Jacob.

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Todo empezó en 1994, el 8 de Diciembre, era una mañana muy fría, más fría de lo normal y mi madre se estaba esforzando al máximo para darme la vida, agarraba con fuerza la mano de mi padre, el cual sufría tanto como ella. Estuvo 6 horas intentando darme a luz, y finalmente nací a las 3:17 de la mañana, según ella me había dicho no paraba de llorar, lo cual irritaba mucho a padre y a ella le enfadaba mucho eso, porque él, no soportaba oír llorar a nadie. Hasta que ella me cogió en brazos no me callé, sabía bien donde quería estar, y ese lugar era en sus brazos, abrí los ojos y la vi por primera vez, una mujer con la sonrisa más bonita del mundo, unos ojos con un brillo hermoso y de un color almendra que me enamoraba, su cabello era un color café con reflejos dorados que me encantaba... Mi madre era la mujer mas bella de todas... No pude evitar que se me escapara una sonrisa, y ella... Tampoco pudo evitar devolvérmela, diciéndome con su voz dulce: Bienvenido Jacob, me llamó así por mi abuelo, porque en su lecho de muerte se lo prometió, y segundos después subió al cielo, un rato después me cogió mi padre, y me hizo lo mismo que ella, sonreírme, pero me sentía muy incomodo con el y comencé a llorar de nuevo, me puso la primera cara de asco, y digo la primera... Porque me iba a poner más a lo largo de mi vida.

Pasaban los días y me veía más grande y feliz, pasaban los meses y me movía más, mi madre me colmaba de amor todos los días a todas horas, no trabajaba dado que quería estar pendiente de mi todo el tiempo. Un día me cogió de las manos, me puso de pie y agarrándome a ella dí mis primeros pasos desde ese momento no me estaba quito y mi padre... Como no... Viéndome mal.

Llegó el día de mi primer cumpleaños, no tenía amigos porque siempre había sido muy solitario y se me empezó a notar desde muy pequeño, mi madre, había preparado todo: guirnaldas, globos, una tarta que se había convertido en mi favorita desde ese día que era de chocolate blanco hecha con galletas Oreo, nunca había probado algo tan dulce como eso, y mi primer regalo. Mi padre no la había ayudado, es más ni siquiera estaba en casa, iba bebiendo de bar en bar, como un borracho, porque lo era... Soplé las velas y mi madre me corto un trozo de tarta, deliciosa, siempre había sido muy buena repostera, me dio mi primer regalo... El mejor de todos, un piano pequeño, ella se sentó en el sofá, me puso en su regazo, y el piano encima de mi, me agarro las manos y empezó a tocar con ellas la canción que me marcaría para siempre: Moonlight sonata, o sonata de claro de Luna de Beethoven, cuando la estaba acabando entró mi padre por la puerta dando voces, me saco el piano de encima, me cogió en brazos y fue ajunto esa escoria que la pobre tenía como marido, tiempo le falto para ponerme mala cara a mi y a mi madre, ella subió las escaleras, me puso el pijama, y me metió en la cama, le pedí que me trajera el piano y así lo hizo, me arropó y le dije que la amaba, me besó en la frente, y se fue abajo... Oí como discutían y como ese desgraciado le daba una bofetada tan fuerte... Que lo único que pude hacer es llorar, ella me escucho y vino corriendo a consolarme... Mamá, no quiero que te haga daño- le dije- No me hará daño Jacob, te lo prometo- me respondió, no me puedo creer que me haya creído su mentira, típico que un niño pequeño crea a su madre, pero estos casos no debía haberlo hecho... Porque siempre le daba una bofetada desde ese momento.

Cada cumpleaños que vivía pasaba lo mismo, era el niño más feliz de todos, hasta que llegaba él, y la golpeaba... Así pasó hasta que cumplí los 9 años, y en vez de que mi madre me diera un regalo, yo se lo di a ella, toqué su canción favorita con el piano pequeño que me había dado, se emocionó y me abrazó, nunca había sido tan feliz, pero entro él a cagarla, estaba más borracho de lo normal, la cogió y la besó, ella lo apartaba con sus manos, pero la cosa se agravó cuando la tiro al suelo, y la intento desnudar, gritaba y sufría, y no se de donde saqué el coraje de golpearlo, dejó a mi madre y ésta se vistió llorando, no le había dado tiempo de violarla, y lo agradezco, pero a cambio, me empezó a golpear a mi, no me importaba, mientras ella estubiera bien, cuando acabó conmigo, la golpeo a ella también mientras yo estaba inconsciente, se fue dando un portazo y desperté, mi madre estaba histérica, llorando encima mía, y llamó a una ambulancia, me subieron a ésta y la mujer que me dio la vida no se separo de mi lado ni un momento, amanecí en la camilla, con mi madre al lado durmiendo un poco en el sofá, la vi, y volví a sonreír como hice cuando la vi por primera vez, me alegraba saber que estaba bien, pero veía arañazos en su cara, su labio inferior tenía dos puntos de sutura y su ojo derecho estaba inyectado en sangre, y morado, casi negro... Mamá, me prometiste que nunca te haría daño y mírate ahora- le dije con lagrimas en los ojos- Jacob... Perdóname, en cuanto salgamos del hospital iremos directos a la policía- me contesto también llorando, me abrazó y sentí su corazón contra el mío, me sentía relajado, con paz interior. 

