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La bienvenida se había tratado de una cena exquisita donde varios trabajadores de la iglesia se dieron a conocer. Jungkook agradeció el gesto y se sintió conmovido ante tal recibimiento. Pudo reconocer a varias personas con las que había compartido durante los años antes de su ida al seminario y a los que no se presentó rápidamente con una sonrisa en el rostro. Luego de aquello todos se sentaron a comer en una mesa larga y durante varios minutos tan solo se oyó el tintineo de los servicios chocando con los platos.

Jungkook bebió el vaso de agua que se le había colocado frente a él con tranquilidad mientras escuchaba a Doyoung hablar sin parar. Se suponía que el chico le estaba poniendo al tanto con los asuntos de la comunidad y a decir verdad una parte suya tan solo estaba escuchando todo por mero compromiso porque en ese minuto tan solo anhelaba irse a dormir de una vez.

— Como se dará cuenta esta congregación es muy devota, casi no tenemos problemas a nivel interno. Más bien vienen de afuera.

Asiente recordando lo que había dicho su Ministro guía un día antes de que tomase el tren sobre que la iglesia estaban teniendo problemas con el movimiento homosexual y tan solo frunció el ceño. Sabía que en algún minuto el tendría que hacerse cargo de todo ese asunto, pero esperaba que no se le hiciera tan pesado como pensaba que sería.

— No creo que tenga muchos problemas aquí —le responde a Doyoung de forma calmada—, más que mal lo más probable es que siga viniendo toda la gente que ya conozco. Eso hace más fácil mi trabajo... Y sobre los problemas externos... Dios nos guiará, siempre lo hace.

Pasaron al menos unos veinte minutos más antes de que todos terminasen de cenar y luego junto a Doyoung se dirigieron hacia los pasillos principales. Al parecer el chico también vivía en la iglesia pero en las habitaciones que eran ocupadas normalmente por los aspirantes a sacerdotes que llevaban a cabo el seminario. Jungkook no quiso indagar el porque suponiendo que pronto el mismo sería quien lo dijera, más que mal si algo había aprendido de Doyoung durante ese par de horas que habían pasado juntos era que adora hablar hasta por los codos.

Mientras seguían su camino pasaron por la parte principal de la iglesia que ahora solo estaba siendo iluminada por una tenues luces que dejaban todo en un tono amarillo opaco. A pesar de eso Jungkook logró divisar a un Diacono sentado en las bancas del frente, quien leía la Biblia con sus anteojos bastante concentrado. Siguieron caminando lentamente hasta que el hombre también notó su presencia y apenas sus miradas se cruzaron este les hizo una ceña a ambos para que se acercasen hasta el.

— Es el Diacono Heesook —dice Doyoung mientras se aproximaban lentamente—. Debe querer darle la bienvenida también.

Jungkook asintió aunque mantuvo silencio haya que estuvieron frente al hombre. Por costumbre hizo una pequeña reverencia a modo de saludo y el tal Heesook le sonrió complacido.

— Al fin tengo el placer de conocer a nuestro nuevo Ministro —dice el hombre con tono jovial—. Me presento, soy Kim Heesook.

— Un gusto, soy Jeon Jungkook.

— Pues hola, Jungkook. ¡Me habían dicho que eras joven pero jamás pensé que tanto!

— ¡Lo mismo pensé yo! —intervino Doyoung distraído ganándose una mirada fría por parte del Diácono quien de la nada había fruncido su ceño hacia el chico.

— ¿No deberías estar ya en tu habitación, Doyoung?

Jungkook nota como el nombrado parece un poco incómodo con la pregunta de Heesook y luego ve cómo se gira rápidamente hacia el para despedirse, casi como un robot recibiendo órdenes. Alzó una ceja confundido, sea lo que sea definitivamente había algo raro ahí en medio de esos dos.

Pecado ◆ Kookmin ; 국민Donde viven las historias. Descúbrelo ahora