La chica nueva

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Una de las cosas que no soporto es caminar por los pasillos del instituto completamente sola, la mayoría de los días llego tan temprano que no hay nadie. Ni siquiera el profesor Ricardo, el tipo buena gente que me presta sus libros. Solo está el vigilante y sus perros. Con los que juego, cuando me mata el aburrimiento.

-¿Porqué no le dices a tu papá que te traiga a la hora que es?

-Si tuviera la oportunidad.

-¿Acaso núnca está contigo?- me interroga el vigilante con lastima.

-Si, claro que si, es solo que no tiene mucho tiempo devido a su trabajo.

-¿No te molesta estar tanto tiempo sola?

Ya me estaba comenzando a enfadar el que me hiciera tantas preguntas. No tenia porque meterse en mi vida, además de que núnca había mostrado ningún tipo de interes en ella.
Pero considere que quizá estaba queriendo ser amable, y le respondí.

-No mucho, supongo. Tengo bastante tiempo para mi misma, lo cual quiero creer que es bueno.

Después de la extraña charla con el vigilante, me decidí por terminar un libro que había comenzado hace una semana. Si tan solo no me asfixiaran tantos trabajos, lo habría terminado en tres días. Había quedado en la parte donde Elsa le declaraba su amor a Jane. Le decia que una persona como ella no se encontraba ni en sus poesías mas romanticas, que era única, que sus labios casi rojos la volvian mas que loca al besarlos, que su piel tan suave como algodón de azucar, la podría saborear todo el día, que no se cansaría de escuchar su preciosa voz, sus canciones, y sus mas locas teorías, y que si la dejaba, estaba completamente bien. Pero que tanto ella, como Jane... no serían felices.

Cuando alzo la vista, puedo notar que ya algunas personas están llegando. Busco estre ellos a Ana, mi mejor amiga, pero efectivamente, no está.

<Cómo siempre>- pienso.

Ana siempre llega tarde, me he cansado de decirle que me pudro del aburrimiento yo sola, a las cinco de la mañana, deambulando como momia por el instituto, pero la pereza le gana, para mi es el único defecto que ella posee, ah, contando su inpuntualidad. Me encanta cómo es, tanto su personalidad como fisicamente.
Su cabello le llega hasta los hombros, es rubio claro. Recuerdo que cuando teniamos unos siete años, lo tenia hasta las caderas, pero a ella no le gustaba ese estilo, así que un día nos dirijimos a la peluquería. A su mamá le enojo tanto, que la castigo por seis meses, al igual que mi mamá a mi por dos, al apoyar la idea de Ana. Sus ojos son verdes, un tanto oscuros. ¿se me olvida algo?... ah, si, es delgada, pero tiene unos pechos enormes.
Es cariñosa, divertida, mal educada, es de las personas que aparenta no sentir miedo.

-¡Ey ey ey!

Alguien me quita el libro, dejandome ver a la persona tan mal educada que lo ha hecho.

-Ana...- digo con desaliento tratando de alcanzar el libro.

-Recuerda que soy mas alta que tu- comienza a correr.

-¡Ven!- la sigo.

Corrimos por casi todos los pasillos del instituto, hasta que...

-¡Niñas!

Escuchamos un grito desde lejos, vemos a la directora, y nos hacercamos despacio.

-¿Acaso no se saben las reglas del intituto?, ¿quieren que se las recuerde?

La directora Gloria era una señora elegante y de buen porte, tenia aproximadamente unos cuarenta años, pero eso no le impedia tener de pretendiente al conserje.

-Por supuesto. No volverá a pasar, se lo aseguro, solo fue la emoción- toco a Ana con el codo dos veces, en señar de que también diga algo.

-¡Ah, si! No volverá a pasar.

 Cómo una aurora borealDonde viven las historias. Descúbrelo ahora