En ese momento mis tías entraron, sus hermanas,  y convencieron a mi madre de que fuera a casa a asearse y traer ropa limpia para mí y para ella porque me daban el alta al día siguiente, bajó a la calle y su hermana más mayor acompañándola, la iba a llevar en su coche, pero antes de subirse, el desgraciado apareció, apuñalandola por la espalda, mi asqueroso padre empezó a correr y mi tía logro cogerlo y llamar a la policía y encerrarlo para siempre, reconocí que era ella la que gritaba porque la escuche agonizar, reconocí su voz, jamas tuve tanto miedo, y corrí descalzo hasta la salida del hospital donde estaba ella desplomada en el suelo, le dí la vuelta y con su ultimo aliento me dijo: Jacob... Te amo hijo...- me acarició la mejilla y poco a poco fue cerrando sus ojos, no pude contener las lagrimas y grite como un desesperado, no me podía creer lo que estaba viviendo a mi corta edad mamá por favor... No me dejes ahora...

Días más tarde se hizo el funeral, yo esos días me quede en casa de mis tías, mi tío nos llevo a todos en su coche, no dije palabra, y llevaba en mis manos un ramo de flores que dejaría en su tumba, al llegar la vi tumbada en su ataúd, su rostro estaba muy pálido, pero ella nunca fue morena, nunca imagine que la pudiera ver ya... Ahí... Muerta... Dejé las rosas en sus manos, la besé en la frente y no me pude controlar al leer su nombre: Ángela Ruiz de la Rosa: 1979-2003, empecé a llorar y salí corriendo, mi tío me intento seguir pero no me alcanzo, fui a un lago que había por ahí cerca donde me había llevado una vez la dueña de mi vida, dios, siempre jugaba conmigo al fútbol a pesar de que a ella no le gustaba. Cerca de la orilla recuerdo que había un árbol y recuerdo también el esfuerzo que hizo mi madre para construirme un columpio en la rama más fuerte para poder disfrutar, metros más a la derecha me tumbe en el campo y seguía llorando... 

Segundos después vino mi tío y me dijo lo  único bueno de todo ese horrible día: Jacob, tu madre no está pero has de ser fuerte, intenta cumplir su sueño...- me dijo- ¿Cuál era?- le pregunte- Ser pianista- Me levante, me sacudí las hierbas del pantalón, me agarró de la mano y me llevó a casa donde me habían comprado un piano blanco hermoso, me pasaba todas las tardes tocando la misma sonata que ella me había enseñado.

Cada vez el tiempo pasaba más rápido y había entrado en la universidad para estudiar bellas artes, allí conocí a mi primer amor, y el último siendo mujer: Verónica, quien me apoyo mucho en los estudios pero me decepcionó bastante en todos los sentidos, y finalmente lo dejamos, pero seguimos siendo amigos, hice un montón de nuevas amistades, pero los supe conservar a pesar de ser muy solitario, por las noches tocaba el piano y siempre la misma sonata, como en casa de mis tíos y como en mi cumpleaños número 9. Acabe mi carrera y me convertí en pianista, decidí mudarme, y estar sólo, todos me ayudaron a mudarme, y por todos me refiero a mi familia y amigos, trajeron mi piano y ensayaba todas la noches, la vida de músico es muy dura, pero conseguí hacer una audición, la cual logré pasar, y ganar, a cambio el premio era una actuación televisiva, me ofrecieron un piano enorme, pero decidí tocar con el de mis tíos.

Ese día me puse mi mejor traje, y una rosa, igual que la que le puse a mi madre  en las manos, me senté y todo el público me aplaudió, mire al cielo, y me vino su recuerdo, sus ojos, su sonrisa, su aroma, y empece a tocar su canción: Moonlight sonata, el publico se emocionó al oírme y entre aplausos y lagrimas mi actuación se dió por terminada, pude cumplir el sueño de mi madre y me sentía satisfecho, el presentador me felicitó, y me dijo que podía pronunciar unas palabras por este logro y dije: Lo único que quería era cumplir el sueño de mi madre, y así lo hice, se que si estuviera viva, estaría orgullosa de mí, la echo de menos, y pude tocar la primera canción que me enseño a tocar con el piano, su canción favorita- todos volvieron a aplaudirme y pensé otra vez en mi madre y sonreí. Cuando una brisa suave trajo unos pétalos de rosa, supe que vio mi actuación y que se sentía orgullosa de mí, a pesar de que esté en el cielo, se que también esta conmigo vaya a donde vaya, y la amaré todos los días, siempre un poco más.

Jacob.Where stories live. Discover now