tres.

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No sabía que estaba haciendo en ese instante de su vida. Justo cuando iba a despedirse de su ahora ex novio, porque sí, ya lo había asimilado como lo que era; había encontrado a su hermano menor, el cual se veía más lindo y tierno que el mismo Luka. Necesitaba tranquilizarse, dejar ir a el chico más hermoso a sus ojos y conseguir que su vida vuelva a la normalidad, ya con una buena carrera de gastronomía podía lograr que su futuro fuera mejor.

Aunque no podía, lo intentaba y se decidía a olvidar. Es más que obvio que su suave piel, sus labios y las incontables veces en que habían hecho el amor no podían ser olvidadas de la noche a la mañana, estaba tan frustrado porque después de dos años lo sentía como si la mañana siguiente fuera a estar en su puerta diciendo "hey, amor, tengo entradas para el cine, quita todos tus planes con tus amigos" a lo que él respondía que tenía muchas cosas que hacer terminando claramente por cancelarlos.

Pero no hay nada que un baño de agua fría no pueda quitar, su rutina en la mañana era buena, algo de ejercicio, dar algunas vueltas al parque y una malteada con mucha azúcar, claro que a este paso era probable que le diera alguna enfermedad como diabetes y no justamente porque sus padres la tuvieran.
Su música rara sonaba por toda la casa mientras se relajaba en su cama habiendo hecho todo lo que se suponía que debía hacer, olvidando algunas cosas.

Dispuesto se levantó para acomodar su cabello y su ropa tomando llaves y su respectiva chaqueta de cuero.

Su aspecto rudo y pesado no encajaba realmente con lo que le apasionaba, pudo ser tatuador, mecánico y hasta pintor, pero no, el había decidido que la gastronomía era lo que más le gustaba hacer en cualquier momento. Lo curioso es que aún así no tenía su cuerpo más que con músculos marcados, eso que lo hacía parecer más rudo aún mientras cocinaba. Reía con los programas de cocina, aquellos reality show's que eran más falsos que el hada de los dientes.

Sin embargo, era su única diversión, aunque el desearía volver a la universidad, donde encontraba más amigos ya que su forma de ser social era conocida, todos deseaban hablar con él, más sin creerlo, sólo tenía cuatro amigos los cuales quería demasiado y tres amigas que eran torpes pero les tenía bastante afecto. Los demás solo estaban con el para querer ser como el.

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Parecía tan patético. Tan patética la forma en que escribía sus pensamientos, de la forma poética en que salía cada para de el mismo, venían frases en cada momento y para ello tenía una libreta.
Sí, cada vez que lo anotaba, en su mente se repetía esa frase que era tan estúpida como para anotar en un espacio que puede ser ocupado para algo mejor, Wyatt estaba cansado de cada maldita cosa que le sucedía y tomaba provecho para escribir algo también, maldita mente romántico o inspirador; porque no me agradaba el hecho de tomar todo con provecho, porque sonaba a tomar las cosas malas para cosas patéticas y eso no era bueno.
Sin embargo, seguía haciéndolo y no se cansaba de eso, aunque no le gustaba seguía y seguía pensando que en algún momento pudiera ocuparlo para un buen uso.

Su cuerpo se estremeció al sentir unos brazos al rededor de su cuello, sobre tus hombros abrazándole cariñosamente.

- ¿Qué haces? - preguntó un curioso Aiden.

- ¿Realmente? - pensó durante unos segundos tal vez decidiendo decirle y preguntarle lo que pensaba sobre eso, o tal vez no. - nada importante.

Aiden claramente no estaba de acuerdo con las palabras del menor así que quitó la libreta azul marino con forro de piel y algunas pequeñas estampas  de sus pequeñas manos y comenzó a leer.

- Noviembre del dos mil cinco. Uhm, hace varios años, cuántos tenías ¿Quince? Con veintitrés años y sigues teniendo esto, vaya.. ¿En qué estaba? - se preguntó a si mismo. - claro, mh "tal vez las novelas no muestren lo que tendré, tal vez soy demasiado chico para comprender que no es así como sucede, no creo que en unos años encuentre a alguien que me ame de tal forma como se ve escrito en aquellas hermosas palabras". - leyó. - Woha, amigo, esto es profundo.

