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Casa de Marco Asensio, periferia de Madrid.

Aún no logra comprender qué pensamiento insulso le ha llevado a decir tal barbaridad, de la que se arrepiente.
Sabe que no es como las demás, sabe que su forma de ver la vida es tan bonita que a veces incluso duele.
Sí, duele pensar que alguien tan roto como lo puede ser ella, disfrute de lo más insignificante, ya sea una flor o un rincón infravalorado, ya sea una sonrisa o una mirada.
Afrontar los problemas y esconderlos no es tarea fácil, y ella hace que parezca coser y cantar.
Por supuesto que el chico la envidia y daría lo que fuera por rozar su piel y así contagiarse de algunos de los más bellos matices nunca imaginados.
Está tumbado, mirando al techo, blanco.

Apartamento de Elena, Madrid centro.

No para de darle vueltas a las palabras inconscientes del mallorquín y preguntarse qué ha hecho mal.
Quizás no todo el mundo tenga la capacidad de ver las cosas desde un punto de vista inocente y neutral.
Quizás las palabras de Marco no hayan sido procesadas antes de ser emitidas.
Vive con la leve esperanza de que sea así.

Al día siguiente, Valdebebas, Madrid.

Elena termina su trabajo antes de lo normal y conversa animadamente por Skype con sus amigas Alba e Inés.
Estas dos realizan las prácticas en la televisión local, lo que les resulta mucho más llevadero, pero aburrido.

- Y ese tal Asensio... ¿Tan borde es?- inquiere Inés, a la vez que come una napolitana de chocolate.
- No, yo solo pienso que necesita algo o alguien que le haga olvidarse y ver las cosas de otra manera.- expone Elena.
- Deberías de dejar de ser tan buena, te toman por tonta y te va a utilizar cuando le de la gana, todos lo hacen, el futbolista buenorro borde no va a ser la excepción.- añade esta vez Alba con seguridad.

Marco se halla esperanzado con una disculpa en los labios y una rosa entre sus manos tras la puerta cuando oye las desalmadas palabras de la amiga rubia de Elena.
Se dispone a marcharse cuando la castaña se percata de su presencia y finaliza la video llamada.

- Ey Marco.- exclama sonriendo.
- Creo que tu amiga tiene razón, deberías de dejar de preocuparte por mí.

El moreno se aclara la garganta y deposita la rosa sobre el escritorio en el que la chica incrédula se sienta.

- No veo muy ético escuchar conversaciones ajenas, pero debo decir a mi favor que a mi amiga le han roto tantas veces el corazón que no lo conserva cuando hablar de amor se trata, así que caso omiso a sus palabras.
- ¿Amor?
- Me importas y me preocupo por tí.

El chico extrañado mira a la joven, que está ligeramente sonrojada.
Las pecas que cubren su rostro se vuelven más intensas y esto atrae a Marco.

- Creo que está bien por hoy tórtolos.- interrumpe un Marcos Llorente bastante molesto.

Conservan las distancias prudenciales mientras Elena mantiene una conversación tensa con el rubio de ojos azules, que hace lo posible para abstenerla de pensamientos relacionados con su amigo y compañero Marco Asensio y por lo tanto llevan al mismo a abandonar la sala.

Se han olvidado a qué huele la luna | Marco Asensio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora