No tenía un nombre real. Para los rebeldes, las crías eran sólo números que debían entrenarse. Números que se asignaban a misiones o se enviaban en ataques suicidas a las tropas del gobierno y afectos. Números que de volverse nombres, seguían sin tener identidad. Sólo números. Sólo letras de referencia.
El número doscientos tres, el más prometedor de la décima camada, tenía tres años con la asignación de "Rowen Fox". Las crías que tenían la suerte de obtener un nombre eran las que sobrevivían más tiempo, las que enviaban a las misiones críticas, las que tenían la savia para fortalecer el grupo. Ellos eran los que entrenaban con el propósito de ser el relevo.
"Rowen Fox" era un nombre que venía acompañado de tragedia; huérfano, de padre árabe y madre rusa desde los dos años por la guerra, sobreviviente, niño soldado. Esa era la historia que figuraba junto a la descripción de sus habilidades. Era la misión más importante, y debía fingir que había sido entrenado para la guarnición especial de las mafias, los "compradores", porque no tenía otra opción para sobrevivir. Rowen tenía trece años para cuando logró ingresar al ojo del huracán, para lo que había sido entrenado por tantos años.
La mansión Weissbeck, dónde se anidaba el "respetable" Adolph Weissbeck, cabecilla del grupo más importante de la mafia alemana, era su objetivo.
Adolph, junto a un grupo de sujetos de otras provincias, estaba inmiscuyendo las narices en la guerra desde mucho antes que Rowen naciera, suministrando de armas a sus enemigos (el gobierno) y participando en las emboscadas.
Adolph Weissbeck era una amenaza que parecía cosechar fuerzas a medida que sus "aliados" eran eliminados, el efecto contrario a lo que los rebeldes apuntaban. Debían deshacerse del extranjero lo más pronto posible, era la orden. Y ya habían transcurrido dieciocho meses desde entonces.
Rowen luchó por no amañarse a ese ambiente, y se lo recordaba con cada humillación que vivía por el pequeño heredero. Pero también era un niño, y era difícil por la naturaleza de su edad.
El pequeño heredero del "cónsul" Weissbeck era un verdadero dolor de cabeza. El crío de nueve años (bueno, diez desde hacía dos semanas), tenía cambios de humor tan repentinos que le hacían poner los nervios de punta (él no había sido entrenado para eso). Muchos de los arrebatos de malcriadez del pequeño heredero a Rowen le provocaban romperle el cuello, usaba todo su autocontrol para mantener la compostura. Los dos eran unos críos, pero Luke Weissbeck definitivamente era insoportable.
Después de la emboscada, pediría que le diesen al Weissbeck niño de premio, o al menos lo intentaría. Rowen se atrapaba pensando cosas absurdas como que si Luke tuviese un interruptor de humores ya lo habría descompuesto para que se quedara siempre en verde. Por Al-lāh, eso lo haría tan feliz...
*
Por suerte, hoy Luke estaba de muy buen humor. Le habían dado tostadas con chocolate en el desayuno y su padre lo había solicitado a su despacho. No había nada que enalteciera el orgullo del pequeño heredero que ser llamado por su poderoso padre.
Como heredero de la familia Weissbeck sabía que era un acontecimiento importante. Desde hacía unas semanas era oficialmente un niño grande, así que en cualquier momento su padre le pediría formar parte de las reuniones con toda esa elegante gente. De verdad lo esperaba. Quizás para eso le había llamado al final de la tarde, todavía tenía tiempo para prepararse ¿Le pediría demostrar alguna habilidad? ¿Necesitaba algún requisito?
"Eres un Weissbeck, la ansiedad es algo que el vulgo experimenta, no nosotros, Luke"
Luke se vio por última vez en el espejo y salió de su habitación. Paseó por los pasillos de la mansión buscando a su objetivo, con su habitual andar altivo, él era el dueño del mundo, como su padre le enseñaba en las escasas lecciones personales que le confería. Los sirvientes le saludaban, ofrecían ayudarlo con lo que necesitara pero Luke los ignoraba, no estaba interesado en ellos. Adolph le había citado para dentro de muchas horas, así que aún tenía tiempo para molestar a su "guardián".
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Identidades falsas
General FictionRowen Fox y Luke Weissbeck. Horus y Adolph. Guerrilla y Mafia. Número y Presa. Sirviente y Amo. Numerosas palabras pueden definirlos pero al final nada es real, sólo son identidades falsas creadas por otros. Por ellos. "Nunca pude fingir frente a ti...