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Narrador omnisciente.

Amanece un día más.
La tenúe luz que atraviesa con fuerza la persiana de la habitación de Elena consigue acabar con uno de sus preciosos sueños con los que acostumbra soñar cada noche.
Tras vestirse con una camisa y un jersey, una falda y sus botas preferidas, toma el libro que se lee actualmente y sus útiles para la universidad.
Se pone con delicadeza los auriculares de su preciado iPod y tras despedirse de sus padres, pone rumbo hacia el metro que le llevará, como cada día, al complejo universitario.
Suena una canción de su grupo favorito, Sirenas de Taburete.
La chica llega a la estación ferroviaria central, saturada, como siempre a hora punta.
Marga, una de sus amigas y compañeras de carrera, la avisa de que asistirá hoy a clases debido a una urgencia familiar.
El trayecto transcurre normal, como todos los días, dentro de la monotonía.
Cursa el cuarto curso de la carrera que siempre había querido llevar a cabo, periodismo.
Lo que quiere decir que pronto comenzará las prácticas, las cuáles ha solicitado en la cadena nacional de televisión y todo apunta a que la concesión de la plaza iba a ser aceptada.
Su especialidad son los idiomas, es decir, las noticias de carácter internacional, lo que es pasaporte para innumerables viajes, lo que siempre ha soñado.
Por el contrario, muchas de sus compañeras, a decir verdad, con las que mejor se llevaba, están especializadas en deportes, factor que a ella no le llamaba mucho la atención.

Al mismo tiempo, en otra parte de Madrid.

Lleva una hora corriendo sin rumbo.
No es propenso a recibir malas noticias, por lo que no está acostumbrado.

Es consciente de que llegará tarde a entrenar, que sus compañeros lo acribillarán a preguntas y el entrenador le reprimirá, quizás deba quedarse una hora más en el gimnasio o en el peor de los casos, dándole vueltas al terreno de juego.

Al volver a casa, toma una ducha, que no le servirá de mucho posteriormente.
Recoge las cosas y sin desayunar, desaloja la casa para marcharse en su BMW negro hacia Valdebebas.

Suspira aliviado al ver que sus compañeros aún conversan animadamente, como hacen de costumbre, antes de comenzar el entrenamiento.
Sus compañeros más allegados, es decir, sus amigos, Marcos Llorente y Dani Ceballos, se percatan de que algo no va bien.
Los dos saben a la perfección que preguntar sobre lo sucedido empeorará el estado del mallorquín, por lo que deciden conversar sobre un tema el cuál es centro de atención entre los jugadores del primer equipo.

- Pues van a renovar el equipo de periodistas de Real Madrid TV.- comenta el andaluz para romper el hielo.
- ¿Y eso?- inquiere esta vez Marcos, al ver que la preocupación del mallorquín lo abstiene de cualquier conversación.
- Dicen que una de las reporteras tuvo un lío con el jefe, mientras los becarios aprovecharon para robar información confidencial sobre fichajes y movimientos bancarios del club y venderlos a la prensa.- expone otra vez Dani.

Los dos chicos miran a Marco preocupados, mientras siguen hablando para disimular, el chico no interviene en ningún momento en la conversación.

El entrenamiento se basa en intensidad y precisión en el tiro, cosa que el moreno domina a la perfección y no suele causarle problema alguno.
Está distante, lo que causa, sin quererlo, la atención de sus compañeros de equipo y cuerpo técnico, pero principalmente, de Zinedine Zidane, el cuál nunca ha visto así a Marco, pues tiene una imagen impecable del joven, siempre dispuesto a dar más y con un afán de superación implacable, por no hablar de su inagotable alegría.

Los chicos terminan el entrenamiento y Zidane llama la atención del mallorquín.
Espera a que todos abandonen las instalaciones para iniciar la propuesta.

- ¿Está todo bien?

El chico asiente, pero la desolación delata que aquel asentimiento debe ser una negación.

- En ese caso, he decidido que recibas a uno de los nuevos becarios para Real Madrid TV, todavía no conocemos nada de su identidad, pero con suerte, será una jovencita guapa y con ganas de trabajar.- le guiña un ojo y ríe divertido.

Marco fuerza una sonrisa.

- ¿Por qué yo?- pregunta desganado.
- Será más o menos de tu edad y he pensado en tí porque estoy seguro de que lo tratarás bien, serás amable como siempre, le enseñarás esto y no harás nada indebido.

El chico resopla, a lo que su incansable entrenador lo fulmina con una mirada que le obliga a acceder.

Primer capítulo, siento que sea tan poco emocionante, pero es una forma de introducir la historia, que espero que os guste.
Muchas gracias de antemano.❤️

Se han olvidado a qué huele la luna | Marco Asensio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora