Pieces

5 0 0
                                    

Louis

-Mierda.- susurré, sentándome de golpé en la cama. Parpadeé varias veces en un intento de borrar de mi mente las imágenes del cuerpo inerte de mi hermana y del gran charco de sangre inundando el suelo. Intenté normalizar mi respiración calmando el nudo en mi garganta y sequé con el dorso de mi mano las gotas de sudor frío que corrían por mi cuello.

Tomé mi celular y miré la fecha y la hora en la pantalla, para asegurarme de que no era una simple pesadilla. Suspiré dejando ir todo el aire posible contenido en mis pulmones. No estaba soñando.

Viernes, 8 de setiembre

Dos años. Maldita sea.

5:22 am

Debía salir de aquí antes de que mi padre y madrastra despertaran.

Dejé mi habitación para encerrarme silenciosamente en el baño. Mis manos temblaban por los nervios mientras tomaba una ducha rápida y todo se me resbalaba produciendo un fuerte estruendo al golpear el piso. Me sentía un inútil. Como siempre.

Salí de la ducha cuando el silencio casi absoluto me llevó a que los recuerdos que mi sueño había revivido anteriormente, regresaran. El sentimiento confuso de esa noche me invadía una vez más. Y es que recordar es como mover el cuchillo que llevas hace tiempo clavado en la espalda.

Para huir de mis pensamientos miré a todas partes hasta llegar a ella. La pequeña navaja yacía en un cajón entreabierto de la estantería del baño. Cerré los ojos reviviendo con placer los tiempos que pasamos encerrados tantas horas en este mismo suelo. Al recordar el dolor en mis muñecas, un escalofrío recorrió mi cuerpo, regresándome a la realidad. Debía salir de ahí.

Le di una última mirada a mi vieja amiga alejándome con nostalgia. No podía volver a cometer el mismo error. No podía hacerlo otra vez.

Tras vestirme y tomar lo necesario, me dispuse a dirigirme a la puerta con notable velocidad.

-Hijo de perra.- la fría voz proveniente de la cocina me detuvo a solo dos pasos de la salida.

No podía ignorarla. Hoy no.

-Virginia.- respondí a mi madrastra llamándola por su nombre. Ella no merecía ser llamada mamá. Ni siquiera por su propia hija lo valía.

-¿Crees que te saldrías tan fácil con la tuya?- habló entre dientes con un tono lleno de desprecio.- ¿A dónde crees que vas?

-A la escuela, hoy de-debo llegar temprano p-porque...- me sentía tan sumiso ante ella en ese momento.

-Me importa una mierda.- me interrumpió. -Cómprale flores y llévalas a su lápida, inútil.

-Las florerías aún no están abiertas- dije lo suficientemente fuerte para que pueda oirme, manteniendo mi mirada hacia el suelo. Ya no soportaba mirarla parada frente a mí con su mugrienta y vieja bata, y sus dientes amarillos y repugnantes. -Tal vez vaya más tarde.

La verdad es que no me atrevía a ir, solo estuve frente a su tumba durante el funeral y en mis cumpleaños. Era el lugar perfecto para llorar y convencerse a uno mismo que conoce el por qué de su tristeza, pero no era mi primera opción, pues solo traía malos recuerdos, llenos de miedo, que solo conseguían destrozarme un poco más.

Pasaron varios segundos hasta que ella pronunció las palabras que habían salido de su boca cada vez que la veía alcoholizada por los últimos dos años.

-Tú la mataste.- dijo firme y yo levante mi mirada para toparme con la suya, llena de odio.

Presioné mis labios para no soltar nada que la obligue a matarme.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Aug 24, 2018 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

dandelion {l.s.}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora