-Yo digo que sólo es un mal comienzo. Y no puedes estar peleándote con él cada vez que vayas a trabajar.- Decía Darren al teléfono.
-Es imposible. Por todo me regaña o se burla de lo que hago. El otro día acomodé una mesa de forma invertida y no quiero ni contarles cómo se puso.- Dije recostada en mi cama mientras jugaba a rebotar una pelotita en la pared.
-Jess ¿y ya pensaste que tal vez también deberías esforzarte más? Quiero decir, él es tu jefe y tú... eres rebelde a veces. Sólo porque te cae mal te rehúsas a hacer lo que él te dice.
-¡Porque es absurdo lo que me pone a hacer! Quería que barriera el estacionamiento, el cual es enorme y de concreto. A nadie le importa si está limpio, es para los autos. - Max soltó una carcajada.
-Bueno, con eso sí se pasó. Sólo quiere molestarte, que divertido.- Dijo aún riéndose.
-Lo odio- gurñí.
-Jessica tu no odias a nadie. Eres como una bella mariposa que reparte amor por la vida.
-Cállate Max, ese es Darren.
-Yo sí, amo la vida amigos.- Dijo con un tono relajado. Era medio hippie mi amiguito.
-Como sea, no logrará hacer que me vaya de ahí, así tenga que aguantarlo mil veces. Obviamente es lo que quiere pero no lo dejaré ganar.
-¡Así se habla!- Gritó Max.-Enorgullécenos.
-Los extraño torpes.- Dije con un tono decaído.
-Ya no falta mucho para ir a visitarte, cuando menos lo esperes ya estaremos contigo.
-Lo sé...
Luego de estar un buen rato platicando con mis mejores amigos, salí a pasear a Bono. Necesitaba relajarme, era viernes y me sentía cansada por los días anteriores. Ya habían transcurrido varias semanas y mis ánimos habían mejorado un poco. La escuela no estaba mal, Amanda y Sarah eran increíbles, lo cual era una ventaja porque de verdad necesitaba amigas mujeres. Lo único que no terminaba de gustarme era mi trabajo, o más bien el idiota de Aiden. Era como si su vida dependiera de hacer imposible la mía y por mucho que intentara adaptarme, me costaba trabajo. Ese era el lado negativo de la situación, extrañaba a mi novio y a mis mejores amigos. Pronto vendrían a visitarme los tres y era lo que me motivaba, pero de todas maneras seguía sintiendo ese vacío.
Me senté en una de las bancas que se encontraban en el parque y me dediqué a mirar a las personas pasar. Me divertía crear en mi mente la historia de la gente que no conocía. Incluso, les ponía nombres. Sí, soy rara, pero ¿qué? Seguramente cada quien tiene sus juegos propios y chistes locales con sigo mismo... supongo. Había una pareja de ancianos sentados del otro lado. El hombre comía un helado con el ceño fruncido y ella sólo lo veía, sin quitarle la mirada de encima. Me reí al imaginar que "Carl" –así le puse, es que se parece al viejito de la película de Up- era gruñón y envidioso y no pensaba compartir lo que comía. Al darse cuenta que era observado por su esposa (supongo que lo es), la fulminó con la mirada unos segundos y de inmediato embarró el cono de helado en su nariz. Ambos se soltaron a reír y yo los acompañé con la risa desde mi lugar. Morí de ternura con la escena. ¿Cómo es que dos personas pueden amarse por tanto tiempo y seguir demostrándolo cada segundo? Justo cuando veo este tipo de cosas, pienso en los clichés y en lo falsos que son, pero... luego pienso en que sucesos como estos son la excepción y me queda un poco de ¿esperanza?, no sé, a veces soy mega cursi y ridículamente soñadora. Error. Estas cosas ya no pasan, el romance de verdad quedó justamente en los tiempos de los abuelos. "Pesimista anticuada". La verdad sí, soy demasiado soñadora y siempre he pensado que el amor que se vivía en otros tiempos era más real y duradero...aquí en frente tengo la prueba.
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La ironía de lo inesperado [Editando]
Teen FictionLas cosas empeoran para Jessica Adkins cuando tiene que abandonarlo todo. Su casa, escuela, a sus dos mejores amigos y peor aún... al amor de su vida. Llegar a una nueva ciudad no es nada fácil y menos con la especial forma de ser que ella tiene. A...