Después de aquella lectura la guardia de el más alto había bajado, junto con su brazo, así podiendo el rubio tomar su libreta con bastante enojo y un celo fruncido.

- Eres un idiota, Aiden. - dijo dando media vuelta retirandose del lugar hasta su habitación.

- El nene se puso grosero. - hizo un puchero falso con sus labios riendo después.- bueno, amor, sólo quería decirte que tienes visitas, chau. - dijo antes de que el menor se encerrara en su habitación mientras tomaba las llaves y se retiraba.

-¿Qué? - preguntó algo entusiasmado, no solía recibir visitas y mucho menos entre semana. Caminó, por no decir que corrió hasta la puerta que se encontraba abierta gracias a Aiden.

Su rostro de sorpresa fue mayor a la vez que vió como un señor se había caído en el zoológico al hábitat de los leones, jamás había presenciado algo así y aunque esto era algo mucho menor, igual tampoco recibía sorpresas así.

-¿Mh? ¿Qué no vas a recibirme con un beso y un abrazo? - preguntó quién se encontraba fuera de su departamento comiendo uno de los dulces que había sacado de su chaqueta.

- ¿Qué haces tú aquí? - preguntó el rubio mientras sus brazos se cruzaban en forma de negación y disgusto.

- Sí, deseo un agua, si se puede de sabor, mejor - Scott se adentró al lugar mientras comía otro dulce y se sentaba en el sofá más grande del lugar.

- ¿Cómo sabes que vivo aquí?

- Te seguí, tampoco es que tenga algo mejor que hacer. Hoy que venías del trabajo noté que tomaste la misma ruta de antes, como estaba llena no me notaste y aquí estoy.

Wyatt no sabía su reír o enojarse, tal vez golpearlo sería la mejor opción pero no sería tan grosero como para sacarlo de su casa sólo porque lo había seguido. No le apetecía quedarse solo después de que había escuchado cosas de su cocina caer varias veces, tal vez estaban mal acomodada pero le atribuia más a los fantasmas o seres cósmicos.

- Bien, pues sólo tengo agua natural. - murmuró rendido mientras se recordaba en el sofá cerca suyo. - pero si la quieres, tendrás que ir tú por ella.

Scott rió mientras se levantaban del lugar decidido a buscar la cocina. El lugar no era muy grande y no se iba a perder por un vaso de agua.
Minutos después había vuelto con una rebanada de pizza, sentándose de golpe en el sofá habiendo saltado por encima de él.

- ¿Eso estaba en la nevera? - preguntó el rubio extrañado realmente, no recordaba que algo así estuviera a su alcance, según lo que sabía, eso se había terminado hace una semana.

- Sí, ¿No sabías? Es tu casa.

- Eh, no sólo mía, sabes, esa pizza va a hacer que te maten, lleva tres semanas ahí y era de Aiden. - exageró por ver si causaba algo en el mayor.

Recibió un gesto de indiferencia junto con "igual sabe bien".

Su tarde no pasó a mayores, viendo una película de terror haciendo que el menor se sobresaltara con cualquier escena de terror que aparecía provocando una carcajada en el mayor por cada una de las veces que lo veía.

- ¡Eres un tonto! - exclamó el rubio realmente sobresaltado, no esperaba que se burlara así de él y mucho menos en su hogar, sus brazos se cruzaron sobre su pecho mientras su ceño se fruncía y mordía su labio inferior con fuerza.

A Scott le parecía muy tierno el gesto que hacía, pero era más que obvio que no lo mencionaría, porque, ¿Quién en su sano juicio lo diría? Realmente no es que fuera algo tonto lo que pensaba, seguramente más personas se lo habían dicho, pero el tenía una reputación y más que eso, quería parecer así aún frente a Wyatt.

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Ahora sí viene lo shido.

dead rosesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora