuando estás a mi lado no haces más que pensar en quien te ama de verdad y, sobre todo, saber que ese alguien no soy yo. -¡Reacciona imbécil, abre los ojos de una vez por todas! Me ignoraba de nuevo, solo se pasaba largos segundos pensándote, soñándote, imaginándote. Recuerdo cuando en uno de sus delirios me contó que solía imaginarte frecuentemente, que te recostaba suavemente sobre la cama para luego lentamente deslizarse por tu figura y besar cada centímetro de ti. Que primero soltaba tu cabello, mientras consentía con delicados besos tu cuello. Que desabotonaba tu blanca y delgada blusa a través de la cual era visible ese hermoso y delicado escote, escote mágico que resaltaba por aquel sostén negro. Sostén que soltaba despacio-como si ya tuviera práctica en ello-mientras besaba cuidadosamente tus senos, tan redondos, tan esbeltos, tan perfectos. Revelando y exponiendo cada poro de tu pecho, apreciando cada lunar como si fuesen estrellas posadas en el firmamento, en el tan amplio firmamento nocturno que rodeaba nuestra vida y contenía nuestros más grandes sueños. Me dijo también, que nunca había sentido tanta pasión, que bajar lentamente tu pantalón había sido su más grande sueño y que disfrutaba ver que aquel bello e íntimo momento era real, tan real. Que tu monte de venus era precioso, hermoso como la blanca nieve posada en el pavimento, hermoso como los paisajes que solíamos ver por las tardes, paisajes cubiertos de la neblina que tanto amabas, que tanto amas. Me dijo que luego de ello terminó de desnudarse mientras te consentía lento, que ambos emanaban pasión por todo su cuerpo y que no pudieron esperar un segundo más para...
-¡No más, detente ya!-lo interrumpí-basta de tanto, eso no ha pasado, ¡y no pasará! No pasara...Expiró.Ya expiró aquel amor que algún día hicimos público sin decirlo, ya nos conocían, ya todos lo sabían. Tratamos de disimular, de fingir ante la sociedad que entre nosotros no había más que una simple amistad. Pero se nos olvidó un pequeño detalle, tan pequeño: Ya era tarde... Ya todos habían notado aquel romance prohibido, ya todos suponían que nuestros labios eran conocidos, muy conocidos...-¿Te gustó?-Continuó hablando mi subconsciente-le pregunté, y al igual que yo, ella sabía que había sido perfecto, que había sido tan hermoso que nuestros cuerpos deseaban continuar, de nuevo. Pero ya era tarde, el sol de la mañana comenzaba a brillar a través de las cortinas e iluminaba los muebles de la habitación calmada, quienes fueron testigos de aquella noche de pasión y lujuria producida por los dos.
Aún te amo.
Por desgracia lo hago, me destruyo lentamente mientras te entrego todo lo que poseo, todo...¿Y para mí qué? ¿Por qué no guardo nada para mí? Estupidez, estupidez ha de ser, no veo otra explicación para ello, no veo nada más.
Terminó...Todo...Todo ya terminó...

-MC 14/07/2017

🌹Bueno este es un Poema Historia, que me envío ManuelAlejandro-MC y quiso que yo lo compartiera a través de Poetas Escondidos, además veo mucho talento en él, ¡espero sigas escribiendo! 💜
Y solo decirles que espero reciba el apoyo de todos ustedes lectores frecuentes de este hermoso libro... Desde aquí les mando un abrazo inmenso, por su gran apoyo a este proyecto, ya sea leyendo, comentando o votando🌹

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