• 6| Nada tiene sentido ahora

6.5K 689 826
                                    

—Hey, despierta —Una voz intranquila lo hizo abrir sus ojos de manera lenta—

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—Hey, despierta —Una voz intranquila lo hizo abrir sus ojos de manera lenta—. Popee, estoy incómodo.

—¿Um? —cuestionó adormilado, comprendiendo que estaba abrazando algo.

Abrió sus ojos por completo, notó y reconoció de inmediato el pelaje morado de quien estaba rodeando con sus brazos. Reaccionó de la manera más rápida y violenta para el lobo.

—¿¡Qué haces durmiendo conmigo!? —exasperó Popee a un Kedamono tirado a unos kilómetros de distancia.

—Eso debería preguntarte yo —exclamó mientras sostenía su cabeza, adolorido por el reciente golpe del menor.

Kedamono no había tenido el valor suficiente para despertar al cirquero en toda la noche, por lo tanto se mantuvo inquieto para no molestarlo. Y, al parecer, no resultó ser una buena idea sin importar la decisión que tomara.

—Nunca cambiarás, eh —continuó el lobo reincorporándose y acercándose hacia el rubio, ya sin temor.

—¿Q-qué sucedió? ¿Nada? ¿No te hice nada, verdad? —continuó interrogando nervioso. Una faceta que Kedamono conocía pero que no frecuentaba ver.

—No me hiciste nada, tranquilo —Hizo un intento de calmarlo—. ¿Por qué piensas que me haz hecho algo?

Bastó sólo el pequeño rubor que comenzaba a notarse en las mejillas de Popee para hacer comprender al mayor que: o era algo malo y relacionado con la muerte a tal punto que podría poner en ese estado a Popee o, simplemente, era algo vergonzoso.

Ese día Kedamono comprendió que la inocencia de su mente ya no existía. Nunca pensó en lo que su cabeza podía llegar a formular.

Golpeó sus mejillas tratando de desvanecer sus insanas suposiciones, recibiendo una mirada extraña de parte del rubio.

—¿Y ahora qué te ocurre a tí? —preguntó esta vez el adolescente.

—A-ah, nada, nada. Vamos a desayunar —Fingió ignorancia y se marchó a paso apresurado y con disimulo.

Kedamono cocinó —quién sabe cómo y dónde— el desayuno para todos. Era un buen cocinero después de todo; aunque para él cada comida del día era pollo frito. Sí, incluso el desayuno.

—Así que volviste a ser un lobo —confirmó Papi, quien se había dignado a aparecer a pesar de su enojo, sólo por querer robar un poco de comida.

El cirquero se golpeó mentalmente la cabeza por recién haberse enterado de eso aún cuando había dormido toda la noche con él.

—Sí, al parecer tendré estos cambios muy a menudo. Aún no sé el porqué pero creo que podré acostumbrarme —aseguró con tranquilidad, trayendo más comida de dirección desconocida.

—Sabes que eso no es normal.

—¿Qué es normal aquí, Papi? —cuestionó sarcástico el muchacho, recibiendo una mirada con molestia.

Anormal 『PopKeda』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora